Siempre pensé que su segundo nombre debía ser "imprudente". Sí me pagaran por cada vez que termino salvándola cada vez que actúa por impulso, podría comprarme un Ferrari. Tal vez por eso la amaba tanto.
Mi error fue no estar pendiente de sus movimientos, sólo pensé que estaría en la oficina interrogando a los sospechosos y que me llamaría inmediatamente sospechara algo. Uno de los analistas que iniciaba su turno nocturno fue a mi oficina a dejar un arma que había encontrado en el estacionamiento. Aquella arma calibre 45 mm estaba registrada a nombre de Natalie Frank, fui inmediatamente a buscarla a su oficina pero sólo me encontré con uno de sus testigos, si no me equivocaba era el de descendencia turca, quién me miró con algo de angustia. Lo había dejado en la oficina hace más de una hora, le pregunté exactamente lo que habían estado hablando, eras que obvio que iría tras el sospechoso más cercano en todo el caso pero, el mismo Patch Rosenberg estaba en la estación, siendo interrogado por el Coronel Cassus. A lo cual sólo me obligaron a escuchar el resto de la conversación.
—Cómo le seguía diciendo—prosiguió el sospechoso— mi padre quedó muy afectado luego de la muerte de mi madre, observaba aquella pintura que ella le había regalado unos meses antes de morir. Su muerte nos afectó demasiado, aún era un niño cuando la perdí, con ella perdí a mi padre. Él siempre estaba molesto por su muerte, decía que ella no merecía morir y que otros sí, incluso llegó a culpar a los padres de Caroline por su muerte y nuestra casi ruina. Mi tío había logrado cambiar el destino de la herencia de mi abuela paterna, ella al morir dejó cómo cláusula que su herencia debía repartirse entre sus nietos en partes iguales, o eso dice mi padre. Todo el dinero fue para Caroline y sinceramente eso me tenía sin cuidado pero los comentarios de mi padre eran los que me aterraban, una vez, hace algunos años dijo «sin Caroline en el camino, todo volverá a la normalidad». Fuimos casi cómo hermanos y por eso traté de meterme en el mundo de Caroline, compartir gustos y eso para que mi padre no la lastimara estando cerca. Con los años parecía calmarse y se concentraba en el arte, sus libros dejaron de ser de política y economía para ser de arte y esas cosas.
— ¿Qué le hizo sospechar de su padre? Es más, ¿qué le hizo confesar todo eso?—preguntó Cassus con aquella voz rasposa por los años.
—Bueno, por aquel vestido rojo—sacó su móvil y nos mostró una fotografía de la pintura de su padre dónde tenía un vestido rojo idéntico al del crimen y lo más aterrador, era la misma posición que la del crimen—. Escuché por uno de los policías los detalles de la escena y aunque me dolía aceptarlo, no dudo que mi padre lo haya hecho es más, compró un pasaje de regreso para mi, para ésta misma noche, se supone que iríamos ambos pero debía esperarlo en el aeropuerto ya que dijo que debía arreglar algunos asuntos.
—Él se llevó a Natalie—interrumpí—. Lleva casi una hora desaparecida y su arma estaba en el estacionamiento.
Dejé el arma sobre el escritorio y tomé al sospechoso del cuello de la camisa antes de golpearlo con fuerza en el rostro por más de una ocasión.
—Dime dónde la tiene o lo que le pase a ella, lo repetiré contigo—antes de pudiera golpearlo de nuevo, Cassus me detuvo—.Dime dónde encontrarla.
—No lo sé... Pero conociéndolo, iría a un lugar dónde la policía no pensara ir.
— ¿En la galería? ¿Eso me estás tratando de decir?
Antes de que lo golpeara, Cassus me sacó de la oficina y se contactó con seguridad y con el sistema de vigilancia.
La frustración me estaba matando hasta que apareció Fred y palmeó levemente mi hombro, pidiendo que lo siguiera.
—Dennis, ¿qué pasó?—preguntó casi en un susurro.
—Natalie desapareció y no podemos movernos así por así al menos hasta que el Coronel de la estúpida orden.
— ¿Sabes? Te hice caso—dijo mientras encendía su laptop y me pidió cerrar la puerta—. Es ilegal pero en éste caso funcionará. Sí le puse el rastreador a Nat, de hecho, fue cuando vino a verme y besé sus heridas al tenerla entre mis brazos.
