William examinó a Owen aprovechando su estado de aparente inconsciencia.
Presentaba dificultad para respirar, su presión arterial era peligrosamente baja. Su ritmo cardíaco anómalo. La vida de Owen corría peligro. Sabía que no era una persona, pero su estado era crítico.
—¡Está teniendo un infarto de miocardio!, constató alarmado, lo dijo en voz alta sin darse cuenta.
Owen no se impresionó, lo sabía, conocía su cuerpo mejor que nadie. Llegó a ese estado crítico, no solo por volar a una velocidad superior a su capacidad física sino también, por todo lo que luchó para vencer esa maldición de la Luna de sangre.
—Cálmate, no es tan grave como crees...
William respingó al escuchar la voz.
—¡Estás despierto? —. No lo esperaba.
—Claro que lo estoy, no puedo dormir sabiendo el peligro que acecha...
—Lo siento —tartamudeó y se alejó de Owen.
—Por esta vez lo dejaré pasar.
—¿Y si mueres...?, ¿qué haremos nosotros...?
No sé atrevió a mencionar a la demonio, pero miró al rededor con pánico reflejado en el rostro, a la defensiva.
—No moriré, deja de temblar. No seas tan cobarde.
«Claro, tú estás tranquilo porqué tú no eres humano y te puedes defender, pero yo no»; pensó, sin embargo no sé atrevió a decirlo, en cambio le dijo.
—Pero si viene..., estás muy débil para luchar.
—No necesito luchar para que me tema.
En eso estuvo de acuerdo, la apariencia corpulenta de Owen, sumado a su dura mirada y su voz peculiar, intimidaría a cualquiera, humano no. William sacó unos medicamentos de su maletín de médico. Tomó de cada blíster la dosis que creyó necesaria y se las ofreció.
—Y esto... —Owen lo miró con un atisbo de sorpresa, mezclada con su seriedad habitual. La única que conocía una cara diferente, era Layla.
—Tómalo, te ayudará.
Owen lo hizo y William le alcanzó un vaso con agua. Lo tomó sin vacilar no solo porque confiaba plenamente en él, sino porque dudaba que un medicamento humano lo pudiera matar.
—Solo quédate alerta, no hables más y déjame descansar.
—De acuerdo.
Se volvió a acostar con cuidado de no chocar a Layla con sus alas y cerró los ojos. La noche pasó sin ningún otro percance que lamentar.
Emma abrió los ojos y miró todo a su alrededor con extrañeza. Su mente estuvo confundida al principio, pero luego reconoció el lugar, ya había estado allí antes.
¿Qué demonios hago aquí...?
Lo último que recordaba era haber visto a Layla en su cuarto, la noche anterior. Permanecía despierta, a pesar de que era muy tarde, porque se entretuvo con el celular.
—¿Qué haces aquí?, ¿cómo entraste?, ¿por qué no me avisaste que vendrías?
Era muy extraño, fue como si apareciera de la nada; no sintió sus pasos, ni la puerta al abrirse. Además no escuchó ningún ruido abajo, sus padres dormían temprano porque tenían que trabajar al día siguiente. Su casa no era muy grande y todo se escuchaba.
—Necesito invitación para venir...
—No, claro que no, Layla; eres mi mejor amiga.
—¿Lo soy...?
Algo estaba fuera de lo normal, Layla se veía diferente: su mirada, su voz y su expresión eran inquietantes.
—Sí, claro que sí —afirmó, a pesar de no sentirse muy segura en ese momento. Su amiga era algo rara y en estos últimos tiempos, mucho más de lo normal; pero con este comportamiento se estaba pasando.
«¿Era el día del inocente o quizás la noche de Halloween? No, definitivamente no era ninguna de esas fechas. Aún faltaba una semana para el día de las brujas y un par de meses para el primero. Incluso había elegido el disfraz apropiado para halloween. Quería que Layla usara un estilo parecido, sin embargo no había tenido tiempo para conversar con ella, no por mi, tenía tiempo de sobra, pero Layla siempre estaba ocupada. No podía entenderla, se había establecido una barrera entre ellas. Su amiga estaba muy diferente y distanciada; aunque eso le dolía mucho, trataba de entenderla. No obstante era muy difícil entender, cuando no te dicen nada.
—¿Confías en mí? —preguntó mientras se acercaba, por instinto Emma retrocedió un paso, no obstante Layla (Meka, pero ella creía que era su mejor amiga) llegó a su altura con demasiada rapidez y después... nada, no recordaba que fue lo que sucedió después.
—¡Alan! —. Verlo allí, la sorprendió más.
Alan abrió los ojos, se sentía cansado y el cuerpo pesado.
—¡Emma!, ¿estás bien?
Movió el cuello con rapidez y le dolió.
—¡Ay! —se quejó.
—¡Cuidado! —demasiado tarde el aviso—. ¿Te duele mucho?
Emma sintió algo incómodo en su cuello y se tocó.
—Suave, tienes un vendaje.
—¡¿Vendaje?!, ¿cómo?, ¿qué me pasó?
Alan recordó todo lo que vio y escuchó la noche anterior.
»—Yo... No entiendo.
Escuchó la voz de Layla como si estuviera muy lejos.
—Busca papel y lápiz, o escribe un correo o un mensaje en tú celular. Me da igual si lo haces a la antigua o con tecnología; pero vaz a escribir lo que te diga.
La voz amenazante que le respondió, lo despabiló un poco más, presintió que algo andaba mal.
—¿Lista? —la voz gélida habló de nuevo y puso su sentido auditivo en alerta.
—Sí.
—Querido Owen, estar contigo me trajo mucha felicidad, pero también muchas cosas malas, y al final las malas terminaron prevaleciedo en mi cabeza. En un eclipse de Luna, como el de esta noche, casi me quitas la vida y en esta noche te fuiste con mi hijo, porque se vuelven monstruos en noches cómo está, no lo puedo aguantar por más tiempo. Envejeceré y eso me deprime cada día más, porque tú seguirás igual por siempre. No puedo soportar seguir viviendo, quiero que me recuerdes joven y bella por siempre, esta es una forma de tener juventud eterna, porque no envejeceré. Este es mi deseo, acéptalo por mí. No te sientas culpable, esta fue mi decisión y es lo mejor para los dos. Te dejo a cargo nuestro hijo y a mi madre. Cuídalos muchos, me despido para siempre, si vuelvo a nacer, no quiero que me busques. Déjame vivir una vida humana normal. Adiós para siempre.
#9824 en Fantasía
#4899 en Thriller
#2603 en Misterio
demonios y humana, romance fantasía acción aventuras, peligros y adrenalina
Editado: 02.07.2022