Capítulo 5
EL REGRESO DE LA MANTICORA A SU REINO AHORA OCUPADO POR DEVOR EL DRAGON ROJO Y LA ARPIA.
Han pasado varios amaneceres y la manticora despiadada con un rugido anuncia que ha llegado acompañada a su reino, seguida por las hienas montadas por los jinetes del mal, quienes portan una gota de sangre del corazón de cada uno de los caballos voladores, masacrados en la batalla que nuca olvidara la tierra, las serpientes se arrastran velozmente para no perder el paso.
Devor inclina sus orejas hacia atrás y abre su boca desprendiendo una bola de fuego enorme, que incinera un árbol atiborrado de pequeñas criaturas con forma de lagartijas, paradas sobre sus dos patas quienes aterrorizadas huyen de las ramas ahora quemadas. La manticora detiene su paso al percatarse que el arbusto derrumbando se atraviesa en su camino. La arpía despliega sus alas de buitre y desciende de una roca posando sus garras, justo en frente de la hasta hace poco dueña de ese reino.
El dragón rojo emprende un pequeño vuelo y antes de que la manticora lo pueda divisar, también interrumpe su paso.- ¿trajiste la sangre del corazón de hilus? pregunta en tono desafiante Devor. - el hibrido malvado con cuerpo de león cara de humano enormes colmillos y alas de murciélago, esconde el aguijón de la punta de su cola entre sus patas traseras, en un gesto de inferioridad ante la bestia reptil y responde - cada jinete que me has dado, trae una gota de cada caballo volador asesinado,- ¿qué significa eso? dice la Arpía con su voz chillona y repugnante.- cállate expresa de inmediato Devor déjame hablar si no quieres que te deje como a ese árbol. La bruja malvada gurda silencio y sonríe con ironía mientras piensa.- ya pronto llegará también tu hora, maldito dragón, todo será mío.
La manticora tuerce su boca, no puede disimular su ira, hasta hace unos días éste era su reino y en él infringía todo su poder. Los jinetes descienden de las grandes hienas, guardando en pequeñas bolsas que cuelgan de su cintura, cada una de las gotas de sangre extraídas de los corceles masacrados en la batalla. - Bruja del demonio ven acá- dijo Devor, ¿dime cuál de estas bolsas contiene la sangre de hilus. ? La arpía camina sobre sus patas y mueve levemente sus alas, no pronuncia palabra alguna, su rostro denota incertidumbre, el segundo elemento que requiere como parte del hechizo para gobernar el mundo, puede estar en cualquiera de las bolsas pero ¿cómo saberlo? se pregunta para sí misma.
Un pequeño gruñido emite la bruja y con voz desafiante, ordena descargar las bolsas junto al árbol ya quemado, con un leve soplo desaparece cada uno de los jinetes del mal, -por hora no los necesito más- murmura. Las hienas tratan de huir al darse cuenta que ya no son útiles, pero otro soplo como una caricia tierna al recorrer sus cuerpos hace que regresen al lugar perverso y lejos de los mortales del que fueron despertadas, las serpientes corren la misma suerte, con excepción de la más pequeña y venenosa de todas, a quien la arpía toma con sus pequeños brazos y enreda sobre su cabeza, - tu podrías salvarme la vida dice.
El dragón rojo poco a poco pierde su paciencia y en un segundo expulsa de su boca un aire frio, tan helado que congela la Arpía y la serpiente que ahora cuelga de su cuello, una fracción de tiempo será suficiente para causarle la muerte por hipotermia a la malvada bruja, que siente explotar sus huesos, ¡escúchame bien bruja! – soy el gran Devor no juegues conmigo, tendrás hasta el último canto de los pájaros de ésta noche, para descubrir la sangre de Hilus, si no lo haces sufrirás una muerte que no olvidará está tierra. Con una llamarada de fuego en un instante de la vida, descongela a la arpía que cae arrodillada sobre las garras del despiadado reptil volador- la tendrás, pronuncia ateorizada en un tono muy bajo la hibrida de mujer, demonio y buitre.
La manticora pregunta temerosa al intruso de su reino- ¿ déjame entrar y gobernar de nuevo a mis súbditos ?, ya sabes que cuentas conmigo para cumplir tu cometido.- Una gran sonrisa poseída por el mal, retumba en medio de esta zona del mundo, -quien no cumple mi designio, no vive para contarlo replica Devor. – un rugido poderoso de león, se escapa del hibrido antes rey de estas tierras, sus colmillos brotan de su boca y la cola en punta de aguijón que antes yacía entre sus patas se levanta en un gesto de rebeldía que no intimida al dragón,- ¿osas levantarte contra mí?, dice el gran inquisidor, ahora no solamente te despojare de tu reino si no que tendrás que luchar por tu vida. La manicora quien nunca conoció la derrota, lanza su aguijón envenenado contra la cola del dragón malvado inyectándole su poderoso veneno. ¡Qué has hecho canalla!, hijo del demonio. – Devor mucho más grande que el hibrido con forma de león siente mareo e intenta levantar el vuelo para atacar a la bestia felina, sus músculos se paralizan, la sangre se coagula y su corazón palpita con dificultad.
La lengua y sus pulmones ya no le permiten expulsar el fuego que incinera o el hielo que congela, ni siquiera sus hechizos funcionan en éste momento, la Arpía que observa todo, está confundida no sabe si atacar a la manticora o pedirle que se alíen para derrotar por completo a Devor y continuar en la búsqueda de los demás elementos. Si lo termina de aniquilar no sufrirá más las humillaciones del dragón y podrá estar más tranquila sin las amenazas del mismo. pequeños chillidos de ansiedad se desprenden del cuerpo de la bruja, antes de que pueda tomar una decisión, la manticora se abalanza sobre ella, el aguijón por poco se inserta mortalmente en su estómago ,desatando la ira de la insensible descendiente de los infiernos , un soplo del aliento de la muerte es expulsado por la arpía , la manticora lo esquiva en un movimiento acrobático, en el que su cabeza se despliega por competo hacia atrás y el aire que yede a tumba pasa por encima del poderoso felino.
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Editado: 10.09.2022