— ¿Por qué la trajiste, padre? ¿Por qué? ¿No te bastó con arruinarle la vida a mi madre? ¿Quieres arruinar mi vida también? ¡Ella es la hija de tu amante! ¡Esto es una gran ofensa! ¡Mamá debe estar revolcándose en su tumba en este momento!
— Ella es mi hija, Emily. No tiene a nadie. Necesita protección. Por favor, no menciones a tu madre.
— Solo debiste darle dinero y dejarla en dónde la encontraste. ¿Qué dirán los demás cuando se enteren? ¡Ellos se burlarán de mí! ¡Te odio! Carl, dile algo.
— ¡Emily! ¡Basta! ¡Mia no se va! ¡Ella es tu hermana, es mi hija y vivirá en esta casa, te guste o no!
— ¡No quiero! ¡Ella no me gusta! ¡Por favor!
Di un par de vueltas en la cómoda cama en la que me encontraba, abracé a mi gato que dormía junto a mi regazo mientras me preguntaba que estaba pasando, porqué estaban discutiendo.
¡Ay, señor qué estás arriba en los cielos! ¿Quién está haciendo tanto alboroto? ¿Quién osa despertarme de mi sueño de belleza?
— Pueden callarse, son tan ruidosos en la habitación de otra persona. Vayan a hacer alboroto a otro lado. Maldita sea, lo que más odio es que me…
Cuándo abrí los ojos y contemplé la situación que se estaba gestando delante de mí y todas las palabras que escuche hace un momento terminaron de procesarse en mi cerebro. No tuve más remedio que aligerar mi tono lleno de desagrado y estampar una sonrisa en los labios.
— Buenos días, papi. Parece que tuve un sueño extraño, soñé que te habías convertido en un perro, por cierto, ¿como me transportaste hasta este lugar? incluso no te importó que estaba desmayada, eso es inhumano. Pero, de todas maneras, en el sueño te veías horrible…
Antes de que pudiera relatar lo aterrador que se veía en mi sueño, ya que se asemejaba a un perro del infierno, fui interrumpida de manera grosera. La persona que me interrumpió era una chica que parecía tener mi edad. Al ver su apariencia etérea no pude evitar pensar en lo hermosa que era. Sus ojos eran de un color gris claro, casi transparente, su cabello era de color castaño y largo, muy largo. La forma de su cuerpo era perfecta. Sin embargo, la hermosa chica delante de mis ojos tenía una expresión llena de desagrado y desprecio en su rostro mientras me observaba.
Hice un puchero sintiéndome un poco herida. Después de todo, no le había hecho nada para que me odiara.
— ¿Por qué te dice “papi” y encima se lo permites? Nunca me dejaste llamarte así después de que cumplí 10 años. Ya veo, prefieres a esta aparecida que a tu hija que ha estado a tu lado toda tu vida.
Tras decir aquello me dio una mirada llena de odio antes de salir de la habitación no sin antes dar un portón.
— Ella es bastante temperamental — comenté porque no podía soportar este drama familiar sacado de alguna telenovela mexicana o turca, no, quizás india. En las novelas indias siempre exite este tipo de trama dramática.
— Debes arreglar esto, padre. Al menos deberías esperar a que Emily la acepté para que la anuncies como tu hija. Solo la herirás. Emily también es tu hija y sabes lo mucho que sufrió tras la muerte de mamá. No puedes hacerle esto.
Abrí los ojos con sorpresa en cuanto me di cuenta de que en esta habitación había otra persona aparte del duque y Emily. El chico delante de mis ojos parecía ser una versión más joven de mi padre, ya que sus ojos eran oscuros y su cabello negro como el ébano. Incluso su rostro era similar en varios aspectos. Había cierta tensión en el aire que me molestaba. No sabía la razón, pero me estemecí. Era como si estuviera delante de dos depredadores.
— Lo sé, no necesitas preocuparte, Carl.
Tras las palabras de mi padre, Carl asintió antes de echarme una mirada. Por la forma en la que me observó no supe si le molestaba mi presencia o no sentía nada. Su rostro no mostraba sus emociones, tenía una cara de póker difícil de leer. Cuándo la habitación quedó vacía. Un silencio algo incómodo descendió entre mi padre y yo. No me gustaban los silencios incómodos.
— Veo que ya tenías tu propia familia — comenté restándole importancia — A ellos no parezco agradarles. Debiste decirme al menos esto.
— Quise hacerlo pero te desmayaste.
— Excusas, excusas — tarareé.
Parecía que él no sabía cómo tratar conmigo, se llevó una mano a los cabellos y luego me observó como si hubiera tomado una decisión.
— Lamento si las palabras de mis hijos te hicieron sentir incómoda. Ellos no son malos, solo que está situación los tomó por sorpresa. Solo dales tiempo.
— No te preocupes. Lo entiendo. Pero, pensé que tú amabas a mi madre. No te estoy recriminando nada, sé que los hombres suelen ser volubles. Sin embargo, te veías tan dedicado que…
Deje las palabras colgando mientras esperaba una respuesta de mi padre.
— La amaba, ella era mi compañera destinada por la Diosa Luna. Sabes, en nuestra especie muy pocas veces encontramos a nuestra alma gemela. Por lo que la mayoría de las veces optamos por matrimonios por conveniencia. Antes de conocer a tu madre me casé.
Sus ojos se veían distantes y llenos de arrepentimiento mientras terminaba de responder. Quizás se estaba lamentando por sus errores del pasado. Sin embargo, algo más captó mi atención.
¿Diosa Luna? ¿Especie? ¿De qué diablos estaba hablando? ¡Espera! Con toda la conmoción que sucedió no pude pensar en las cosas importantes. Justo cuando iba a preguntarle si realmente se podía convertir en Cerberos, las palabras que mi padre dijo a continuación me sorprendieron por completo.
— Mañana vas a ir a la Academia Real del Reino de Norden. Solo por esta vez te pido de favor que no le digas a nadie que eres mi hija. Al menos hasta que los chicos te acepten para que no salgan lastimados por los rumores que se podrían esparcir. En este lugar se valoran mucho las castas y la reputación.
Basura. Escoria.
Y te veías tan decente. Acaso no te importa que yo salga herida. Claro, para él no era importante. Quizás solo era una carga indeseada con lo que le tocaba cargar. Y tan bueno que todo se veía. Sabía que eras demasiado perfecto para ser verdad. Toda esa mierda de padre perfecto no era más que una mentira.
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Editado: 17.11.2024