Capítulo 4 temporada 2 Un asunto muy personal y bochornoso.
Subí directo a mi habitación y comencé con las pruebas, por suerte me estaba orinando. Quise llamar a mi mejor amiga, y estuve a punto de hacerlo, pero me detuve. Este era un asunto muy personal y bochornoso, implicaba muchas cosas; no era como si pudiera decirle quién sería el padre de la criatura. Me sentía tan sola, que no pude parar de llorar mientras esperaba los resultados.
Más tarde comprobé que mis sospechas no eran infundadas. La pequeña criatura que se gestaba en mi interior, me devolvió las ganas de vivir; aunque también sabía que traería consigo un montón de dificultades; no obstante estaba dispuesta a aceptarlo todo por traerla a este mundo, sin importar el precio que tuviera que pagar.
Había empezado a ponerme ropa holgada, era para acostumbrar a las personas a verme de esa manera; fue con el objetivo de disimular el embarazo, por el mayor tiempo posible, cuando comenzara a abultarse mi vientre. Por el momento apenas se notaba algo, parecía como si hubiera comido mucho. No obstante esconder el embarazo era una situación insostenible, al menos mi madre debía saberlo, sin embargo le temía y lo callé.
Pocos días después me decidí a hablar con Natalie, no podía seguir ocultando mi embarazo por más tiempo, no me hacía ningún bien y tampoco a la criatura; además no era algo que podía ocultar para siempre, mi barriga seguía creciendo y era inevitable que en cualquier momento lo notaran. Tenía que contar con alguien para que me ayudara a ocultar su existencia, estaba claro que no podía ser de conocimiento público y lo que más me estaba costando era saber de qué modo podía convencer a mi progenitora de que había que mantenerlo oculto sin revelarle la verdad del meollo. Salí del dormitorio y caminé hasta el de mi madre; sin embargo al llegar toda mi determinación se quebrantó, las piernas me temblaban sin control. Observé la puerta por un tiempo, incapaz de reaccionar. Alcé mi mano temblorosa y toqué la superficie de madera maciza, con temor.
—Adelante —concedió mi madre, desde el interior.
Pasé vacilante.
—Hija, ¿y eso tú por acá?, están tan cerca las habitaciones, pero tú nunca vienes; a no ser que quieras pedirme algo —concluyó con tono reflexivo.
—No vine a pedir nada —aclaré.
—¿Y entonces? —Se veía intrigada.
—Es que... —dudé—, estoy embarazada.
Solté sin anestesia.
—¡¡¡Qué!!!
El grito agudo que soltó me perforó los tímpanos. Creo que fui demasiado directa, por la cara de mi madre creí que le daría un patatún.
—¡Estoy embarazada! —repetí ganando seguridad, no era una criminal y no estaba arrepentida de nada.
—¡No puede ser!, ¿cómo? —Quedó aturdida.
El cómo (?), creo que ella lo sabía muy bien, no creí necesario responder. No le iba a decir que fue por obra y gracia del señor, como la virgen María; aunque en mi caso fue por obra y gracia, del hijo del diablo (literal).
—Es un hecho, madre; tengo alrededor de 4 meses —respondí en cambio.
¿Cómo lo sabía?, pues no estaba segura de nada, ese era el tiempo que pasó desde que estuve con Nefilim la primera vez y aunque después lo había hecho con protección, con ambos, igual cabía la posibilidad de que un condón se rompiera o estuviera defectuoso (Su efectividad como método anticonceptivo es del 85 al 95%). Para hacer el amor con Nefilim, tuve que ir a la farmacia y comprar la talla más grande que existía (xxl+20cm) y aún así le quedaban como un pequeño gorro en la cabeza.
—¡¡¡Qué!!!
Otro chillido que me dejó doliendo los oídos.
—Vas a ser abuela.
El cachetazo que voló veloz hasta mi mejilla no lo esperaba, aunque sí lo merecía; pero era la primera vez que mi madre ponía su mano sobre mi cuerpo.
—¡Lo dices tan tranquila! ¡Eres una desvergonzada! —gritó furiosa.
Supongo que tenía razón por ese motivo no contesté.
—¿Quién es el bastardo de su padre?
Esa era la pregunta a la que más le temía y una que no podía responder.
—No lo sé.
Otro cachetazo más fuerte, o quizás dolió más porque mi piel estaba lastimada por el anterior. Me masajeé con cuidado, me escocía la mejilla y mi ojo izquierdo lagrimeaba con ardor.
—¡¡¡Qué clase de hija tengo!!! ¡Acaso eres una cualquiera que se revuelca con todos los hombres?
Quizás tenía razón, antes me acostaba con Nefilim y con Owen. Aunque después de que desaparecieron de mi vida, estaba más sola que la soledad. Me quedé callada, prefería que mi madre pensara lo peor de mí, tampoco tenía otra opción.
—¡Te quedas callada! —gritó exasperada.
—Qué puedo decirte, madre; merezco tus duras palabras y tu maltrato —la voz se me quebró, mordí mis mejillas por dentro.
Tenía un nudo en la garganta y unos deseos de llorar insoportables; sin embargo luchaba, con todas mis fuerzas, para permanecer entera y no hacerme pedazos. Sabía que iba ser difícil contarle a mi madre, pero no imaginé que tanto. Me estaba tratando con demasiada rudeza.
—Hija... —pronunció esa palabra en un lamento desgarrador.
La miré sorprendida, no me lo esperaba, la que se hizo pedazos primero, fue ella.
—Lo siento mucho, mamá; de verdad lo siento —la voz se me quebró, pero esta vez no fue por contener mis emociones sino por liberarlas, los ojos se me aguaron.
—¿Qué será de tu vida? —se lamentó.
Apenas podía distinguir el rostro de mi madre, debido a la nube borrosa que se estacionó en mis ojos.
—Yo estoy muy consciente..., pero no me arrepiento.
—¡Eres una niña!
—Una que pronto será mamá —rebatí enérgica.
—No sabes en lo que te has metido —expresó con amargura.
—Tú pudiste sola, yo también lo haré.
—¡Pero no es lo mismo!, tu tenías un buen futuro por delante y lo arruinaste.
No lo consideraba de ese modo, este pequeño me había devuelto a la vida; aunque ese era un secreto que jamás le confesaría a ella (no admitiría que pensé en quitarme la vida), en cambio expresé lo que era mejor para las dos.
#9836 en Fantasía
#4897 en Thriller
#2598 en Misterio
demonios y humana, romance fantasía acción aventuras, peligros y adrenalina
Editado: 02.07.2022