La noche de Abril

Capítulo 4

—Te admiro tanto —afirma emocionado, abrazando a Agustín—, quisiera ser tan fuerte como tú.

Agustín y Daven se encontraban almorzando en La Toscana, un lugar que Daven frecuentaba a menudo, por la inigualable sazón.

—Gracias doctor —manifiesta Agustín—. Sé que Rachel hará mejor mi trabajo, ella me supera en todo, la admiro mucho—Agustín mira a Daven que se encontró sorprendido.—. Además es joven. Tiene más perspectivas

—Pensé que nos admirábamos mutuamente —manifiesta, señalando a el mismo ya Agustín con su dedo índice. Finge estar dolido.

Agustín abre los ojos como platos. Daven quiere oír cómo se justifica, así que no interrumpe su asombro y deja que hable.

—No, no, no, no —se justifica Agustín preocupado—. Doctor, le aseguro que usted es la persona que más admiro en el mundo, por su valentía, coraje, constancia, porque usted me impulsó a seguir mis sueños, aún a mi avanzada edad me dio esperanzas y gracias a usted logré construir y cumplir los sueños de mi amada. La haré feliz hasta el último segundo— afirmó Agustín, al borde de las lágrimas.

Daven no podía articular ninguna palabra, por más que quería, estaba desconcertado, asombrado. Lo que le acaba de decir Agustín le cayó como un balde de agua fría.

Daven apretó el hombro de Agustín, confrontándolo, Agustín le dedicó una amable sonrisa.

Luego de unos minutos se acercan dos meseros, trayendo los platos, vasos, cubiertos, vino, etc.

Pusieron y acomodaron todo sincronizados, parecían robots. Al final quedó una elegante mesa para dos.

—Buen provecho Doctor —manifiesta Agustín.

—Buen provecho Agustín —responde Daven alzando su copa de vino tinto Cabernet Sauvignon.

Al final del almuerzo, Daven dejó a Agustín en su casa que se encontraron en las afueras de la ciudad, un lugar muy tranquilo.

—Pronto recibirás tu liquidación Agustín, cuídate hasta luego —se despide Daven.

—Gracias Doctor, cuídese igual, hasta luego —se aleja del auto.

Daven se queda observando a Agustín cuando se alejaba del auto.

Su mujer, muy delgada, pálida, pero aun así sacó fuerzas y le dedicó una sonrisa amorosa a su esposo, ella se quería levantar para abrazarlo, pero él le facilitó las cosas y se agachó donde ella estaba sentada y la abrazó.

Daven al mirar la escena se marchó del lugar, sin dejar de pensar en todo lo que pasó para superar la muerte de Lauren, no fue su novia, ni amante, fue su madre y mucho más.

Llegó a casa.

Amanda le había dejado un delicioso pudín de chocolate. Sonrío. Se acercó y vió una nota a lado, la abrió con cuidado.

Era de Amanda.

Doctor Daven, me tuve que ir de urgencia, va a nacer mi nieto. Espero su comprensión .

Psd: le deje preparado pudín de chocolate disfrútelo, unas calorías de más nunca es malo.

Daven sonrió al leer esto último.

De pequeño sufría trastornos alimenticios, pero ya los había superado.

Arturo el hijo de Amanda, se recuperó de la heroina y ahora está formando una familia.

Se sentó en una de las sillas del comedor minimalista, iluminado con 3 lámparas colgantes, dándole una sensación acogedora al lugar.

Tomó la cuchara de madera que acompañaba al tazón con el pudín y tomó un pequeño pedazo del postre, se le hacía agua la boca tan solo al verlo.

Sintió el chocolate, cerró los ojos y disfrutó.

Su postre favorito, sin duda.

Solo Amanda y sus mágicos trucos culinarios hacían que él se sintiera en las nubes, con la explosión de sabores que le generaba cada platillo preparado con sus manos mágicas.

—Doctor. Buenas Tardes.

Daven de voltea de golpe, y ve a una muchachita, de al menos 18 años, vestida con el uniforme de servicio.

—¿Quién eres tú? —pregunta indiferente después de pasar el bocado de pudín.

—Mmm, mi nombre es...

—¿Quién eres? en ningún momento pregunté tu nombre —escupe.

—Soy ayudante de servicio, la señora Amanda me dijo que cuando llegue lo atienda en lo que usted desee —responde la muchacha, aun mirando al suelo. Amanda le advirtió que podría pasar algo similar.

—Bien, deseo que lleves a mi habitación un zumo de naranja que esté a temperatura ambiente, otro pedazo de pudín y luego desaparezcas de mi vista —dicho esto se levantó y se dirigió a su habitación. Antes de subir las escalera continuó—: Cuando llegue Amanda le dices que llame a Amber y que la invite a cenar— Ordenó a la muchacha.

Ella asintió y fue a hacer lo ordenado.

Bip, bip — sonó la alarma en la inmensa habitación de Daven, marcando las 5pm.

—¡Carajo! —protestó Daven al fallar el intento de silenciar el aparato.

Luego de casi desarmar el pobre objeto, se dispuso a entrar a ducharse, Amber está por venir.

Luego de ducharse, cambiarse y arreglarse con una camisa de lino beige arremangada hasta los codos, un pantalón de tela blanco, con unos mocasines en piel color café y por último rociándose con su perfume One Million.

Se miró al espejo por última vez, satisfecho de su look salió de la habitación.

—Buenas tardes Doctor —saluda Amanda—, la señorita Amber está en camino, acaba de llamar.

—Bien, ¿se hizo de rogar? —preguntó alzando una ceja.

—No señor, de lo contrario, ella se escuchó muy contenta por la invitación —contestó Amanda un poco preocupada, Daven se percató de su preocupación y siguió:

—Amanda, ella le dijo a el insoportable de André que dejaría de usar nuestras prendas, debo hablar con ella —manifestó rascándose el cuello, incómodo— a veces hay que hacer esfuerzos inhumanos— Amanda lo miró alzando una ceja—. Lo sé, lo sé, le dejaré las cosas en claro, otra vez e intentaré mantener una relación a-mis-to-sa —deletreo Daven, mostrando su incomodidad al sólo pensarlo.

Amanda examinó a Daven con la mirada.

—¿Y qué pasa si ella deja de comprar sus productos? —preguntó Amanda dejando de fregar los trastes.




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