Simplemente decidí ignorar su comentario innecesario a la vez que lo apresuraba para encontrar la ubicación exacta de Natalie.
— Bien, está en Weteringschans 136, 1015 XV, ahí hay unas bodegas pertenecientes a Alejandro Rosenzweig—. Gracias...
—Lo que uno hace por amor, ¿no hermano?
Simplemente asentí y fui corriendo hasta la oficina de Cassus a informarle aquello a lo que inmediatamente me dio luz verde para iniciar un operativo con la fuerza antisecuestro para poder desplazarnos hacia aquel lugar.
Para evitar que actuara por impulso fui obligado a ir en la misma patrulla que el Coronel. Cómo ya había registro de un atentado con explosivos, el escuadrón anti-bombas cerró tres cuadras a la redonda del lugar indicado y el SWAT había acordonado aquella zona.
—Kast, entra a mi señal, ¿entendido?—la voz del Coronel estaba detrás de mí, controlándome— ¡Ahora!
El equipo SWAT había tumbado la puerta principal y la trasera a la vez, yo iría por el frente y el Coronel dirigiría la búsqueda por la puerta de emergencia.
Aquella edificación tenía cinco pisos y debido a su estructura interna era muy difícil desplazarse.
Fue en cuarto piso, en una de las oficinas o bodegas del final del pasillo estaba uno de los empleados de Rosenzweig al que el equipo SWAT no le dio tiempo de responder y simplemente dispararon. Bastó un sólo disparo en el rostro para tener una baja.
Con ayuda de un ariete, tumbaron la puerta que aquel sujeto estaba custodiando. La puerta era algo pesada pero en cinco golpes lograron abrirla, encontrándonos con Rosenzweig sobre un cuerpo al cuál le estaba propinando una serie de puñaladas.
— ¡Alto!—grité al acercarme hasta una distancia prudencial—Alejandro Rosenzweig, baje el arma, queda detenido por el homicidio de tres personas y el secuestro un oficial de policía.
Aquel hombre se levantó lentamente y dejó caer el arma al suelo, volteó a mirarme.
—Homicidio de cuatro, es el cargo correcto, cabo—soltó una leve carcajada—. Les hice un hermoso favor, conservé su belleza por la eternidad, puede verlo por usted mismo.
Desvié la mirada al suelo y estaba Natalie con múltiples heridas en su cuerpo, desangrándose, antes de detener a que sujeto, tomé a Natalie entre mis brazos, tratando de que despertara, tomé la radio y reporté inmediatamente los hechos, pidiendo que los paramédicos subieran de inmediato.
—Natalie, ¿me escuchas?—susurré levemente en su oído mientras trataba de contener la sangre de las heridas en su torso—. Natalie, vas a estar bien, ¿sí? Confía en mí.
La voz de Cassus resonó por toda la habitación, antes de que el mismo empezara a darle una paliza a Rosenzweig, pensé que sería leve pero cada vez se hacía más brutal hasta que SWAT tuvo que detenerlo.
Su respiración iba deteniéndose poco a poco mientras la los paramédicos le daban los primeros auxilios y la llevaban a la ambulancia. Lo que más dolía era las pocas esperanzas que me daban de que ella se salvara, sí le sucedía algo sería mi culpa por no cuidarla cómo se lo había prometido.
—Maldición...—repetía eso hasta el cansancio cada vez que veía a un médico y nadie me informaba de su estado.
Apagué el teléfono, me tenían cansado las llamadas de Cassus y simplemente decidí olvidarme de mi trabajo y concentrarme en el estado de Natalie.
Simplemente las horas pasaban, nadie salía del quirófano con noticias, sólo llegaron Fred y Cassus en busca de noticias pero luego de siete horas nadie hablaba.
— ¿Familiares de Natalie Frank?—dijo uno de los doctores que salió del quirófano.
—Soy su padrastro, ¿cómo está ella?—dijo un alterado Cassus casi tomando al doctor del cuello. —Cálmese... La operación fue un éxito, en breve la llevarán a cuidados intensivos pero necesito que me acompañe, me gustaría hablarle de la situación actual de la paciente.
—Está bien...