Capítulo 11
Antes de conocernos I
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Su mente estaba en blanco, como en suspenso, ni siquiera el dolor de las heridas causadas por los temibles filos de cuchilla de Colton Benedictis, le hacían mella. La mente de Mihael estaba en otro sitio.
En todo caso, lo único que evitó que Colton lo matara, fue gracias a la intervención de Ben, Jin y la propia Viktoria, que lo sacaron de allí, aunque él seguía sin enterarse y se hubiese dejado matar, muy probablemente.
Luego de percibir a través de todos sus sentidos, esa presencia, que creía muerta. Freya, porque era ella…Freya Ragnar. Ese aroma de camelias lo conocía de memoria, porque sus traumáticos recuerdos luego de creer que la había perdido, solo le rememoraban eso.
¿Cómo es que seguía viva?
¿Ella entonces era la esposa de Refilsson? Todo este tiempo, entonces… ¿ella estuvo viva y con Refilsson?
Un intenso ardor le quemó la frente y se incorporó de repente. Reconoció de inmediato su habitación. Estaba en su cama. En su casa de Washington. Se miró los brazos vendados por los cortes. Lo habían traído hasta ahí y él ni siquiera tuvo consciencia de eso. Y no tanto por el dolor físico, sino más bien por el intenso golpe emocional que había sufrido. Se llevó una mano al rostro.
Seguía sudando frio. Ni siquiera sabía cuánto tiempo había pasado desde el suceso en aquella casa en New York.
— ¿Qué está pasando aquí?
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En tanto, en el cuarto de afuera, esperaban también aturdidos y llenos de preguntas no solo Ben y Jin, sino también Wyatt. Todos llenos de interrogantes.
Habían huido de forma patética, llevándose a Skaargard del sitio, quien prácticamente se entregó a los golpes, luego de haber hecho un perfecto plan de secuestro que no pudieron ejecutar por causa que el propio ideólogo del mismo, pareció caer en trance.
Solo Viktoria permanecía pensativa, un poco más alejada del grupo.
—Es como si no fuera Skaargard —empezó a decir Jin—. Es como si hubiese perdido todos sus reflejos, cuando él vió a esa mujer, ya no tenía idea de lo que ocurría. Me pregunto acaso si él conocía a la esposa de Refilsson.
—Ni siquiera yo conocía a la mujer de Refilsson. Y eso que fuimos compañeros en la ASS. Pero sé que Skaargard tenía un lazo con Refilsson, porque se criaron juntos, sé algo de eso, aunque jamás hablaron de ello. Aunque yo sepa, Skaargard no la conocía. Quizá ayer fue la primera vez que la vió —añadió Wyatt
—Puede que la haya conocido de antes —siguió hurgando Jin, pensativa
Solo Ben irrumpió, golpeando con sus puños la mesa.
— ¡Que importa quién demonios sea!, mi sobrino sigue en poder de ese gusano. Skaargard arruinó su propio plan. Y nos debe muchas explicaciones — gritó Ben y luego mirando hacia Viktoria añadió—. ¿No es cierto, Wika?
Pero Viktoria no respondió.
Ella conocía parte del pasado de Mihael y había empezado más o menos a hilar lo que podría estar pasando. En específico las conexiones que Mihael podría tener con esa mujer que vieron.
¿Acaso es ella?
Solo unos ruidos de la puerta y unos pasos la quitaron de su razonamiento.
Un Mihael con rostro desmejorado, ojos cansados y los brazos vendados.
Viktoria tuvo el primer impulso de ir junto a él. Pero se contuvo. Pese que ambos dieron unos pasos importantes de apertura y reconciliación en sus corazones, tanto que Viktoria le había confesado sus sentimientos en medio de todo ese dolor. Pero ahora le daba un poco de pena.
La mirada de Mihael no era certera como siempre. Estaba como ceñida por una sombra.
— ¡Skaargard! —exclamó Jin al verlo, en tanto que Anne corrió a su encuentro.
Ben iba a decir algunas palabras, seguía enojado por todo lo ocurrido, pero Viktoria le puso una mano en el hombro, como deteniéndolo.
—Ahora no, Ben, por favor...
Ben era un buen hombre, pero demasiado impulsivo, adoraba a Viktoria, y quería a Björn como si fuera su padre. Estaba muy enojado por el fracaso de la misión y con razón, porque no tenía idea de lo que pudo haber ocurrido.
Mihael lo sabía, por eso vino. Necesitaba explicarse ante estas personas, había arruinado la misión, arriesgado la vida de todos, y por ello, iba a hacer algo que en otro momento hubiera sido impensable.
Abrir su alma.
—Supongo que les debo una explicación —musitó Mihael, y al tiempo, miraba a Viktoria. Sabía que ella sospechaba.
Si tenían algo que decir no lo hicieron, porque todos se sentaron para oír lo que Mihael quería decirles.
Mihael tenía que hurgar en unos recuerdos muy lejanos, de mucho, pero mucho antes de conocer a Viktoria.
Su mirada celeste de hombre de treinta y tres años por un momento se volvió el mismo de cuando tenía siete años y su historia comenzaba.
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Editado: 24.10.2021