Riley.
—No sé si has sentido ganas de matar a alguien alguna vez —comenté por lo bajo mientras caminaba junto a Alex.
Soltó una risa absurda por lo bajo.
— ¿Por qué? ¿Eso es lo que sientes ahora? —sus manos estaban en los bolsillos de su pantalón.
Suspiré profundo.
—Cuando alguien dice que 'ese tipo de temas' no son aptos para una mujer, suena demasiado estúpido para mis oídos.
—No te diré lo que pienso ahora. En estos momentos. Sólo responderé que la frecuencia de tus oídos son demasiado... Tú.
—Feminista. —bufé. —. Me ibas a llamar feminista.
—Para tu pequeña mente también soy un maldito sujeto que trata a las mujeres como platos.
—Platos sucios, amigo —me detuve. —. Las mujeres no somos platos sucios. También tenemos vida.
—Eres la primer mujer que me lo dice. Generalmente, busco mejorar la especie.
—No digas pelirrojas. Odio las pelirrojas. —advertí incómoda.
—Rubias, pequeña.
—Mira, ahora tenemos apodos. —comenté. —. ¿Qué gusto?
—Que conveniente, preciosa. —me apuntó con el dedo índice. —. Que no se te olvide con quién estás tratando.
—De hecho, tú deberías saberlo. —apreté la mandíbula.
Sonrió.
— ¿Te puedo hacer una pregunta? No será nada fuera de lo normal.
—Depende de lo que quieras decirme —me crucé de brazos.
Sus ojos se encendieron en un tono felino, con una raja negra ovalada cortando la mitad de su pupila.
— ¿Tienes novio? —se lamió el labio.
Tragué duro.
—Sí. —aclaré, frunciendo el cejo.
—Lastima, porque eres muy hermosa. —continuamos caminando.
—Oye —lo detuve con la mano sobre el pecho. —. Lo siento, pero no quiero ser esa chica.
— ¿Qué chica? —se cruzó de brazos. —. La chica que eres es perfecta.
—Bueno, el tipo de chica que le dices indirectas que son totalmente directas. Simplemente es que mi mejor amigo está enamorado de mí y mi novio está desaparecido, aunque no hemos definido la relación. —respiré profundo. —. No seré la chica a la que todo el mundo ama. Eso es escalofriante, ¿entiendes? No me digas que cosas como 'eres la perfecta luna llena de mi corazón' o 'radical es tu belleza lobuna', porque créeme que eso es lo último que quiero ahora.
Se tocó la barbilla seductoramente.
—Dime una cosa, nena —se rió. —. ¿Es eso? ¿O es que soy tan extremadamente guapo que prefieres evitarme para no romperle el corazón a Stev? Le llamaré así, aún no acepto que es tu 'novio'.
—Eres gracioso, carismático, bobo. Un idiota sin comparación. —opté por decir. —. Pero no busco una relación contigo.
—Disculpa, nosotros ya tenemos una relación —dio un paso adelante.
— ¿De qué hablas...? —dudé.
—La relación de ser amigos —tomó mi barbilla y giró mi mejilla para depositar un leve beso.
Cerré los ojos.
—Si los cerraste, significa que he ganado una parte de ti. —comenzaba a alejarse. —. Sé que cualquier hombre tiene la oportunidad de conquistarte.
~•••~
—Créeme cuando te digo que odio comer hotdogs —se quejó Dagda al tomar una servilleta y limpiarse la mostaza. —. Esto de aparentar ser normal en el instituto, es escalofriante. Ni siquiera cuando era humana comía éstas anormalidades.
Observé a la otra mesa, donde Mikasa se encontraba con sus otros amigos, y que Zev no había vuelto al instituto ni siquiera aunque estuviese aquí. Me pregunto si al menos se habría dignado a visitarla.
—No lo detestes, decía lo mismo. Pero cuando era humana, sólo los comía con los aderezos. Una obsesión por la mayonesa. —le guiñé el ojo.
—Bueno, admito que odio la comida chatarra. —alejó el hotdog de su vista.
— ¿Qué tal la pizza? Todo el mundo ama la pizza.
—Bueno, yo amo la pizza. Todo el mundo ama la pizza. Y es por eso que a ti no te gusta lo que a la gente... Bueno, normalmente les gusta.
—Tienes razón, pero en mi humanidad, sí que amaba la pizza aunque era alérgica al queso.
Solté una risita por lo bajo.
—Papá siempre me regañaba cuando comía picante, aunque lo hacía a escondidas. O algunas veces era descarada y lo hacía delante de él...
—Ahora entiendo como se fue formando tu actitud de rebeldía —bufó Dag.
Seguía mirando a Mikasa desde lejos. Aunque ella de seguro ya había notado mi mirada, parecía estar feliz, muy feliz con sus nuevos amigos.
El sonido de un auto ir a máxima velocidad, un teléfono encendido. La navaja de una cuchilla liberarse. Me puse de pie tomando la mano de Dag, y ella me miró con rareza.
La puerta se abrió, y una multitud de estudiantes entró.
Su cabellera blanquecina se apoderó del momento. Sus jeans rotos, la sudadera de los Beatles que siempre llevaba, y a su perra de guardia a un lado.
Fui hasta ella, y miré sus ojos con profundidad.
— ¿Necesitas algo Wyvern? —dio un paso adelante. —. Me estorbas.
—Tú y orgasmo saben dónde está Stev —argumenté.
—Ninguno de nosotros lo ha visto. Los Banehallow desaparecieron, que eso te quede claro.
—Porque haya pasado un mes de su desaparición no significa que estén todos muertos —presentí la mirada de Mika de reojo, observando, al tanto de si tenía que estar dispuesta a atacar.
—He venido por unas cosas —me miró de arriba para abajo. —. Sabes que mi lado está con alguien más.
Editado: 22.07.2018