Lían se encontraba en la banca de la cancha de baloncesto, había terminado el partido, victorioso, la mayoría de jugadores se habían ido, solo quedaban dos chicos que estaban limpiando la cancha y él.
-estoy aquí –dijo Evan llegando a toda prisa, sentándose al lado de Lían.
-el partido se terminó, llegas tarde –dijo Lían sin importancia, Evan asintió con una mueca –no me digas, Monserrat –dijo con un tono de decepción.
-lo siento, ella no se acostumbra al lugar aún.
Lían asintió pensativo.
- ¿no ha conseguido amigos aun? –pregunto curioso.
-ahora que lo mencionas, dijo que conocía a una chica, pero nunca la he visto.
-ya veo –dijo Lían - ¿puedes quedarte a vigilarlos? –se refirió a los dos chicos, Lían se levando se su asiento, sin esperar respuesta alguna.
- ¿Qué? –se sorprendió Evan.
-gracias –dijo con una sonrisa –nos vemos en la tarde –Lían salió con prisa de la cancha.
- ¡Lían! ¡espera! –grito Evan, pero Lían lo ignoro.
Evan se quedó en su asiento, soltó un bufido, y paso su mirada a los chicos que estaban jugando.
- ¡oigan! –los chicos lo miraron sorprendidos y siguieron limpiando la cancha.
Lían salió satisfecho de la cancha, sus clases habían terminado, así que tendría la tarde para comprar el dichoso regalo de cumpleaños para Evan. Habían quedado a ir en la noche con Luana y Elisabeth, ya que la última estaba muy ocupada con la universidad, a la casa de Evan a celebrar. A lo lejos cerca a la salida, Lían miro a Luana de espaldas, parecía estar esperando a alguien.
-Hola –la sorprendió tocando sus hombros.
Luana salto por el repentino toque, se giró de golpe.
- ¡Lían! –dijo Luana con un tono nervioso.
- ¿me estabas buscando? –dijo Lían con un tono coqueto.
Luana mordió su labio inferior nerviosa, luego sonrió para disimularlo.
-ah, no –dijo Luana con una mueca –espero… espero a unas compañeras, quedamos a vernos a la salida.
Lían asintió no muy convencido.
-está bien –ella asintió rápidamente –me voy, nos vemos en la noche –Lían se agacho a la altura de Luana, y le dio un rápido beso en los labios –adiós.
La actitud de Luana le pareció extraño a Lían, no le quería dar importancia, pero le preocupaba. Fue hasta su casa y se aseo, comió algo ligero, para salir al centro comercial más cercano, y comprar el regalo para Evan. En cuanto llego entro en una joyería, lo primero que observo fue los relojes, se acercó y empezó a mirar cual sería el más conveniente y del gusto de su amigo. Al final escogió un plateado con dorado, con números romanos, y el fondo negro.
-un excelente regalo –susurro para sí mismo.
Después de comprar el reloj, salió de la tienda, para ir por unas malteadas, e ir a la casa a esperar por la noche. Cuando estuvo fuera de la joyería, una dulce, pero a la vez amarga voz lo llamo.
-Lían –él se giró, para mirar el rostro que menos deseaba ver, Monserrat.
Ella le causaba un sabor amargo en la boca, realmente no la conocía, la primera vez que la vio fue en la casa de Evan, o tal vez no.
-Monserrat –dijo cortante. Ella sonrió con malicia.
-mírate –dijo con dulzura, el frunció el ceño sin entender –tu cabello no ha cambiado, me encanta como te queda cuando te lo recoges.
Monserrat empezó a rodearle tocándole los hombros, Lían se alejó con desprecio.
- ¿Qué quieres? –dijo Lían con un tono amargo.
Ella se paró al frente de Lían y sonrió con malicia.
-tus ojos son hermosos y tu piel sigue igual de blanca –dijo recorriéndolo con la mirada –serias todo mío –se mordió el labio inferior.
-no entiendo de que hablas.
Monserrat dejo de sonreír, coloco un semblante serio y lo miro a los ojos, con unos ojos de muerte.
-Hola Moseth –dijo Monserrat.
Lían frunció el ceño, recordando cada paso desde el accidente, el orfanato, la psicóloga, su pesadilla, y el hospital; sus manos empezaron a sudar y su corazón empezó a palpitar desenfrenado, trago salió, tomo un fuerte suspiro, y sonrió disimulando sus efectos, no se iba a dejar intimidar.
-el diablo vestido de ángel –dijo Lían con un tono suave y tranquilo, Monserrat frunció el ceño –al final no conseguiste lo que quisiste, ¿verdad?
Monserrat apretó sus manos en forma de puños, para luego colocar sus ojos en blanco. Después tomo a Lían de su camisa teniendo un fuerte agarre.
-no creas que, porque tu tío te salvo de un asqueroso pozo vas a dejar de ser miserable, una basura reciclable, agradece que tu tío tuvo compasión de ti, no como tus padres que ni siquiera te pueden ver la cara.
Lían no se inmuto, se soltó de un fuerte Jalón, sin soltarle la muñeca a Monserrat, agarrándola muy fuerte.
-cállate, tu sabes nada de mi –dijo con furia –nunca obtendrás lo que quisiste.
La soltó fuertemente empujándola un poco, Monserrat se volvió a posicionar con más fuerza. Suspiro fuerte calmando sus ganas de hacer un escándalo.
-ya veremos quien obtiene lo que quiere al final.
-nunca obtendrás a Evan.
Ella sonrió con malicia.
-eso ya lo veremos –se dio la vuelta y se fue, dando pasos fuertes.
Lían suspiro, su corazón no paraba de dar fuertes golpes, pero sus sentidos parecían estables, tal vez era por la adrenalina que todavía recorría por su cuerpo. Salió del centro comercial directamente a su casa, en cuanto llego sintió desvanecer su cuerpo, parecía haber jugado muchos partidos de seguido, se acostó en su cama y se quedó dormido.
. . .
Monserrat fue hasta los baños, coloco algo de agua fría en sus mejillas y se miró al espejo, de repente algunas lágrimas empezaron a brotar de sus ojos, respiro agitada, su furia se hacía presente. Se limpió ágilmente las pocas lagrimas que rodaron por sus mejillas y tomo su teléfono.
-hola Nora, ¿esta lista?