Un joven cuyo andar era errático, se desplazaba por la población, siendo molestado por esta. Todos los hombres y mujeres se veían atraídos hacia él, deseaban hablarle. Aunque por el contrario, su interés solamente se encontraba en explorar los lugares que recorría. Cansado de ser interrumpido, decide desaparecer de la vista de toda persona.
Dirigió su camino por el campo y se sumergió entre los árboles.
Una mujer que se encontraba cerca, lo vio caminar entre toda vegetación. Intrigada, decidió ir hacia él.
Al encontrarse, la observó, y ella reaccionó sorprendida. No pudo creer que podía verla, ya que ningún humano debería poder hacerlo.
Su intriga creció tanto que comenzó a hablarle. Siempre se encontraba sola, poder hablar con alguien, la puso feliz.
Felicidad que se vio transformada en desesperación, él podía escucharla, pero no tenía interés en hacerlo. Narciso continuó su camino dejándola atrás. Ella, furiosa, se acercó velozmente y le exigió atención. Amablemente fue rechazada. La indiferencia por parte de él, se apoderó de la mujer, su espíritu se sacudía, no podía contenerse.
Decidió posarse sobre aguas que se encontraban cerca, y usó sus energías para llamarlo: el nombre Narciso se escuchaba como susurros en todo el ambiente.
El joven se vio atraído por ellos, y se encontraron nuevamente.
Con el don de la palabra, le ordena que la bese. Cuyo comando fue resistido.
Furiosa, se sumergió en las aguas, y nuevamente utilizó su don.
— Si no te enamoras de mí, no te enamorarás de nadie más, de nadie más que tú mismo, como ya lo has hecho. Te acercarás, en las aguas te encontrarás, y sobre todo verás, el rostro de tu perdición.— La voz de la mujer retumbó en todo el lugar.
Por intriga, él decide acercarse al agua, vio en el reflejo su propio rostro, confundido se alejó. La maldición no tuvo efecto, ya que ella, algo no sabía. No estaba enamorado de sí mismo, se sentía atraído por la libertad, la naturaleza y la vida misma. Las personas solo significaban una innecesaria distracción para Narciso.
Violentamente, las aguas se elevaron y tomaron la forma de la dama. Usó todas sus energías para impedir que el joven se mueva, velozmente acercó su rostro, y lo besó.
Todo alrededor se marchitó, el agua desapareció y el suelo se secó. Pero una flor amarilla nació. La dama se esfumó.
Consumió todo su ser para maldecirlo. Ese beso significó una unión, pero no entre ellos, sino de él y la naturaleza.
Esta orden irrompible podría verse como una bendición para Narciso, a partir de ahí pudo navegar por el mundo libremente, en contacto con todo ser vivo.
Pero poco tiempo después, pudo sentir como sus fuerzas eran drenadas y, a la par, su entorno se deterioraba.
Descubrió que las personas que se veían atraídas hacia él, eran consumidas por su belleza, se obsesionaban y perdían la cordura. Lentamente dejaban de comer y de beber, sus cuerpos decaían. Solamente pensaban en la magia de su apariencia, o en las erróneas bendiciones que podía brindar. Nunca fue su intención causar esto en las personas, pero estaba obligado a cumplir su maldición.
A medida que caían, él se fortalecía junto con las aguas, plantas y animales que lo rodeaban. Recorrió el mundo, las épocas humanas, su fuente de vida era interminable. Fue adorado por distintas civilizaciones, le hacían ofrendas a cambio de prosperidad.
La última vez que hombres y mujeres se toparon con él, fue llamado "la fuente de la vida", "el origen de todo", o incluso lo veían como un dios. No siempre necesitaba mostrarse en forma física, con trastornar los pensamientos de las personas y confundirlos hasta debilitarlos, a veces le bastaba. Se recitaron poemas, cantaron canciones y escribieron libros sobre él.
Todo en el universo tiene su equilibrio, la balanza puede inclinarse hacia un lado. Pero tarde o temprano buscará su centro natural.
En España, año 1592, luego de atormentar un sabio y virtuoso hombre, Narciso se encuentra con una mujer, su próxima víctima. Pero si bien ella se veía atraída hacia él, nunca decaía, su salud se encontraba intacta. Poco a poco tenían encuentros.
Un saber comenzó a brotar en ella, comenzó a descubrir intenciones ocultas, y lentamente fue aprendiendo su misión.
El alma de la mujer del lago, sin encontrar paz, atormentada por su error, fue transformada con el pasar del tiempo. La naturaleza le exigió orden, y la obligó a adherirse a un cuerpo humano.
Debía detener el ciclo eterno de la vida del joven, pero este había acumulado demasiada vitalidad con el pasar de los años. Supo entonces, que sus fuerzas no eran suficientes para detener la eternidad, pero si encerrarla dentro de otra.
En uno de los encuentros con el joven, del cual se había enamorado fuertemente, sin ser correspondida. Decide engañarlo.
Con el corazón roto y lagrimas sobre sus mejillas, gracias a la energía de la luna, logra ordenarle que la bese. Consumiendo además su vida en esta orden, él se ve obligado a cumplirla. El beso se concreta y ambos desaparecen. Lo único que quedó en el lugar fue una cadenita con una cruz que la joven poseía.
Todo tiene su contraparte, todo está conectado, todo busca su equilibrio.