Lila
Me encanta degustar cualquier platillo que pongan frente a mí, pero mi paladar es muy selecto. El problema es que no siempre tengo dinero para comprar esas deliciosas comidas, así que tengo que contentarme con lo que preparan en casa, ya que aun no aprendo a cocinar y ni siquiera aprenderé porque no me gusta. Riley sabe eso muy bien, por eso cada vez que me invita a su casa siempre salgo contenta porque su padre cocina delicioso.
Ahora no parece molesta, a pesar que le confesé que posiblemente contacté al padre de Eliot, bueno, quizás... Ella está aún procesando que su amiga tiene sangre de bruja.
Entendería que para cualquier otro mortal fuese difícil de creer, pero para ella, que ha convivido con vampiros... Me parece que se está tardando mucho en darlo por hecho, tal vez quiera pruebas de lo que afirmo. Pero de cierta forma, me desalienta un poco esta situación, pensé que me ella me comprendería al instante...
— ¿No me crees, verdad? —comento mientras me levanto y me acomodo sobre su cama.
Ella me mira como si estuviera en shock, pero responde— No, no es eso, solo que... me tomaste fría. Pero si te explicas mejor, entenderé, Lila.
Uhm... Tal vez creerá que mi afición por las artes mágicas me ha vuelto loca, pero eso se arregla contándole todo.
Tomo impulso para comenzar con la historia que me llevó a entablar un pacto oscuro, y lo peor de esto es que me impide hablar de él. Cada vez que quiero confesar esa palabra, siento una choque eléctrico en mi muñeca, en el lugar donde se formó la marca.
Observo seriamente a Riley y comienzo a narrarle lo que había pasado, y tengo que empezar remembrando lo que pasó hace un mes cuando hurgaba en la nevera... No había rastro de cosas comestibles dentro ella, fue porque mamá se había olvidado de hacer las compras, otra vez. Entonces, pasé de la nevera a la repisa en busca de galletas o cereales, cualquier cosa podía entrar en mi estómago en ese momento.
Eran las siete de la noche y no había nadie en mi casa que cocinara algo. Estaba realmente hambrienta y ni dinero tenía para la pizza, mi madre me controlaba en todo porque no quería que malgaste mi dinero en, según ella, cachivaches de brujería.
Yo no los considero así, pero bueno; en uno de los compartimentos de la repisa colgante, encontré una miserable galleta de agua, pero, además, logré palpar un objeto rugoso y duro. Me sobresalté; sin embargo, me subí rápidamente sobre una silla para ver la cosa espeluznante que mi tacto había sentido. ¿Alguna vez han jugado con la tela de una araña? Pues ese objeto además de ser rugoso parecía tener una tela invisible parecida a las lianas asesinas de las arañitas. No pude suprimir un grito de espanto cuando lo sentí.
Al verificar que la cosa, que estaba al final del compartimento de la repisa, era simplemente un librito totalmente negro, de aspecto andrajoso y hasta maloliente, reí por haberme asustado estúpidamente. Ese libro se asemejaba a un libro milenario y me recordó a los libros de hechizos que venden en e-bay, solo que este era más real.
Por supuesto que no iba a quedarme solo mirando la portada negra del libro, tenía que echar mis manos sobre él; sin embargo, cuando lo abrí y traté de leerlo, no entendí ningún carajo porque estaba en latín. ¡Mendigo libro! Después de unos segundos maldiciendo mi mala suerte, me puse a pensar en Eliot, no por algún motivo sentimental, sino porque una vez le escuché decir que sabía leer latín. Así que tomé fotos a las primeras cinco páginas y volví a colocar el libro en su sitio. En esta casa solo vivimos mi madre, mi hermana y yo; este libro debe ser de una de ellas.
Yo, una aficionada de la magia, no podía quedarme tranquila con esto. Me parecía demasiado extraño, más porque eso libro me trasmitía una especie de vibración interna, algo raro e inexplicable para mí. Por eso, no perdí tiempo y llamé a Eliot y le pedí, en honor a nuestra amistad, que revisara mis fotos, él aceptó sin poner objeción, pero al pasarle los archivos, él me advirtió que el latín utilizado era muy primigenio y que tal vez le costaría un poco descifrarlo. Yo le dije que se tomara su tiempo. No podía exigirle que lo hiciera rápido porque no le iba a pagar nada, esto, aunque él no lo supiera, era a costo-amistad, es decir, gratis.
Mi madre y mi hermana aún no llegaban a casa y eso que eran las diez de la noche y yo ni quiera podía imaginar en dónde podrían estar, ellas jamás me reportaban de sus salidas, pero aun así exigían saber las mías. Me quedé dormida en poco tiempo y al día siguiente, al volver del colegio, fui nuevamente a ver el libro, pero ya no estaba. Aguardé las ganas de preguntarle a mi madre sobre la existencia de aquella reliquia porque primero quería tener la transcripción de las primeras hojas y tener alguna noción sobre ello.
Consecuentemente a mi espera por la traducción. Comencé a sentirme observada en mi propia casa. Me sentía como Peter Parker cuando descubrió su sentido arácnido, con la diferencia de que yo no podía escalar las paredes sino que solo sentía cierta tendencia a entrar al cuarto de mi hermana Camil, justo el lugar que me es prohibido por ella. Sin embargo, esta situación me tenía intranquila y lo peor era que no podía comentárselo a nadie. Esos días fueron extraños y atribuí esos sentimientos inexplicables a cosas de hipersensibilidad y a mi locura.
#1321 en Fantasía
#790 en Personajes sobrenaturales
#1890 en Otros
#124 en Aventura
Editado: 25.03.2019