Nuestras manos estaban unidas al ver aquel gran edificio. No teníamos miedo, no íbamos a retractarnos. Solo eramos unos adolescentes en busca de un desafío, en busca de aventura. Vaya tontos que eramos.
Ninguno dijo nada, solo nos miramos entre nosotros cincos, intentando darnos confianza mutuamente.
Como dijimos antes de venir: "Juntos entramos, juntos nos vamos".
Podía sentir la tensión en el ambiente. Di un paso hacia la entrada. Nadie se retracto, no había vuelta atrás.
Habíamos entrado a pasar La noche en el manicomio.