- Bueno, yo me voy primero, tengo que llamar a Andrea para avisarle que llegamos, ¿sabes dónde ir Anderson? – Dijo Paz mientras descendía del vagón.
- Dijeron que me vendrían a buscar, pero creo que tengo que ir a la iglesia del gran campanario -
- Nos vemos luego en casa entonces - se despidió con un beso de su hermano para ir hacia una de las salidas del andén.
Al bajar del tren logro divisar la gran iglesia que podía verse tras la cupula de vidrio de la estación, sus dos torres y el campanario resaltaban entre la lúgubre ciudad. Trato de reconocer a alguien, pero nadie tenía un letrero con su nombre, decidió caminar sin rumbo por la estación hasta que, al llegar al andén siete, un hombre alto de negro lo llamo.
- Mr. Anderson, mi amo lo espera – Le hablo el extraño de negro.
El hombre media un metro ochenta como mínimo, su sombrero no dejaba observar bien su rostro y era tosco para hablar. Anderson lo siguió hasta un auto negro clásico, sin cruzar una sola palabra, el hombre le abrió la puerta este subió, una vez dentro, el chofer se puso en rumbo a la iglesia, parecía estar cerca, pero la verdad es que era solo la apariencia; quedaba a unos tres o cuatro kilómetros de la estación.
El vehículo se detuvo en la entrada de la iglesia del gran campanario, Anderson se bajó del automóvil y el gran sujeto también lo hizo, este último lo condujo al interior del templo; Anderson titubeo un poco sobre si entrar o no, al mirar hacia arriba se observaba la imponencia de la estructura, parecían que sus torres alcanzaban el cielo, al entrar, la sorpresa no fue menor, la arquitectura interna era majestuosa y parecía como si nada hubiera pasado; todo brillaba, su nave central era enorme y en el fondo el altar mayor, hecho de piedra tallada a mano, tenía diez figuras en su recorrido, cada una representando a los diez mandamientos, tras él, una gran pintura que era réplica del juicio final de la que, antes del declive del cristianismo, era la capilla Sixtina.
Al avanzar por la nave central el hombre de negro se detuvo cerca de la entrada, Anderson lo miro y siguió adelante, la atmosfera era rara y se sentía inquieto, una figura se encontraba en la segunda banca de la fila derecha, no parecía un sacerdote o alguien encargado del lugar, al llegar a ella, vio que era un hombre de unos treinta años de edad de pelo corto y de traje, este lo invito a tomar asiento junto a él, a lo cual Anderson accedió.
- Un placer conocerlo, teniente Torres – Comenzó la conversación el sujeto.
- Ya no soy teniente mi estimado, además sabe que en el ejército usábamos apellidos falsos - Respondió Anderson.
- Mis disculpas, pero aun así prefiero llamarlo por su antiguo nombre si no le molesta -
- La verdad es que no me trae gratos recuerdos… pero usted me contrato, puede hacer lo que usted estime conveniente -
- Me alegra escuchar eso señor Torres- Hizo una pausa mientras se arreglaba un poco - pero que modales los míos, me presento, mi nombre es Thomas Miranda, soy… -
- Candidato a alcalde de Winter, posee un gran apoyo dentro de ciertos lugares de la ciudad y pueblos aledaños dentro del territorio de Winter- Se anticipó en hablar Anderson.
- Veo que está bien informado eso nos ahorrará plática, como ya imagino que sabrá, está aquí como mi guardaespaldas -
- No veo el por qué me necesita si ya lo tiene a él, no creo que su carrera política sea tan peligrosa como para requerir el contratar a un antiguo teniente del ejército – Dijo Anderson mientras miraba al tipo de negro apostado en la entrada.
- Créame señor Torres, ellos no podrán realizar el trabajo que tengo planeado para usted, pero eso será en otra ocasión - Thomas se levantó indicando la salida a Anderson - por ahora solo deberá presentarse conmigo dos veces por semana a partir de mañana, en el edificio de siete pisos que está a unas calles de aquí, no tiene perdida, usted cumpla y la paga de medio millón será toda suya -
- Bueno, señor Thomas, no sé por qué la paga es tanta y tan poco el trabajo, pero necesito el dinero - Anderson se levantó, estrecho la mano de Thomas y tomo rumbo hacia la salida.
- Créame señor Torres, pronto se dará cuenta de lo que está por suceder en Winter - Añadió Thomas mientras Anderson caminaba hacia la gran puerta de la iglesia.
…
- Sí que te tardaste, llevo esperando unos veinte minutos- Dijo Anderson sentado en las escaleras de la iglesia.
- Lo siento, estaba ayudando a Andrea a ordenar un poco mis cosas - Respondió Paz desde el automóvil gris.