—¿Por qué Malfoy no para de mirarte? —preguntó Ginny mirando de soslayo a su novio, mientras desayunaban en el gran comedor.
—¿Eh? —preguntó Harry alzando sus ojos verdes del plato de comida que tenía enfrente.
—Malfoy, Harry. No deja de mirar para acá cada pocos segundos —repitió cansada.
Últimamente lograr retener la atención de Harry estaba resultando todo un reto. Habían pasado cuatro meses desde que los juicios habían llegado a su fin y poco a poco todo el mundo volvía a actuar con normalidad. Todos salvo Harry, que al parecer se hallaba perdido ahora que nadie dependía de él. Parecía que un mundo en paz era un lugar en el que no sabía desenvolverse y todo lo que lo rodeaba le resultaba carente de emoción.
—No sé Ginny —dijo encogiendo los hombros despreocupado y continuó atacando su comida.
—¿No sabes qué? —le preguntó su hermano a Harry, mientras se derrumbaba sobre el banco de madera entre ellos dos.
Lo miró molesta por su falta de respeto constante a la intimidad que se supone dos novios debían tener y apretó los dientes intentando no estallar contra él. Ron no entendía que era de mal gusto estar siempre en el medio de ellos, literal o figurativamente, claro.
—Polqu Drgo m mra —respondió con la boca llena de comida.
—¡Harry! —lo reprendió Hermione mientras se sentaba frente a ellos. Ron se rio entre dientes igual que Harry.
Ella decidió dejar de prestarles atención y siguió mirando a Malfoy. Harry le llamaba Draco desde su juicio y por más que le dijera que era extraño, él se justificó diciendo que ya eran grandes y era hora de madurar. No es que le hiciera gracia que la llamase inmadura en su propia cara, pero entendía su punto.
El rubio frente a ella, separado por una buena cantidad de alumnos y espacio, revolvía de un lado al otro la comida sin probar nada y después de contar hasta diez, lo vio volver a fijarse en Harry. Había algo extraño en su comportamiento. No podía negar que no parecía estar tramando algo malo, pero había algo en su mirada que la ponía en guardia y hasta no averiguar que pasaba iba a seguir vigilando.
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Ron podía entender porque todo el mundo creía que era un idiota, de hecho él trabajaba muy duro para sucediese. Así que era justo decir que estaba orgulloso de si mismo.
Cuando era más chico había tenido grandes problemas para aceptar que no lograba sobrepasar a ninguno de sus hermanos y ser el mejor amigo de Harry Potter solo intensificó su frustración. Todo eso quedó en el pasado cuando fueron al fallido rescate de Sirius. Fue solo en ese momento, cuando vio con sus propios ojos que quizás ser el que sobresalía del montón no era algo por lo que valía la pena luchar.
Desde su segundo puesto podía ser partícipe de todo lo que pasaba, pero jamás era algo dirigido contra él. Aprendió desde su lugar que ser el amigo medio tonto traía beneficios, tanto para él mismo como para sus amigos, mucha gente era descuidada acerca de él; se les olvidaba constantemente tenerlo en cuenta o pensar si hablar de algo o no frente a él. Total, era el amigo de Harry, no poseía su astucia o la inteligencia de Hermione, pero lo que todos olvidaban era que él fue el hermano más chico de Fred y George. Nadie logra padecerlos tantos años y no desarrolla una habilidad para escabullirse de cualquiera o cualquier cosa. Por eso cuando escuchó a Malfoy hablar con Pansy y Blaise en el pasillo se apresuró a escabullirse lejos de esos tres.
Como buen hermano menor de Percy sabía oler a lo lejos una alianza y esos tres tenían algo entre manos. Su hermano, hábil en la política, le había enseñado una o dos cosas y ellos tenían siempre la misma cara que ponía Percy cuando trataba algo con algún amigo para incrementar su poder político a costa de alguien. De Charlie y Bill aprendió el arte de observar; notaba a Ginny cada vez más frustrada por la indiferente actitud de Harry ante todo y podía apreciar algo creciendo dentro del pecho de su mejor amigo, lástima que ese algo nada tenía que ver con Ginny.
Se había quedado en el medio porque no estaba dispuesto a declinar ni para uno ni para el otro, pero fuese lo que fuese, tenía que definirse rápido antes de que las cosas llegarán a un punto en el que se lastimaran. Hermione insistía en que Harry estaba viviendo un estado de shock, para él eran patrañas muggles y dejó de insistir con la inverosimilitud de este hecho cuando su novia lo miró llena de furia y le reprochó ser un mal amigo. Ella quería poner sentimientos en todos lados y lo único malo que pasaba con Harry era que insistía en vivir la vida que todos habían diagramado para él una vez que todo terminara.
De alguna forma se las arreglaron para dejarle un camino que seguir y Harry se limitaba a atravesar ese sendero haciendo lo que se esperaba de él. Que se case con Ginny y tenga tres o cuatro preciosos hijos. No es que no deseara eso para él, pero en el fondo sabía que Harry quería algo más. No sólo ser auror, sino algo que no estuviera impuesto por los demás. Entendía a Harry como nadie más podía hacerlo, él siempre soñó con abrirse un camino que ninguno de sus hermanos hubiese recorrido. Sus aventuras con Harry garantizaron eso, pero para Harry solo significó otro paso en la dirección que tenía que ir y ahora habían logrado convertir su relación con Ginny en lo mismo.
Solo era cuestión de tiempo a que Harry se diera cuenta de que era lo que estaba buscando para romper el duro molde en el que habían puesto su existencia y sabía, por la forma en que su amigo parecía estar poco a poco llegando al borde de algo, que iba a volarle a todos la cabeza.
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Editado: 05.02.2021