Al recordar todo lo que pasó ayer me fue imposible no soltar una carcajada. Tal vez mi risa fue un poco escandalosa, ya que, las personas que caminaban alrededor me miraron con curiosidad.
El sol arriba en el cielo, se mostraba brillante, rodeado por escasas nubes, incluso pude escuchar el trinar de las aves, haciendo que mi estado de ánimo se vuelva más animado.
— No te rías más, Mia. Ya no es gracioso — murmuró Emily con un dejo de vergüenza.
— Es que fue tan gracioso — repliqué agarrando mi estómago debido a que de tanto reír, me había empezado a doler.
— No, no lo fue — noté como sus labios se crisparon como si lucharán por reír
— Sí, sí lo fue. No pensé que una persona tan divertida como la abuela estuviera en casa.
Después de que dije aquello, Emily bajó la mirada como si estuviera avergonzada, luego tomó mi mano y la junto con la suya, ante sus acciones la miré confundida.
— Lo siento, no es que te quisiera ocultar la existencia de la abuela, lo que sucede es que ella no está bien de la cabeza. Tiene cierto trastorno de personalidad lo que la hace comportarse de forma agresiva. — me explicó. — Por lo que papá despejó un área de la mansión solo para ella. Es solo que a veces se las ingenia para escapar y ocasionar líos alrededor.
Al notar nuestras manos unidas no pude evitar sentirme cálida por dentro, se me hacía lindo cómo trataba de cuidar mis sentimientos, me trataba como si fuera de cristal que al menor toque me podría quebrar. Aunque había una parte de mí que me decía que todo esto que estaba haciendo se debía a su conciencia culpable, no le presté atención, sea cual sea el motivo por el que su actitud había cambiado, no me importaba.
— No te preocupes, lo entiendo — le dije con una sonrisa — Soy una perra inteligente.
Emily negó con la cabeza, una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro al escuchar mi mala imitación de la abuela.
— No te tomes a mal lo que ella diga. A veces suele decir cosas hirientes — comentó mientras miraba a Carl el cual había estado callado caminando a nuestro lado — Una vez a Carl le dijo que lo odiaba y que quería que muriera en uno de sus ataques. En otra ocasión me dijo que parecía una…
Emily dudó antes de hablar. Parecía indispuesta a decir las palabras que le dijo la abuela por lo que decidí sacarla de su miseria.
— No necesitas decirlo, y no te preocupes la mayoría de las veces no me tomó los insultos de nadie en serio.
— Eso es bueno — dijo con una sonrisa la cual devolví.
Tras decir aquello, pronto cayó un silencio entre nosotros en donde lo único que se escuchaba era el sonido de nuestros pasos, observé con sentimientos encontrados el edificio en donde estaba ubicado mi salón.
Después de varios días de estar en casa había regresado a la academia. Una leve sensación de temor me invadió mientras recordaba todo el caos que sucedió la última vez que estuve aquí, ahora todo se sentía como un sueño lejano. Antes de venir pensé en cómo sería mi regreso, me imaginé caminando sola, con la cabeza baja, siendo observada como un mono de circo, mientras cuchicheaban a mi alrededor, llamándome por motes. Sin embargo, la realidad era diferente, no estaba caminando sola, sino a lado de mis hermanos, mi familia, con la cabeza en alto, y curiosamente no había ridículo ni desprecio en la mirada de los demás, tampoco nadie estaba hablando de mí a mis espaldas.
— No debes preocuparte, nadie se atreverá a molestarte y si lo hacen solo debes decirme — mencionó Carl.
Al escuchar sus palabras entendí que él estaba detrás de esta situación.
— Está bien.
Después de decir aquello, Carl y Emily se despidieron de mí, y se fueron a sus respectivos salones. Miré con una sonrisa sus espaldas, luego ajusté la correa de mi bolso.
— No tengo que tener miedo, ya no estoy sola — me dije a mí misma.
Cuando abrí la puerta de mi salón, mi corazón se encontraba galopando de manera fuerte en mi pecho, por instinto miré hacia el lugar en donde me sentaba a lado de Asther, tenía la esperanza de verlo, pero él no estaba, su asiento estaba vacío. Me sentí un poco decaída ante su ausencia.
Él aún no ha llegado, me preguntó si vendrá. Ya han pasado tantos días y no hay noticias alguna de él.
Asther.
¿Dónde estás?
Fruncí los labios mientras caminaba hacia mi asiento bajó la atenta mirada de mis compañeros. Justo cuando me senté, Esther entró al salón, luego cuando me vio corrió rápidamente y me estrechó entre sus brazos.
— ¡Mia! ¡Viniste! Estuve preocupada, ya que no respondías ninguno de mis mensajes. Temí que el duque te haya castigado, me alegro verte de nuevo.
— Lo siento, mi celular lo tiene, papá. Él aún no me lo ha regresado — le expliqué con una sonrisa.
Esther sonrió mientras me daba otro abrazo, parecía que en realidad me había extrañado.
— Eso tiene sentido. Ciel se pondrá muy feliz cuando te vea. No debes desaparecer de nuevo, Mia. Recuerda, eres mi única amiga — me dijo a modo de reproche.
Le saqué la lengua mientras tiraba de su cabello.
Pronto Esther me puso al día de todo lo que me había perdido, me contó cómo Carl había hablado con el director para que establezca reglas en las publicaciones del foro de la academia real. También como trajo a algunos detectives para encontrar al culpable de la pésima broma de mal gusto que me hicieron.
— Lastimosamente, es imposible dar con la persona que subió esa publicación al foro. Por lo que escuché de Ciel, todo fue tan bien hecho que no dejó ningún rastro en la red. — se quejó Esther.
Tsk.
Siendo Bastián el responsable no se me hacía raro que no dieran con él, ya que tenía el poder para mover los hilos detrás de escena a su conveniencia. Además, de que nadie sospecharía de él porque es un hipócrita que se esconde detrás de una sonrisa cordial.
— Debe ser alguien que te odia o te tiene envidia. No tienes algún sospechoso. Al principio sospeché de Emily o Carl, sin embargo, veo que la relación entre los tres ha mejorado por lo que los descarté. Y su alteza Asther, él no es ese tipo de chico y creo que no te odia, al menos no tanto.
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Editado: 17.11.2024