— ¿Estás bien? — levantó la cabeza y Salvatore está junto a mi.
— no, creo he pescado un virus — llevó mi mano a mi rostro — me siento extraña — la mano fria de Salvatore me hace dar un saldo — no tienes fiebre.
— Sólo deseo dormir — me pongo de costado y arrugo un poco el ceño, ya que sentí que la habitación dio vuelta.
— te traere un té y unos analgésicos, Alessyo puede quedarse acompañandote — niego.
— estaré mejor en un rato — cierro los ojos buscando la tranquilidad en el sueño.
León
— ¿Qué haces aqui? — ella sonrie y pasa su dedo encima del escritorio de vidrio.
— visitandote — avanza hacia donde estoy sentado y sus labios se curvan — ¿No extrañas los momentos apasionados que tuvimos en está oficina? — niego — ¿Seguro? — abre su abrigo y me deja ver, su ropa interior negra, de encaje y con lacitos, su liguero haciendo juego.
Me levanto y ese movimiento hace que ella de un paso hacia atrás.
— ¿Sobre el escritorio? — sus manos buscan a bajar el abrigo pero yo me he apoderado de la solapa y con firmeza lo cierro.
— Maure, por favor no — ella se cruza de brazos y niega.
— Sólo dime ¿Qué pasó entre nosotros? — ella camina hacia un costado — con todas las mujeres que saliste, conmigo duraste más pero de repente una mañana todo cambio.
— no fue de repente, Maure, te volviste posesiva, tratabas de controlar mi horario. Sólo faltó que me dijeras las veces que iria al baño — ella levanto el mentón — no soy un niño para que trates de controlarme.
— ¿es cierto esto? — saca un pedazo de papel de su abrigo y lo abre.
Frunzo los labios y no respondo.
— ¿Está embarazada? — su voz se alsa.
—Maure, no tengo por que responder.
— ¿Una empleada? ¿Lo sabe tu padre? — mi cuerpo se pone rígido pero mi rostro sigue tranquilo.
— ¿Qué tiene que ver mi padre en está conversación? — ella sonríe.
— los Amoretti, una familia muy orgullosa de sus raices y de su dinero — enarca una ceja — muy interesante que Raúl Amoretti, sepa que su hijo mayor está en una relación con su empleada y encima «embarazada de ti» — levanta sus dedos y hace seña de comillas.
Doy dos pasos hacia ella y la observó directo a los ojos.
— si lo que pretendes es cohibirme con que mi padre lo sepa, dejame decirte que no lo lograrás. No soy un niño Maure, soy un adulto y el hecho de que Fiorella sea mi empleada y no se mueva en nuestros circulos sociales, no la hace menos y ten la seguridad que en su vientre es un hijo mio el que hay. Ahora por favor vete, debo trabajar — ella arrugo el periódico y lo guardo en su bolsillo.
— otra vergüenza para Raúl — se giró y salió de la oficina, frunci el ceño y sali de la oficina, el escritorio de Fiorella estaba vacio. Ella jamas hubiera dejado pasar a Maure sin avisarme, levantó mi mano y miró mi reloj, ya eran pasada las diez de la mañana. Ella nunca faltaba.
Me dirigí hacia mi escritorio y busque mi móvil, busque su número y marqué. Esperé un rato pero no levantaban, al tercer intento, tome las llaves de mi auto, iria a buscarla.
Fiorella
Abro los ojos y siento que mi cabeza está a punto de explotar, los vuelvo a cerrar y me envuelvo en la cobija pesada.
Siento que me sumergo nuevamente en un sueño profundo.
— ¡Fiorella! — siento que me sacuden, abro los ojos y León me tiene entre sus brazos.
— ¿Señorita está bien? — muevo la cabeza y veo a los bomberos y a la policía en mi habitación.
— creo tengo un virus ¿Paso algo que están en la casa? — reaccionó y me alarmó.
— no, su novio estaba preocupado que no le respondia las llamadas y él perdió las llaves del apartamento asi que nos llamo par asegurarse que estaba bien — «mi novio» se escuchaba genial esa palabra, miró a León y no me lo imaginó preocupado por mi, de hecho él jamás demuestra que está preocupado.
Siento su mano acariciar mi cabeza.
— ¿Qué tienes?
— mareo y dolor de cabeza — siento que sus brazos me presionan un poco más, suelto un jadeo al sentir que me levanta en brazos.
— vamos al hospital — niego pero él no escucha — gracias por su ayuda señores, les pido cierren bien el departamento cuando salgan — León no camina, el corre.
— el hospital está cerca de casa — me mira a los ojos.
— no, te llevaré a una clinica
— no León, no tengo como pagarla y me niego a que tú la pagues — siento sus labios en mi frente.
— lo siento Fiorentina— enarco una ceja por el nombre — tú estas enferma, no puedes decidir en tu condición — me sienta en el lado del copiloto y abrocha mi cinturón.
Cuando él sube, arranca rápido.
— quiero vivir León — él suelta el aire y baja la velocidad.
Cierro los ojos.
— vamos — me doy cuenta que ya hemos llegado y que me volvi a quedar dormida, mis ojos recorren la fachada de la clínica era un edificio imponente donde se notaba que era un lugar muy lujoso, me encogi en los brazos de León, cerre los ojos al imaginar mi cabello hecho un nido de pájaros, andaba un pijama viejito pero comodo y para variar descalza, debia dar un mal aspecto.
Mi cabeza iba recostada en su pecho, me negaba a ver hacia todos lados, León corria por el largo pasillo. Cuando se detuvo, lo escuché preguntar por un médico.
— digale al Dr. De Luca que es León Amoretti — él me miró a los ojos y yo me senti como una niña entre sus brazos — ¿Estás mejor?
No respondí por que nos interrumpe la enfermera.
— señor Amoretti, pase — León se mueve — puedo traerle una silla de ruedas para la señorita.
— yo la llevo — su voz fue imperiosa y yo me aferre mas a sus brazos.
Caminamos y escuche una puerta abrirse.
— León — la voz del hombre era ronca y no sonaba a la de un señor mayor — acuestala en la camilla — León me mira y por un momento pude vislumbrar la preocupación en su mirada.
Me coloca en la camilla con sumo cuidado y es cuándo veo al doctor, un hombre alto y muy guapo.