La Niña Del Orfanato

Capítulo 54

Beatriz abre los ojos de golpe, sintiendo unas horribles nauseas. Se incorpora en la cama hasta quedar sentada y posa su mano sobre su cabeza intentando alivianar el dolor.

— ¿Quieres vomitar?

Frunce el ceño al escuchar la reconocida voz masculina proveniente de un costado de la cama. Dirige su mirada hacia el médico, quien sostiene en sus manos un pequeño bote y avanza hacia el otro extremo, hasta posarse frente a ella.

—Aún estas pálida— comenta mientras se sienta en el borde de la cama sosteniendo el bote.

Beatriz alza la barbilla de forma altanera y desvía su rostro hacia el lado contrario de donde se encuentra Marcus, soltando un bufido. Trata de contenerse, pero las náuseas empeoran hasta que comienza a sentir arcadas. Rápidamente se vuelve hacia él, inclinándose sobre el bote mientras lo sostiene con ambas manos y comienza a vomitar.

—Ugh, si no estuviese seguro de que ese bebé es mío, juraría que te has embarazado de alguna especie de vampiro que te consume lentamente— bromea, mientras guía una de sus manos hacia el cabello de Beatriz, intentando apartar los mechones que salen de la coleta que lleva.

—Te odio— murmura la mujer, mientras se incorpora, manteniendo el rostro fruncido ante el amargo sabor que siente en su boca.

—Traje enjuague bucal— dice el médico extendiendo una bolsa de compras con varios productos de higiene personal.

—Aún te odio— se alza de hombros, mientras toma la bolsa y se empina el bote de enjuague bucal.

Luego de escupir el líquido en el bote, limpia su boca con la manga de su camisa suspirando de gusto al sentir el sabor mentolado en su boca. Vuelve su mirada hacia el médico y susurra un “gracias”.

— ¿Aún mantienes lo de que me quieres lejos?— cuestiona Marcus, entregándole el bote a una enfermera para que se encargue de deshacerse de él—. Beatriz, yo, de verdad…

—Puedes formar parte de la vida del bebé, Marcus. Eres su padre, no te puedo negar ese derecho— suspira con cansancio—. Pero, nuestra relación girará en torno al bebé. Tú y yo, nunca seremos pareja— dice mientras alza la mirada hacia el médico y lo observa con el ceño fruncido—. Lo que hiciste fue una bajeza de las más grandes.

—Lo sé, y lo siento. No sé en qué pensaba— dice mientras baja la mirada hacia el vientre de la mujer. Sonríe y posa su mano sobre este con suavidad—. Pero no me arrepiento.

Beatriz observa la mano del médico sobre su vientre, vuelve su mirada hacia el rostro del mismo, presionando sus labios con fuerza al sentir que una sonrisa amenaza con formarse en ellos.

—Vas a ser padre— dice mientras posa su mano sobre la de Marcus—. Vamos a ser papás, aún no logro asimilarlo. Katy estaría…

Pausa de golpe ampliando los ojos en dirección al médico al recordar que su pequeña en definitiva no se encuentra con ella. Marcus suspira profundo mientras aparta su mano de ella y se sienta erguido en el borde de la cama.

—Necesito entrar a la mansión, y revisar en los papeles de Jared a ver si encuentro alguna pista sobre el paradero de José.

— ¿José?— lo interrumpe de pronto—. Hablas de Joseph, ¿qué tiene que ver él en todo esto?

—Beatriz, no sé cuáles sean las intenciones de ese joven, pero él se llevó a Katy.

— ¿Qué? ¿Por qué Joseph haría eso?— cuestiona alterada, mientras se incorpora en la cama—. No tenemos su dirección, Jared cortó comunicación con él por muchos años.

Beatriz no consigue asimilar lo que ocurre, ¿por qué su cuñado se llevaría a su hija? ¿Intentará vengarse? Seguro la culpa por la muerte de Jared y como castigo se ha robado a su hija. ¡Tiene que encontrarlo! No puede permitir que Joseph aleje a su hija de ella.

—Beatriz, nosotros iremos a la mansión para buscar información. Tú, quédate aquí e intenta descansar.

— ¿Cómo esperas que me quede a descansar cuando alguien se ha llevado a mi hija lejos de mí? No, tengo que buscarla yo también.

—Beatriz… te lo suplico. No pongas en riesgo tu vida, o la del bebé. Te prometo que encontraré a mi ahijada y la traeré de vuelta, no importa lo que haga.

Beatriz lo observa directamente a los ojos, sorprendida de la seriedad que él mantiene ante el tema. Sabe que no logrará convencerlo de dejarla acompañarlos. No tiene otra opción, más que confiar en él.

—Te lo agradezco— expresa el médico aliviado al verla ceder.

Minutos más tarde, Marcus mantiene su mirada puesta en el camino y sus manos aferradas al volante. A su lado, Susan se encuentra recostada contra la ventana permitiendo que el aire frío roce sus mejillas pálidas. Luego de un tiempo conduciendo, Marcus se estaciona frente a un enorme edificio y apaga el motor del auto; Susan observa a su alrededor confundida.

—Creí que iríamos a la mansión.

—Tenemos que hacer algo antes de ir a la mansión— dice desabrochando su cinturón y observando a través de la ventana del auto.

Marcus abre la puerta y baja del auto, colocándose unos lentes de sol y arreglando su saco, luciendo semi formal ya que llevó pantalones jeans. Susan lo observa mientras se baja de igual manera. Baja la mirada hacia su propia vestimenta, aún lleva su traje de enfermera y su cabello está atado en un moño alto un poco desordenado.

—No combino para nada con este lugar, Marcus— comenta posándose junto al médico y viendo el enorme y lujoso edificio que se extiende frente a ellos.

Marcus se gira hacia ella, esboza una pequeña sonrisa y toma su mano con suavidad, antes de decirle:

—Estás perfecta.

El par ingresa en el lugar, tomados de la mano, y avanzan hacia recepción.  Todos a su alrededor los observan curiosos, causando que la chica se sienta cohibida. Luego de que el recepcionista les informa a qué lugar deben dirigirse, Marcus la guía, sujetando su mano firmemente a pesar de que siente cómo ella intenta soltar su agarre; se siente intimidada y más por el hecho de que se encuentra en un hotel con un hombre casado.



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En el texto hay: drama, amor familiar, orfanato

Editado: 29.08.2020

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