La Perla Ii: Por libertad

Capítulo 18

Susan ya se sentía más tranquila. Se la pasó todo el viaje llena de nervios, llorando a escondidas, con la duda de si había hecho bien o no. Quizá fue una mala decisión, quizá pudo llevar las cosas de diferente manera. Su padre la amaba, pudo comprenderla, pudo convencerlo de que acepte a Roland, que ya era demasiado tarde para apartarse de él. Quizá hasta se hubiera puesto contento de saber que tendría un nieto o nieta. Pero ya estaba hecho y ya era muy tarde para retroceder. Huyó con Roland, se casó con él, dejó una carta en casa explicando lo que pasaba. 

Aaron McKitrick intentó impedir que se vaya, pero ella y Roland escaparon justo a tiempo de que los "guardias" de su padre los cojan. Ya estaba muy lejos de Washington, no podía volver atrás. Quizá siempre se preguntaría si esa fue o no una decisión sensata, pero eso tampoco importaba. Lo verdaderamente importante era lo que ella sentía. Se casó con Roland porque lo amaba, y tendría un hijo con él al que los dos amarían por siempre.

Cuando le contó a Roland que tendría un hijo, el pobre por poco colapsa. Eso la hizo reír, no sabía si en verdad le causó gracia o estaba muy nerviosa, quizá un poco de ambos. Roland entonces decidió quedarse y le dijo que pediría a su padre su mano en matrimonio. Ella estuvo de acuerdo, aunque tenía por seguro que su padre no iba a aceptar. Aaron era un hombre peculiar que siempre quería que todo se haga a su modo, y se encargaba personalmente de que así sea, sin importarle las consecuencias. Lo había visto a lo largo de su vida, cualquier persona que intente algo en contra de su padre tenía las de perder. Por eso tuvo miedo cuando llegó Roland a casa a pedirla en matrimonio.

Amó mucho a Roland en ese momento, porque a pesar de ser más joven y estar en desventaja, ni por un instante bajó la mirada ante Aaron, no se dejó intimidar, no tembló con sus insultos ni su desprecio, al contrario, seguía firme en su decisión. Y como Aaron no aceptó, hasta hizo que lo saquen a rastras de la mansión, fue que tomaron esa drástica decisión. Huir juntos al oeste, donde su familia en Mejis. Roland también tenía una hacienda en La Perla, le estaba yendo muy bien ahí, así que vivirían en ese pueblo.

La idea de un futuro diferente al que siempre se planteó la asustaba y la entusiasmaba a la vez. En el oeste todo era como un mundo aparte, todo parecía tener otro orden y manejarse de otra manera. Así que más valía que empezara a acostumbrarse, a pesar de que las náuseas por su embarazo no ayuden mucho.

Llegaron a Mejis una mañana, y ella estaba bastante aterrada. Todos la miraron con curiosidad cuando llegó del brazo con Roland, y algunos casi se caen de espaldas cuando dijo que era su esposa. Susan esperó buen rato en la sala de la hacienda mientras Roland hablaba con sus padres, tratando de calmarlos seguro. Después de todo Roland tuvo un compromiso acordado de toda la vida, tal como ella. Temía que no la acepten, que la hostiguen, que no la quieran en la familia. Estaba tan nerviosa que no dejaba de estrujarse las manos. Estuvo sola por buen rato, pero entonces vio a una joven mujer caminar muy tranquila hacia ella, hasta le sonrió.

Hola le dijo muy tranquila—. Eres Susan, ¿verdad? Disculpa que no me haya acercado a saludarte antes, es que acabo de regresar del pueblo. Qué pena que te hayan dejado aquí sola, quizá están un poco impactados con la situación. Cordelia me ha hablado de ti desde que bajé del caballo, está sorprendida contigo.

¿Cordelia?

La hermana menor de Roland.

Oh... claro. Ya lo recordaba. Dios, que esos nervios la estaban matando.

Dijo que eras muy bonita y parecías fina, que no entiende como es que alguien como tú se ha casado con su hermano tan "rural"dijo en tono de broma, quizá imitando las palabras de esa chica—. Yo soy Amanda, esposa de Robert. Nos casamos hace dos años.

Entiendo. Si sabía quien era Robert, el hermano mayor. Roland siempre decía que él era el hombre con mejor puntería de oeste.

Tranquila dijo poniendo una mano sobre la suya—, pediré que te sirvan un té. Los suegros no son malos, son excelentes personas, ya verás como te llevas bien con la familia.

Es que no sé si me querrán aquí, yo... bueno, arruiné el compromiso de Roland.

Tonterías, eres la mujer que Roland eligió y eso es lo que importa.

Pero es que yo... yo... estoy embarazada soltó al fin—. Lo estaba antes de casarnos, por eso lo hicimos.




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