—A, ya estoy llegando —se escuchó al otro lado de la línea—, lávate la boca, la cara, ponte algo cómodo y espérame lista en tu puerta. —resopló— Cariño, recuerda que a las siete debes estar en el Caré.
—Está bien —susurró Abril, su madre aún dormía.
Se desperezó y se metió a la ducha. Se bañó y cambió. Un short jean que se amóldela a a sus caderas, una camisa súper grande, la metió dentro el short, y unos botines negros; el cabello se lo dejó suelto. Tomó su celular y respondió a la llamada de Samuel.
—Dime —contestó Abril.
—Cariño, ya estoy afuera.
—Okey, ahora salgo.
Abril despertó a su madre informándole que ya se va y que le dejaba el desayuno en la cocina. Su madre asintió levemente y depositó un casto beso en su mejilla.
—Huevos revueltos, pan integral, ensalada de frutas, y un extracto de naranja —enumeró Samuel. Abril tomó las bolsas de comida y las puso en la cocina.
—Gracias Samu —expresó Abril entrando al auto.
—De nada, A —. La tomó de la mano y arrancó el auto— por cierto, te ves bien —le guiñó el ojo, un gesto tan típico de él.
—Tú te vez muy sexi —respondió Abril, sonriéndole pícara.
—Ya basta —se quejó divertido—, me harás sonrojar —estallaron a carcajadas.
Abrió los ojos y sintió un mareo.
—Maldito vodka —se quejó Alan. No se quería mover de donde se encontraba, sabía que una fuerte resaca se haría presente. Le quemaba la boca del estómago y le daba vueltas la cabeza.
—Vaya, él no tan bello durmiente acaba de despertar -se escuchó una voz a sus espaldas. Alan seguía en el sofá, con la vista hacia las cortinas marrones —, y que suerte que te hayas levantado por ti solo, porque se te avecinaba un chorro de agua.
Alan no quería pronunciar ninguna palabra, mucho menos abrir los ojos.
Daven se encontraba recién salido del baño, con una toalla al rededor de sus caderas, mostrando su torso trabajado. Abrió las cortinas y dejó a la vista una hermosa ciudad. Alan gruñó, tomó aire y se sentó. El dolor de cabeza era insoportable. De repente a Alan le avecinaron unas arcadas. Daven con el pie le acercó un balde. Alan se abalanzó hacia adelante y vomitó. Expulsó con violencia el alcohol.
Daven miraba a Alan con pena y asco. Daven ya tenía experiencia y mucha, luego de la muerte de Lauren su hobbit era beber. Ahora lo controla.
—Toma una ducha y luego debes limpiar tu desastre —le avisó Daven.
Daven entró a su habitación y luego de unos veinte minutos salió ya cambiado. Unos pantalones de pinza color gris, una camisa modelo custom color blanco, y unos mocasines color azul; peinó su cabello al estilo tupé.
Alan aún seguía en el sofá, parecía dormido Daven terminó de ponerse el reloj analógico. Miró de reojo a Alan —que estaba dormido—, siguió su camino hacia la cocina. Del refrigerador tomó una ensalada de frutas, luego prendió el exprimidor eléctrico para las naranjas. El ruido despertó a Alan, este gruñó mientras luchaba con la resaca.
—Despierta —ordenó Daven, luego de terminar de exprimir las naranjas.
—Agh —gruñó Alan. A duras penas se levantó del sofá. Camino a la cocina, se sentó en un taburete de madera. La cocina era de aspecto rústico. La isla de madera, las paredes de color crema, la iluminación cálida, estantes de madera, el extractor de cocina metálico- ¿Dónde...?
Daven lo miró con recelo. Tomó un poco del extracto y con el vaso en la mano le apuntó la ubicación del baño.
—Okey —resopló Alan.
En el baño era de igual estilo rústico. Alan estaba un poco harto de ver el mismo color amarillento iluminando cada espacio. Tenía una ducha con azulejos marrones, iluminado de igual manera que en la cocina, las toallas estaban ordenadas en una repisa vertical, de color marrón. El lavabo de granito y un espejo enorme de cuerpo completo en la pared de alado. Había ropa deportiva tirada en el piso. Puso los ojos en blanco, se desvistió y se metió a la ducha.
—No me digas que te gusto el camarero —resopló Abril, hastiada.
Samuel se re relamió los labios y miró sin ningún disimulo al camarero, unos centímetros más bajo que él, ojos claros, su cabello estaba recogido en un pequeño moño y su piel bronceada. Se veía como el típico chico que usaba su atractivo para enredarse con quien quiera. Volvió a mirar a Abril, ella lo reprochaba con la mirada. Le guiñó él ojo y se levantó. Abril abrió los ojos de par en par. Lo siguió con la mirada. Samuel estaba conversando abiertamente con el camarero. A simple vista parecía que dos amigos estaban de hablando de lo bien que les fue el examen que estaban esperando reprobar. Pero Samuel ya estaba estudiando a aquel chico, comprobando si le "convenía". Parecía un depredador esperando en que momento atacar, el chico se veía un poco indiferente. Cuando se acercó nuevamente a la mesa Abril lo fulminó con la mirada.
—No es mi tipo —frunció los labios y volvió a mirar lascivamente al camarero. Abril miró en su dirección. El chico se veía indiferente bajo la mirada de Samuel, caminaba de un lado a otro atendiendo las mesas—. Se llama Max.
—Y ¿por qué no es tu tipo? —preguntó Abril, bebiendo un poco de su batido.
—Eeh, pues es muy tímido —volvió a fijar su mirada en Abril, la cual seguía mirando al camarero. Él cruzó una mirada con ella, y se quedó unos segundos manteniendo su mirada— ¡Deja de mirarlo! —la reprochó.
Abril lo volvió a mirar y puso los ojos en blanco.
—Cómprame otra tostadaaa —pidió Abril en un quejido. Samuel asintió suavemente y llamó al camarero.
—Guapo, nos traes dos tostadas —. Max asintió serio ante la orden de Samuel, miró fugazmente a Abril y se fue a cumplir su pedido.
-Samu, ¿cómo haces para idiotizar a cualquiera, con solo decir cinco palabras? -Samuel la miró confundido, pero luego recordó las veces que Abril lo había visto en acción.
—Es un don —le guiñó un ojo.