Los días pasaron y Patricia se fue recuperando. Ya hablaba normal pero no se acordaba de nada de lo que había pasado. A sus padres ya no le importaban, ella estaba bien con eso se conformaban.
Una noche su madre fue a darle el beso de buenas noches.
—Duerme bien y sueña con los angelitos.
—¿Hoy es 23?
—Si hija ¿Por qué es la pregunta? -preguntó Mirta.
—Los 23 parecen divertidos para salir a pasear -dice Patricia mirando por la ventana.
—No hija, en la noche no se sale porque es peligroso, ya te lo he dicho.
—Pero ella sale a pasear los 23 en la noche y no le pasa nada.
—¿Quién? -pregunta Mirta con curiosidad.
—La niña.
—¿Cuál niña? Hablas de esa historia. Es sólo una historia hija. No le hagas caso a eso son mentiras.
—No lo son, ella es real y quiere que vaya a pasear con ella. Invita sólo a los que están despiertos en la noche -responde Patricia con voz monótona.
—Hija deja de decir esas cosas que me estás asustando. Duerme bien -su madre le da un beso y se va a su habitación.
Su esposo estaba acostado leyendo un libro y al ver la cara de angustia de Mirta le pregunta.
—¿Estás bien?
—Sí, es sólo que Patricia estaba hablando muy extraño. Me dio miedo.
—¿Qué decía?
—Que la niña de una historia de terror es real y que quiere que ella la acompañe.
—Es una historia. Los niños creen cualquier cosa.
—Sí, es verdad.
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Editado: 20.11.2021