La otra cara de la luna

CAPITULO 20.

Elisabeth salió de la universidad cerca de anochecer, se sentía muy agotada, pero hoy era un día muy especial. Fue a la panadería más cercana, compro un pastel y algunos dulces. Saco tu teléfono y le envió un mensaje a Lían. Después de comprar el pastel se fue a casa de Evan.

Había caminado media hora de la universidad a la casa de Evan, estaba a dos cuadras, le pareció extraño que Lían no contestara su mensaje, soltó un suspiro y siguió su camino.

Al estar en la esquina del vecindario, podía ver claramente la casa de Evan, ella sonrió, dio dos pasos y se detuvo. Monserrat llegaba en un lujosísimo auto, traía su cabello lacio, con un vestido ceñido al cuerpo, tacones altos y algo de maquillaje; Elisabeth hizo una mueca y espero.

Monserrat bajo de su auto y toco el timbre, enseguida abrió Evan, él pareció sorprenderse no solo por lo bien arreglada que estaba Monserrat, sino también por su presencia. Elisabeth no dejo de mirar, tal vez ella no tuvo tiempo de arreglarse, pero traía un detalle, que hacía que fuera especial. Siguió sus pasos, decidida a seguir con su cumplido, pero de repente paro en seco y el pastel se cayó de sus manos.

Monserrat se había arreglado muy bien, saco su auto, y fue hasta la casa de Evan, para invitarlo a salir e ir a bailar, era una parte del plan, el tiempo estaba calculado y sus fichas en movimiento. Sabía que Elisabeth se dirigía a la casa de Evan, ella siguió todo el recorrido de Elisabeth. En cuanto llego se bajó del auto, sabiendo de ella tenía la atención de Elisabeth, toco el timbre y espero a Evan, él abrió enseguida.

-hola –saludo amable.

-ah, Monserrat –se sorprendió Evan –¿vas alguna reunión?

-algo así.

-te ves bien.

-en realidad, vine para que fuéramos a comer juntos, por tu cumpleaños.

-ah, muchas gracias, pero…

-por favor –suplico Monserrat, Evan sonrió avergonzado –tengo un regalo para ti.

Evan lo miro dudoso. Monserrat se acercó sigilosamente, y lo beso de improvisto, Evan se sorprendió, no pudo reaccionar, Monserrat lo tomo suavemente de la barbilla y movió sus labios suavemente sin ser correspondida.

Elisabeth estaba en un trance, todo su cuerpo se helo, se sentía pequeña, se sentía sola. El vibrar de su teléfono hizo que saliera de su trance.

- ¿hola? –dijo como en susurro.

-Elisabeth –dijeron al otro lado de la línea, con voz agitada y casi sin aliento, su voz se oía apagada –Elí…

- ¿hola? –volvio a preguntar, miro el número de contacto, era Lían, ella se sorprendió –Lían, ¡Lían! Contesta.

-casa –dijo como si fuera un último suspiro y colgó.

Elisabeth se mordió el labio inferior, negó decepcionada, salió de ahí corriendo para ir a la parada y tomar un taxi.

En cuanto llego, corrió hasta la casa Lían, saco la llave de emergencia y abrió la puerta, busco con su mirada alguna sombra, pero todo parecía normal, así que subió rápidamente al cuarto de Lían, que estaba totalmente a oscuras, ella prendió la lámpara de mesa de noche.

Lían estaba boca arriba, su respiración era lenta, su cuerpo estaba empapado de sudor, y sus manos le temblaban. Elisabeth tomo un suspiro calmándose y tomo la mano Lían.

-Lían –dijo Elisabeth con voz suave, tocando suavemente su frente –estoy aquí, no pasa nada todo estará bien.

Lían abrió lentamente los ojos, y sonrió.

-estas aquí –Lían tenía una temperatura muy alta, ella asintió.

-vas a estar bien.

-yo no era fuerte –dijo de repente –yo era un pequeño y débil niño –Elisabeth le acaricio la mano.

-estarás bien.

-pero cuando te conocí, empecé a cambiar, tú me volviste valiente, arriesgado, fuerte –sonrió Lían en su delirio de fiebre –porque cuando mire tus ojos, mire a mis padres en ellos, porque cuando te tuve cerca, los sentía a ellos, porque cuando me abrazabas, no quería volver a perderlos. Porque Evan, Andrés, y Luana son mi familia, pero tú eres mi guía, mi fortaleza; eres a quien yo debo proteger.

-estarás bien –volvió a repetir con voz temblorosa, Elisabeth se acercó al rostro de Lían, y le dio un beso en la frente –vuelvo.

Elisabeth fue a la cocina y llevo agua tibia, tomo un pañuelo de Lían y empezó a pasar el pañuelo mojado en el cuerpo de él. Lían solo cerro sus ojos, su respiración volvió ser normal y al igual que su corazón, luego Elisabeth ayudo a cambiar a Lían de ropa.

Lían se sentía mucho mejor, volvió a su cama, cerro sus ojos, pero no se durmió. Elisabeth saco su teléfono, desde que llego a la casa de Lían había marcado un número muy conocido para ella, pero nunca cogió el teléfono, esta vez llamo a otra persona.

. . .

Luana estaba confundida, quería saber que hacia Elisabeth ahí, pero el plan de Monserrat era más importante, así que siguió a Nora, le tomo unas cuantas cuadras seguirla. Nora entro a un café internet y conecto su cámara, Luana se sentó casi enseguida de ella, pero no alcanza a observar muy bien, parecía querer editar algunas fotos y enviárselas a alguien, la cual Luana suponía era Monserrat. Después de un cierto tiempo Luana recibió una llamada, Nora no terminaba de hacer su trabajo con las fotos, Luana hizo una mueca y salió a atender su llamada. Miro el número de contacto.

- ¡Elisabeth! –dijo para sí misma sorprendida, para luego contestar –Hola.

-Luana, soy Elisabeth.

-Elisabeth –intento disimular su curiosidad - ¿Cómo estás?

Elisabeth soltó un suspiro cansado al otro lado de la línea, eso puso nerviosa a Luana.

- ¿pasa algo? ¿Por qué me llamas tan tarde?

-necesito que vengas a casa de Lían –Luana mordió su labio, pero no cuestiono la necesidad de Elisabeth.

-voy para allá –dijo y enseguida colgó.

Paso su mirada a Nora, parecía muy concentrada en lo que hacía. Ya averiguaría lo que planeaba o tal vez no, tal vez ya era muy obvia y Nora la había descubierto. Pero Nora era muy distraída y, estaba concentrada en su trabajo que nunca se dio cuenta de la presencia de Luana.



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En el texto hay: emociones, amor juvenil, amistad amor

Editado: 27.04.2020

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