Las charlas familiares siempre resultaban un problema. Nunca podía pasar nada bueno si los Ivanov se reunían en un solo lugar, eso siempre era el indicativo que algo pasaría, tal como aquella vez en el Darkens. La pelea de aquel día dejó en claro quien era el que reemplazaría a Sergei Ivanov, Zev dejó en claro que él era el más fuerte entre todos. Frente a todos aquellos pertenecientes a la organización, él demostró su cargo, y todos ellos lo tuvieron más que claro, Zev Ivanov era un digno representante de la familia, pero ahora nada de eso importaba, aquella noche en el Darkens sería olvidaba a penas se mencionara que Zev no tenía nada que ver con nosotros. Los Ivanov controlaban toda Rusia y no había lugar para alguien aparte de nosotros que se atreviera a subir a la cima.
– Supongo que todos saben porqué estamos aquí. Tenemos que hacer algo para que los desterrados se vayan de una vez, y aunque me molesta reconocer que no tengo un plan, se los confieso a ustedes.
No había necesidad de eso. Yo ya tenía la solución en mis manos.
– ¿Porqué está la tía Margo aquí? – pregunté al desconocer la razón por la que Margo Ivanov se encontraba aquí, siendo que se suponía que ésta sería una reunión de la familia de Sergei, no de los Ivanov en general.
– Gracias por tu amabilidad Leander, pero eso que ustedes saben es algo que yo he ocultado por años, así que tengo derecho de estar aquí.
Los cuatro intercambiamos miradas entre nosotros, para finalmente posarla en Sergei, quien simplemente se encogió de hombros con indiferencia.
– Estuve ahí ese día, el día en el que Agnes perdió a su hijo, fue un evento que todos los Ivanov presenciaron y que sería obvio que todos sospecharon cuando Sergei apareció un día junto con Agnes con un niño en sus brazos. Me enteré de ello, porque siempre he sido esa niña consentida que se apega a su hermano mayor, conozco bien a mi hermano y él confía en mí. Guarde este secreto por tanto tiempo que ahora que más personas lo saben, no tardara para que todos se enteren de esto, así que debemos de detenerlos.
– ¿Como se enteraron de esto ellos? ¿No cree usted que alguien debió de difundir el rumor? – preguntó Zev retador.
El ambiente se sentía cada vez más pesado y agotador. La tía Margo parecía molesta con la insinuación que Zev había hecho, pero aún así trató de contestarle de la manera más paciente posible.
– Yo no fui la única que estuvo ahí cuando Agnes perdió los estribos por su aborto, ¿crees que alguien creería que esa mujer que estuvo tanto tiempo de luto y jurando que odiaba a tu padre, iba a embarazarse de nuevo en tan poco tiempo? No conoces la historia Zev, así que no tienes derecho a sacar conclusiones de ella. Frederick también estaba ahí. Recuerda que secuestraron a Yelen con el objetivo de que ella comprobara su teoría revelando el secreto que ocultábamos, supongo que hallaron otros medios y cuando se dieron cuenta de que realmente no eres uno de nosotros, entonces pasaron a su siguiente plan.
Eso tenía lógica.
Si algo caracterizaba a Margo Ivanov era su honestidad y lealtad hacia Sergei. Siempre se ha mantenido a su lado, era la única de todos sus hermanos que no envidiaba a mi padre por haber ascendido al líder de la organización, incluso podría jurar que ni siquiera Alexander sabía de esto, ya que no estaba presente.
– Ese día que les llegó aquella nota, ¿fuiste a verla?
Zev giró su rostro hacia la pared, tratando de ignorar aquella pregunta. Aún se sentía incómodo por ello, no estaba tan seguro de sus orígenes y no quería aceptarlo, había crecido como un Ivanov y tratar de aceptar a alguien más lo hacía sentir inseguro de todo aquello que había vivido. Lo comprendía, aunque no del todo, yo también me sentiría de esa manera si una completa extraña me dijera que es mi madre cuando nunca antes la había visto. Sergei y Agnes nos habían metido a todos en un completo enredo, habían construido un imperio a base de mentiras y por ello se estaba derrumbando con cada verdad que salía a la luz.
– No tengo nada que ver con ella. ¿Porqué debería de construir una relación con una completa desconocida?
– Ella no tiene la culpa Zev – menciono esta vez Sergei que se había mantenido en silencio hasta ahora. – Era muy joven cuando te tuvo, no sabía la responsabilidad que era tener un hijo…
– Lo sé – lo interrumpió Zev – ya me sé la historia y no me interesa para nada.
Sergei se masajeó las sienes con sus manos, sería difícil convencer a Zev de perdonarla o tan siquiera de aceptarla. Ese día la había dejado completamente atrás sin decirle nada, la mujer se veía triste, me había dicho que su nombre era Larisa y que siempre se encontraría en ese lugar por si algún día su hijo necesitaba hablar con ella, dudaba mucho que Zev lo hiciera, pero no quería romper aún más su corazón. Parecía haber sufrido mucho, pero él también lo había hecho y sería complicado que Zev se acercara a ella, aunque no era tan imposible.
– ¿Algo más que deban decirnos? Está familia está rodeada de mentiras que dudo mucho que algo más pueda sorprenderme, tal vez y Mihail también es un hijo perdido tuyo que desconocemos. Crecimos creyendo que eras un completo mujeriego que solo le importaba el honor de su familia, así que el hombre romántico que dices ser, no es algo que podamos aceptar tan fácilmente.
El comentario de Yerik pareció molestarle, pero aún así no hizo nada más que dedicarle una mirada seria, aquella mirada que antes cuando éramos unos niños tenía el poder de cerrarnos la boca por el temor que ésta imponía en nosotros. Pero ya no más. Ya lo habíamos enfrentado una vez, ahora ya no le teníamos ni el mínimo ápice de miedo.
– No digas tonterías, Yerik.
– ¿Porqué no lo piensas un poco más? ¿Acaso ese chico no tiene los ojos azules iguales a los de nuestra familia?
– No colmes mi paciencia, Yerik. No solo nosotros tenemos los ojos de ese color, hay miles de Rusos con esa tonalidad.
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Editado: 14.02.2022