La Parte Más Dura Es Dejarte

CAPÍTULO DIECINUEVE

— ¿Has comido? —Tiffany miró a su padre

—Eso ahora no es importante

No haría nada hasta lograr dar con esa maldita mujer, estaba claro que sí se deshacía de ella Mark por fin sería completamente suyo, pero nada había dado resultado ninguno de los Turner había viajado y no había rastro alguno de esa estúpida.

—Si te digo dónde está ¿Dejaras de estar aquí encerrada? —Nicolás vio los ojos de su hija brillar al mirarlo.

— ¿Y cómo sabes tú dónde está?

—Tengo mis métodos ¿Entonces? —le preocupaba su hija, era su luz, después de que su esposa lo botara y falleciera hace unos años.

—De acuerdo —su padre asintió y le entregó todos los datos que necesitaba.

Tiffany sonrió, por fin terminaría con aquello y tendría a su amado hombre junto a ella y esta vez lo haría quedarse para siempre, le daría un hermoso bebé, en cuanto Mark regresara haría hasta lo imposible por embarazarse.

Podía imaginarlo, sus hermosos rulos rubios, los preciosos ojos azules, igualitos a su padre.

Tiffany se arregló y salió a buscar a los indicados para su trabajo.

 

****** 

 

Bianca sonrió, tenía tres meses que había logrado recuperarse, no es que ya estuviera bien, pero al menos se sentía mejor.

Había tenido que ver a un especialista por orden de Luke que no confiaba en que estuviera bien y había llevado algo de tiempo, por lo que sus bebés ya tenían tres preciosos años y estaban preparando la fiesta para los dos añitos de la bebé de la casa, Leila.

Pero poco a poco lo había logrado y hace tres meses le había dicho que estaba ya casi recuperada. Estaba trabajando en sus diseños y manejando todo con Lily.

Todo estaba más tranquilo, Mike había instalado una oficina en Boise pero aun así seguía viajando con regularidad, el que más se quedaba ahí era Thomas que vivía con Luke, estaba enamorado de su pequeña sobrina Leila por lo que solo viajaba cuando era realmente necesario.

Por la mañana llevaba a los mellizos a la casa de Emma donde pasaba toda la mañana con ella y Leila que en unos días cumpliría los dos años.

En realidad, era como si vivieran juntos, ella pasaba mucho tiempo en casa de Luke y viceversa.

— ¡Odio ese auto! —le dijo a su cuñada cuando se sentó frente a ella en la cocina.

Emma sonrió mientras ayudaba a su pequeña hija a comer.

—Sabes que Luke sólo se preocupa por ti —y es que su esposo había decidió cambiar el auto de Bianca solo porque era muy pequeño y la estabilidad no era buena.

—Por eso es que me quejo contigo y no con él —Emma rodó los ojos divertida. Le sorprendía lo parecidos que eran Bianca y Luke a pesar de ser criados por separado.

— ¿Entonces podrás cuidar a Leila?

— ¿Para que ustedes puedan escaparse y hacerlo como conejos? —la molesto la pelirroja.

—JA-JA pero Luke y yo tenemos el sueño tan atrasado que probablemente nos quedemos dormidos en cualquier mueble.

—Te entiendo, de no haber sido por Liam —Bianca frunció el ceño al ver a su cuñada sonreír— yo habría muerto por falta de sueño. Así que tú no te preocupes yo cuidare a la pequeña Leila por ustedes, mis hijos estarán felices por tenerla.

Las dos se quedaron en silencio solo viendo y escuchando a Leila comer.

— ¿Estás segura de que no hay problema? Hoy es jueves —Bianca había encontrado un hermoso mirador que la había ayudado a relajarse e inspirarse, así que los jueves manejaba hasta ahí y se sentaba a observar las estrellas, eso había servido mucho más que cualquier terapia.

—Te dije que sí, así que ustedes vayan y relájense que yo cuidare a estos pequeños.

Poco después Thomas llegó y se quedó ahí con ellas, coqueteando con Bianca y logrando que se pusiera roja de vez en cuando.

— ¿Por qué no te llevo yo al hospital? —se ofreció el castaño pues necesitaba unos certificados para el jardín de los niños que apenas lo habían comenzado esa semana.




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