—No, tú no puedes enamorarte de él.
Podía notar el odio en su voz. Y la alarma a la misma vez. No sabía si lo decía porque hacerlo era casi un suicidio social, o si lo decía porque tenía miedo de perderme. Había salido con varios chicos desde que nuestra amistad había comenzado. Hasta habíamos llegado a compartirlos, por mal que sonara aquello, pero éramos mejores amigas y las mejores amigas en esta escuela y en la clase de sociedad en la que vivía, compartían no solo los secretos sino que también, los chicos.
Y algo me decía que esta vez no compartiríamos nada, ya que Logan, claramente no estaba a la altura de una chica como Chelsea,"The Big C". La que había estado con todo el equipo de fútbol americano, pero que nunca en su vida le daría la oportunidad a un nerd como Logan. Aunque siendo completamente honesta, era su perdida.
Logan era una persona linda, tierna, y atenta. Que estaba siempre para las personas que amaba, las cuidaba y velaba por su salud. Y las defendería de todos cuando fuese necesario. No me cabía duda de que sus padres habían hecho un trabajo estupendo al criarlo y aunque no conozco a su hermana, sabía que también era como él.
—Lo sé —dije agachando mi cabeza como si fuese una niña pequeña a la que hubiesen regañado.
—Porque si lo haces.
—Lo pasaré mal, estaré triste y deprimí...
—No, si lo haces, me reiré de ti por los siglos de los siglos.
—Amén—dije de mala manera.
—No te enojes Bree —resoplo del otro lado—Es que de todas las personas que hay en este mundo, que te enamoraras de ese nerd sería demasiado raro.
—Primero tiene nombre, se llama Logan. Segundo soy Bree McClifford, por todos los santos, no me enamoraré de nadie, jamás—rematé.
—Así se habla—dijo ella riendo desde el otro lado—Debo dejarte, el deber llama.
—Adiós y suerte con Jason o Luke o como se llame.
Pero ella ya había cortado.
Me dirigí de nuevo a la sala de maternidad, pero no había rastro de Logan.
—Disculpe—dije tomando a una enfermera que pasaba por allí.
—Otra vez tú—espetó.
—No mi gemela—respondí.
Ella elevó una ceja. Pase por alto aquello y me enfoqué en lo importante.
—Sabe dónde está el chico que estaba conmigo.
—Por allí—dijo señalando el final del pasillo.
—Gracias.
En el camino intenté acomodar mis pensamientos y mis sentimientos. Pero al llegar allí, lo poco que había "ordenado" se volvió a desordenar cuando lo vi parado frente a esa vitrina, observando con una gran sonrisa a su nuevo sobrino dormir.
—Diablos—maldije para mis adentros mientras me situaba a su lado.
El volteó a verme y me dedico una de las sonrisas màs sinceras de las que habia sido testigo