Fiorella
— Fiorentina — levantó la mirada de la revista y León está observandome con preocupación.
— Fiorella, ese es mi nombre, nada de Fio, ni Fiorentina.
— debemos hablar.
— no tenemos nada de que hablar León, me has insultado, faltado el respeto.
Pasa los dedos por su cabello con desesperación.
— lo siento — no respondo me centro en seguir hojeando la revista — es la primera vez que siento celos — no ha levantado el rostro — si, para que negarlo, siento celos, muchos malditos celos que no me hacen pensar y decir cosas que no debo, me conoces y sabes que no le faltó el respeto a nadie.
Se pone de pie y llevó la revista a mi pecho como si fuera un escudo.
— perdoname Fiorella.
— ¿Sabes? Eres igualito a los hombres que golpean a su pareja, piden perdón y lueguito.— chasqueo los desdos — lo vuelven a hacer.
— Fio — lo fulmino con la mirada — Fiorella, yo...
— tú nada León, según tu es la primera vez que sientes celos por alguien — cruzó una pierna y la mirada de León sigue mi movimiento, me acaricia con la mirada.
— no miento — coge una botella de agua entre sus manos — por favor, dime algo, sólo está vez te preguntaré, nunca más lo haré.
— ¿Qué?
— ¿Sientes algo por César? — observó detenidamente a León, me sorprendia por que él no era alguien inseguro pero en este instante podia jurar que a la persona que tenia frente a mi, era alguien que no se sentia seguro de si mismo, alguien que tenia la expresión cómo si iba directo a la guillotina, bueno si aún existiera.
— no tengo por que responder, ya me jusgazte en el hotel de César.
— Fio... — la voz del capitán se escucha en el altavoz, abrocho mi cinturón y me dedicó a mirar por la ventanilla.
— llegamos al aeropuerto me voy en taxi, y si te pones insoportable hago un escándalo que se oira hasta en la conchinchina.
— pero... — levantó la mano.
— no quiero hablar contigo León, no quiero viajar en el mismo auto contigo. No puedes obligarme y si lo intentas, haré un gran escándalo y para tu ilustre apellido no es conveniente.
— no puedo dejarte ir en taxi y sola, te irás en el auto. Yo esperaré que vengan por mi — saca el móvil y da las instrucciones para que un segundo auto venga a recogerlo.
— bien — tomó mi bolso y estoy lista para irme.
— por favor, necesito saber que pasó en la clínica.
Sonrió.
— no pasó nada León, salvo que te niegas a darle tu apellido a mi hijo.
Voy a ponerme de pie y León me sujeta la mano.
— no es de esa manera, mi apellido es un gran peso, es hacer que mi hijo viva con tantas restricciones como lo hice yo.
— eso depende de quién es el padre y la madre, disculpa León si sueno dura pero es la verdad, piensas que si tratas de mantener a mi hijo sin una niñez ¿Yo lo permitiré? ¡Nunca!, lamento que a ti nadie te dejo ser un niño, jugar con tierra, comer pizza, ensuciarte en la grama, pero ahi fue decisión de tus padres, si realmente no deseas eso para tu hijo, puedes hacer algo diferente a lo que tu viviste.
Suelto mi mano y me pongo de pie.
— sólo son excusas León, nada más — avanzó hacia la salida, miró por el hombro a León quién no deja de mirarme con tristeza.
Horas después
— hola— Alessio está entrando junto a Salvatore, ambos traen platos de comidas.
— hola — respondo y sigo mirando la tele.
— ¿Cómo estás?— se sienta frente a mi, yo estoy tumbada en el sofá con un cuenco de palomitas en mi vientre.
— bien, gracias — sonrió pero sigo viendo la pelicula.
— me alegra Fio — llevo un puño de palomitas a mi boca — siempre fanática a las chucherias.
— si — me siento cansada.
— ¿Deseas un masaje?— suspiró ante la oferta de Salvatore pero ya no me sentia cómoda con la presencia de Alissio, él me miraba como si yo fuera un plato de comida.
— no, iré a dormir, seguiré con la pelicula otro dia — me pongo de pie y no me ha pasado por alto la mirada que le ha dedicado Alessio a Salvatore, a quién veo salir rápidamente de la sala.
— ¿Me concedes un minuto?— pregunta, me siento y él deja su plato a un lado — Salvatore está preocupado por ti y me contó lo que estás pasando, yo queria decirte que dado que el padre de tu hijo, no ha querido hacerse cargo del bebé, yo, si tú me aceptas claro está, puedo ser un padre para tu hijo.
Suelto el aire retenido y observó a Alessio.
— gracias por tu preocupación Alessio, siempre has sido alguien de buen corazón y pienso que tú mereces a alguien que te ame — él frunce el ceño — tristemente hace mucho tiempo, yo dejé de hacerlo y no seria justo para ti, para mi y mi hijo que nos casaramos sin amor, a la larga seriamos infelices, lo siento Alessio.
— ¿Es por qué tiene más dinero?
Enarco una ceja
— ¿Qué? — suelto furiosa, Alessio palidece.— es que nunca me conociste bien, idiota.
— ¿Qué pasa? — Salvatore entra apresurado a la sala.
— quiero que te marches ahora mismo Alessio.
— lo siento, lo siento — se levanta y junta sus manos hacías — perdona.
«interrumpimos la programación para un campo pagado, la televisora no se hace responsable de lo que transmitiremos a continuación: "Fiorentina, perdona mi estupidez. No quiero perderlos"
El señor León Amoretti, pide a la Señorita Fiorella Rinaldi que lo perdone, cómo verán la ciudad está siendo llena de pancartas con el mismo mensaje, esperamos que ella lo perdone" — abro más los ojos al ver las imágenes que están presentando en la tele, veo la calle frente a mi casa con una gran pancarta.
— Fio — miro a Salvatore que ha abierto la puerta — todos los medios están en nuestra puerta.
Avanzo hacia la puerta y soy enceguecida por los flash.
— señorita ¿Perdonará al señor Amoretti? ¿Qué fue lo que pasó que hizo que uno de los hombres mas orgullosos se doblegue ante usted?
Salvatore cierra la puerta y se pega a ella.