—H-hmm. D-disculpe. —La voz de Trea teñida de inseguridad no fue más que un leve susurro. —¡Disculpe! —Dijo nuevamente elevando un poco más el tono de su voz.
Ya estábamos en la mitad del puente, el enorme puente de roca solida tenía una sección de madera cerca de la entrada a la ciudad, suponía que era una puerta levadiza que dejaba un leve precipicio para evitar la intromisión de intrusos no deseados. La puerta estaba abierta y nos daba la bienvenida a una prospera avenida con muchas personas hablando en tonos ruidosos y alegres. El guardia se detuvo y giro sobre sus talones para enfrentar a Trea. Yo no había intentado explicarme dejando el asunto a mi compañera, aunque estaba empezando a preocuparme porque no había hablado, parecía ser que finalmente había reunido el coraje para explicar mi situación. El hombre de cabello negro espero pacientemente a que Trea hablara.
—Esto es un malentendido. —Proclamo luciendo segura. El guardia inclino levemente su cabeza en señal de confusión. —Erm, él no es cómplice en mi desaparición, él fue el que me rescato, no debe ser tratado tan irrespetuosamente. —Anuncio después de un breve silencio.
—¿Esa es una broma? —Pregunto el hombre confundido.
—No.
—Lamento decirle esto, Srta. Dragonslav, pero no podemos saltarnos los procedimientos necesarios. Es posible que este humano haya usado algún tipo de magia espiritual para influir en usted. Tomaremos las precauciones necesarias. — Proclamo el guardia firmemente, sin dar indicios de retroceder.
—P-pero. — Protesto Trea torpemente,
—No se preocupe, si este humano dice la verdad, será visto durante su interrogatorio. Usted debería dirigirse a la casa Dragonslav, el anciano Lucius ha estado muy preocupado por usted. —Afirmo empezando a caminar nuevamente. Trea me mira con una expresión un tanto preocupada, después vuelve a dirigirse al hombre.
—Espero que este preparado para las consecuencias de su insolencia. —Pronuncio firmemente y con un ligero toque de ira en su voz a la espalda del hombre que me retenía. Abrí ligeramente mis ojos ante la repentina muestra de valentía que mostro Trea.
—Ah... —El hombre vacila, y se detiene por un segundo.
—Volveré enseguida. —Me reconforta Trea antes de salir corriendo en dirección a la ciudad.
El guardia y yo la vemos irse y desaparecer entre la multitud que se conglomeran en la calle de piedra de la ciudad. El guardia da un suspiro y se encoge ligeramente antes de ordenarme que siga caminando. Entramos por una enorme puerta de más de 10 metros de ancho y alto.
—Whoa... —Suspiro de admiración por el paisaje.
Era un escenario muy animado y una atmosfera alegre flotaba en la calle, vendedores ambulantes se posicionaban a cada lado de la avenida principal que era tan ancha como para que dos carruajes pasaran sin problemas. Las personas, principalmente mujeres jóvenes regateaban con los vendedores para conseguir mejores precios en los productos. Risas de niños resonaban aquí y allá, haciéndome sonreír ligeramente. Locales y casas estaban mezcladas, sin un orden aparente. Las casas estaban pintadas de diversos colores animados y alegres. Una escena digna de un cuadro estaba justo enfrente de mí. Con solo estar en la entrada de la ciudad mi estado de ánimo parecía mejorar, contagiado por la atmosfera que desprendía esta avenida observe la escena un tiempo con una mirada un tanto distante en mis ojos. Un aroma delicioso cosquilleaba mi nariz, era el olor de una comida que me hacía babear y buscar desesperadamente con mi cabeza la fuente de tan magnifico olor. Un puesto que vendía lo que parecía ser carne en pinchos llamo mi atención, pero el hombre que me retenía me dio un leve empujón y me ordeno seguir caminando. A regañadientes continúe mi caminata, las personas se percataron de mi presencia y murmuraban entre ellas, algunas me lanzaban miradas curiosas y los susurros chismosos eventualmente llegaron a mis oídos.
—¿Un humano?
—Imposible, aun no es tiempo para renovar el tratado de paz.
—¿un criminal?
—tan pequeño... los humanos son seres malvados desde que nacen, ya lo sabía, pero verlo de frente es realmente chocante.
—y que lo digas.
Algunas conversaciones eran curiosas, otras con intenciones claramente desconfiadas y prejuiciosas. Mientras más personas se percataban de mi presencia baje mi cabeza avergonzado. No había hecho nada malo, pero las miradas rencorosas me atravesaban como una daga afilada. Inconscientemente empecé a sentirme incomodo y escondí mi rostro en señal de sumisión, aunque podría haber más parecido más sospechoso por este gesto, ya que antes de que me diera cuenta una conmoción se había formado y las personas que antes reían alegres se habían alineado a ambos lados de la calle formando un túnel de insultos dirigidos hacia mí.
—¡Maldito humano! —Una pequeña piedra fue lanzada hacia a mi desde la multitud que me miraba marchar, golpeo mi hombro, pero no fue demasiado doloroso.
—¡Ey tú! —Un niño de aproximadamente mi edad lanzo una rama pequeña y choco contra mi cabeza.
Seguí recibiendo este tipo de trato mientras caminaba, el guardia que me custodiaba no hizo nada para impedir el maltrato, más bien, había un leve indicio de satisfacción en su rostro, el guardia con uniforme negro a propósito redujo el ritmo de nuestro caminar y me agarró del cuello de mi camisa como si fuera una especie de trofeo. Le lance una mirada de disgusto y furia, pero el siguió viendo a su alrededor disfrutando de los vítores de las personas elogiando su desempeño capturándome. Hasta que los objetos lanzados se volvieron más contundentes, el hombre acelero un poco el paso, quizá temía que me lastimaran demasiado, pero los leves arañazos que tenía en mi ropa y piel eran evidencia que había sido tratado como el peor de los criminales.
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Editado: 27.10.2021