La Parte Más Dura Es Dejarte

CAPÍTULO TREINTA

Bianca seguía furiosa.

¿Quién se creía ese estúpido rubio idiota para reclamarle? ¡Nadie!, pensaba Bianca.

Estaba en todo su derecho de mandarlo a la mierda, si no lo hacía era por sus hijos, los cuales estaban rebosantes de felicidad por su padre y él lo estaba haciendo bien.

El lunes Bianca se levantó temprano para preparar el desayuno y almuerzo de los pequeños, lo que no esperaba era encontrarse a Mark ya preparándolo.

—No podía dormir así que me adelante —le explico sin mirarla, no tenía ni idea de cómo supo que estaba ahí pues no había hecho nada de ruido.

—No hay problema ¿Necesitas ayuda?

— No ¿Bianca? —esta vez sí la miró— ¿Podrías llevar a los niños esta mañana? tengo una junta muy importante y Kate tiene problemas, necesito ir a ayudarla, yo los recojo por la tarde ¿puedes?

Lo miró unos segundos desconcertada ¿Por qué le estaba dando tantas explicaciones?

—Claro que si no te preocupes —respondía desconcertada.

Se limpió las manos después de colocar el desayuno en la mesa y el almuerzo de los niños.

—Gracias, iré a despertarlos y despedirme —Bianca pensó que saldría, pero se acercó a ella y beso su mejilla antes de salir de la cocina.

Sentía su mejilla relampaguear, seguramente esta sonrojada, estaba demasiado confundida del porqué de su actitud.

No pudo evitar que las dudas inundaran su mente ¿Sí tendría una junta? ¿Tendría a otra mujer?

Un celular comenzó a sonar, buscó el aparato y se dio cuenta de que era el de Mark, lo había dejado en la barra de la cocina y al final la curiosidad pudo con ella, pero para su frustración el número aparecía como privado.

— ¿Hola? —pregunto temerosa ¿Y si era la voz de Tiffany?

—¿Bianca? ¡Oh bueno como sea! —era Kate y se oía realmente agitada— ¡Maldita sea! Dile al idiota de Mark que lo necesito aquí de inmediato y sí puede llegar siendo un experto en Chino-Mandarín aún mejor, el estúpido traductor está atorado en el tráfico y —se escucharon unos golpes de fondo— esta estupidez no funciona, dile que tiene que estar aquí, Adiós.

Se quedo mirando el celular aturdida, esta vez no había sido mentira y sí tenía esa junta, jamás lo admitiría, pero realmente se sintió aliviada.

Pocos minutos después Mark bajó corriendo las escaleras con el saco en el brazo, las mangas desabrochadas y la corbata suelta

— ¿Mark? —el rubio la miró con el ceño fruncido, Bianca se acercó a él y comenzó a hacerle la corbata, fue un impulso y cuando comprendío lo que estaba haciendo ya era muy tarde, así que termino de hacer el nudo— Kate te necesita ahí ya, siendo experto en chino, el traductor está retrasado.

— ¡Demonios! Gracias nena —Mark deposito un beso en la frente y salió por la puerta a la carrera.

¿Que había sido eso? Esa mañana había estado muy confusa, se hubiera quedado ahí clavada si sus hijos un hubieran bajado como los torbellinos que eran.

Los tres se alistaron y los fue a dejar al colegio, antes de irse a La Mía Vita.

—Buenos días Lily —la chica solo asintió pues atendía a una joven pareja, mientras ella tenía el trabajo acumulado así que se fue directo a su oficina.

Pensaba sacar una colección especial de bodas, y otra de semanarios. Además, tenía el pedido de un empresario, quería el anillo perfecto para su prometida y quería que este fuera exclusivo.

Bianca se la paso en la oficina diseñando rodeada de vasos desechables de café

— ¡Mamá! ¡Mamá!

Andrew y Amber la rodearon con sus bracitos y ella los apretó contra su cuerpo, los extrañaba cada que estaban lejos de ella.

—Papi nos trajo para que te lleváramos a comer

Dijo su princesa y ella le sonrió, Mark estaba recargado en el umbral de la puerta viéndonos, parecía muchísimo más relajado.

—Claro que sí, sólo guardo este y no vamos ¿vale?

—Vale

Los dos salieron corriendo seguramente para ir a saludar a Lily.




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