Riley
¿Un minuto, un año, un lustro, un milenio? ¿Qué significa ese tiempo para un ser inmortal, para un vampiro?
Nada.
En cuatro años, seguramente, terminará mi cuerpo de tener sus últimos detalles que confirmarán mi madurez. En diez, probablemente, ya trabajaré, conseguiré una pareja y no pasará mucho de eso, para concebir a un bebé.
El paso de los años marcarán mi rostro. Mis cabellos se tornarán grises, la belleza me abandonará y la experiencia se alzará con su gran y brillante estandarte. Habré vivido en veinte años muchas cosas... Y en cada etapa de ellos habré sido una persona diferente, aunque no en mi esencia; sin embargo, mi padre seguirá igual, Sebastián también. Mi crecimiento les hará recordar que ellos no son como yo. No les hace falta luchar contra el tiempo porque él ya ha cedido ante ellos. Para Missasar será igual, si alguna vez se digna a visitarme, ya no seré la muchacha, la Riley, de dieciséis años que puede sonreír por cualquier cosilla, la que puede correr y gritar sin sentir pudor. Ya no, no seré la misma y ellos sí, por siempre.
No lo acepto.
No quiero.
¿Qué hará Sebastián cuando todos nos graduemos y él siga aun con su misma cara de niño travieso mientras los demás ya bordearemos a puntillas la juventud?
Soy humana. No puedo ir de la mano con el tiempo, mi única opción es correr eternamente tras él. Mordiendo sus bastas e implorando que disminuya su veloz paso.
¡Qué pensamientos! ¡Esfúmense!
Eso me provoca tener mal humor, ya debo olvidarlo. Mejor aprovecho, sí, aprovecho que aún tengo dieciséis y puedo hacer muchas cosas. No pensaré en el tiempo futuro ni en lo doloroso que puede ser, ya que eso es algo que está en mis manos cambiar.
Aunque afrontaría mejor esto si no le hubiera exigido a mi Sebastián la verdad y, si las circunstancia no hubieran sido las actuales, ahora, a pesar del tremendo regaño, no supiera la verdad.
Las cosas no eran tan sencillas como Missasar las hacía parecer. ¡Me duele eso! ¡Me duele ser débil! Por eso me ocultaban cosas, por eso querían protegerme, por eso no confían en mí.
En primer lugar, Missasar no vive en una humilde "residencia" en los Alpes Suizos, no, para nada, le era tan difícil decir que, en realidad, habitaba un gran castillo. ¡Pues yo no me iba a deslumbrar por eso! Bueno, no es común, pero igual, lo ocultó.
— ¡No te enojes por esa pequeño detalle! —Se queja mi padre—. Y no cambien de tema. ¡¿Cómo se les ocurre llevar a vampiros al colegio y más a esos dos?! ¡Eso ha sido un tremendo error! ¡Fatal!
— ¿Cómo se les ocurre dices? —Cuestiona Sebastián— ¡Fue la tonta de Riley que quiso llevarlos!
Cabizbaja y no sabiendo dónde esconder mis ojos, susurro— No pensé en que encontrarían a Eliot —aseguro con la culpa en la garganta.
— ¡Riley esto es serio! —Vuelve a espetar mi padre—. Pero hasta aquí queda todo. Ve a tu habitación.
— ¡Oh, no! Padre, estamos en plena discusión, una que debimos tenerla desde el momento en que yo supe que Missasar era su maestro. El que los convirtió. ¡Pero no! Quise estar al margen para no entrometerme en sus asuntos, para ser una buena chica que no es indiscreta, para demostrarles que confiaba ciegamente en ustedes. ¡Y lo hice, de verdad, lo hice! —Espeto con efervescencia— Pero no me puse a pensar que era necesario saberlo. No soy una de ustedes, pero vivo con ustedes. Los quiero, son mi familia y eso me involucra totalmente en sus asuntos aunque sean arriesgados. Ignorar es morir en este mundo, en tú mundo, ya lo estoy conociendo, papá. Cuéntenme más, un paso en falso y estaré perdida. Ustedes más que nadie saben esa ley.
Mi padre me observa con notable sorpresa, está pensando en un castigo, lo sé, pero nunca ha sido "fuerte" para reprender. Mamá siempre lo hacía por eso él está en duda ahora. Sin embargo, seguro, su lado paternal sigue insistiendo en que lo mejor para protegerme es ocultarme las cosas porque frunce el ceño y me reprende:
— Ve a tu habitación, Riley, es una orden.
Observo a Sebastián y Eliot que están a mis costados, apartan su mirada de mí y no tienen la mínima intención de interceder en mi favor. Eliot es el más preocupado aquí, siento culpa por eso. Otros vampiros, con diferente pensamiento al de Missasar, lo han descubierto y no solo eso. Le habían declarado explícitamente sus intenciones de matarlo y declarar su existencia a Kasama y siendo él un integrante del Principado, es cuestión de días que los del Círculo de la Triada venga por él.
Aunque confiamos en que Missasar se encargará de ello, nada nos asegura que eso sea posible.
— Ya —digo mirando de frente a mi padre con resolución—. Sé que no me puedes decir todo. Pero, por lo menos, quiero lo básico. ¡Quiero saber sobre Missasar y el posible peligro! —exijo.
Mi padre frunce el ceño tristemente y estruja sus labios, reprime con su sola expresión lo que, quizás, quiere, pero no puedo decírmelo.
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Editado: 25.03.2019