Capítulo 14
EL SECRETO DE LA MONTAÑA PELIGROSA, UNA CARRERA HACIA L A BUSQUEDA DE LA BRUJULA DE LA MUERTE.
La Arpía vuela junto a Devor saben muy bien cuál es su objetivo, la cueva de la oscuridad, sin embargo a pesar de tener una idea del lugar en el que se encuentra, el dragón rojo tiene una duda, un viraje hacia el noreste parece destinarlo al lugar custodiado por el Dios de la muerte, tahanatos quien solo se retira de éste sitio cuando debe quitar el último aliento de vida de cualquier ser que tenga alma, -es necesario crear un conjuro para distraer al guardián de la cueva, comenta el líder del ejercito del mal a la bruja hibrida de mujer y buitre- ¿eso déjamelo a mí¡ , responde ella. Solo mi hechicería será capaz de engañarlo.-
La malvada engendro del mal recordó que cerca de la cueva de la oscuridad dos brujas desterradas por un hechizo habitaban en una vieja botella de vino en la que fueron depositaditas por Hecate la Diosa de la magia y la hechicería, el incumplimiento de un conjuro hacia un campesino bueno reflejo en ellas un único acto de bondad que les costó la pena más terrible que cualquier ser pudiera tener, el encierro eterno. Cuenta la leyenda que su poder permanece intacto y que quien les ayude a escapar de ella recibirá toda su magia como premio.
En la distancia pudieron apreciar la inmensidad del mar, las olas como una turba de elefantes sin control se estrellan unas a otras, las rocas sirven de descanso para los Quirs, pequeñas aves que deambulan los cielos de las aguas en busca de pescado para alimentarse, ellas poseen una peculiaridad que las diferencia de todas, cada atardecer sus distintivas alas de murciélago las hacen descender hasta el punto exacto en el que se encuentra la botella que contiene atrapadas en su interior a las poderosas hermanas brujas, ellas se ven frágiles adentro y atraen ésta especie hibrida de ave y vampiro, como misiles apuntando con su pico al recipiente muchas de ellas se estrellan desmayándose por el impacto y muriendo ahogadas en el mar de olas que las devora para siempre.
La trasparencia de la botella las atrae, es como un imán que produce un incontrolable deseo por las brujas que confunden con un exquisito plato de pescado, ellas en el interior de la botella no se acostumbran aún a los impactos y desde adentro gritan cada vez que el pico de las Quirs se estalla contra el vidrio que todo el tiempo está en movimiento y que es seguido por las aves.
La Arpía ya observa el mar picado y el ruido que como un león en celo produce su furia, ahora piensa,- solo debo encontrar las aves, cuando las halle estaré más cerca de apoderarme de la botella y liberar a las hermanas brujas, con ello mi poder será aún mayor y estaré preparada para enfrentar a Devor el día en el que el conjuro mayor me haga la dueña absoluta del mundo.
Cuando se encontraron envueltos por las aves, flotando en el centro de la inmensidad del mar, un brillo reluciente les indico que esa era la botella de vino, en la que las brujas permanecían atrapadas por el hechizo de la Diosa de la magia Hécate. La Arpía tendría que buscar una forma de liberarlas, cómo hacerlo en medio de la majestuosidad del mar?, cómo destapar el recipiente de vidrio cuyo corcho estaba poseído por el hechizo de la Diosa de la magia?.
En medio del agua las hermanas hechiceras atrapadas en la botella observaron a la bruja Arpía y al gran Devor que imponente desde lo alto las miraba, Irna y clash como se llamaban las poderosas mujeres víctimas del conjuro fijaron sus miradas entre sí , un sonido con especie de crujido y chillido seco, salió de la boca de Irna – han venido por nosotras-, su hermana Clash sonrió denotando en su cara arrugada una cierta desesperanza, mientras su cuerpo daba vueltas por estar en el contenido de la botella, mareada y sin acostumbrarse después de tantos años respondió – nadie ha podido liberarnos de aquí, ilusos los que piensan deshacer el conjuro de la Diosa que nos condenó en medio de la nada.
La hermana mayor Irna más optimista que Clash hizo señas con sus manos, de las que se deprendían unas largas uñas que utilizaba junto con las de su acompañante de cautiverio, cada tanto del tiempo desesperadas para intentar romper el vidrio rasguñándolo y dejando en él su huella como cuando un aruñetaso fresco se impregna por parte de una mujer a su marido.
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Editado: 10.09.2022