La predicción de Madame Clarice

Capítulo 60.

Agatha.

- ¡Mirar! Sam está ahí, - dijo María y señaló a la multitud cerca del punto de información. - Lo más probable es que Stella haya visto tu mensaje.

El hombre nos vio y rápidamente caminó hacia nosotros. Me pareció, o en realidad se veía un poco extraño, desalineado.

- ¿Qué estás haciendo aquí? - Le preguntó María. - ¿Dónde está Estela?

- Ella está aquí en alguna parte. - respondió y claramente apestaba a vapores de alcohol. - Ágata, tenemos que hablar.

- ¿Acerca de?

- Tengo que confesarte algo.

Miré a María y Robert, que nos observaban con evidente interés.

- Ve con papá y yo iré más tarde. – dije a mi hermana.

- ¿Quizás no vale la pena? - preguntó María en un susurro.

- No. Necesitamos aclararlo todo y poner los puntos sobre las íes. - Respondí y me volví hacia Sam. – Salgamos a la calle.

- Es mejor ir a la cafetería del hospital, allí hace más calor.

Entramos y nos sentamos en una mesa vacía en el centro de la sala. No quería pedir nada, pero él se llevó una botella de cerveza. Lo miré con desaprobación, pero no dije nada. Después de todo, es un hombre adulto y sabe lo que hace.  

- Agatha, soy muy culpable ante ti, - dijo Sam con voz ronca y de repente se arrodilló frente a mí. - Ni siquiera podía pensar que todo acabara así. Pero si confiara más en ti, entonces...

- ¡Para de hacer eso! ¡Levántate de rodillas inmediatamente! — exclamé mirando horrorizada una actitud completamente inapropiada de mi ex y los visitantes mirándonos. - ¡Levántate!

Afortunadamente Sam obedeció y se levantó de sus rodillas.

- Si querías admitir que me drogaste en aquella fiesta en el hotel, entonces no tienes por qué molestarte. Lo es todo. - Le siseé indignada.

- Hice esto para casarme contigo, porque tu padre me dio entender muy claramente, que estas comprometida.

- Escucha, tu acto fue vil y eso no se le hace a un ser querido. - Respondí, porque me daba hasta asco recordar que una vez lo amé. - Pero todo esto quedó en el pasado. Olvidémonos de todo. Ahora tenemos vidas diferentes. Estás casado con mi hermana...

- Oh, pero este es un tema aparte. ¿Sabes por qué nos casamos? - exclamó levantando el dedo índice. - Ella me tendió una trampa, dijo que el propio Kurt me quería escuchar. Pero él... Y yo... Y ella... Nos acostamos. Pero no quería, me emborrachó.

¡Dios mío! Que poco hombre. Me drogó para aprovecharse, luego me dejó para ser escuchado por un musico y luego en lugar de ir a buscarme, se emborracha y se acuesta con mi hermana.

- Ya no estoy interesada de remover toda la mierda del pasado. - Intenté levantarme de la mesa, pero Sam me cogió de la mano.

- Unos días después de que admitiste que te acostaste con otra persona, Stella vino a verme y me dijo que estaba embarazada. Ella exigió que yo asumiera la responsabilidad de nuestro hijo. Incluso proporcionó algunos documentos de la clínica. También me amenazó, si me negaba, que contaría a todos que te metí drogas para violarte, pero me equivoqué y la violé a ella. Estaba entonces tan desesperado que me dejé estafar y chantajear. Por eso te grité entonces. Me avergoncé de haber caído yo mismo en la misma trampa que te había tendido.

- Esto no puede ser verdad, - susurré en voz baja. – Ella sabía de la droga y no me dijo nada.

Por supuesto, lo dudaba, pero antes de eso existía al menos una pequeña posibilidad de que mi hermana no estuviera involucrada en lo sucedido. Por supuesto, nunca tuvimos una relación particularmente buena, pero el hecho de que Stella recurriera a mentiras y chantajes...

 — Stella no podía estar embarazada porque...

- Porque no puede tener hijos. Sí, ahora lo sé, pero entonces no tenía ni idea, - sonrió Sam. — Tú te quedaste embarazada y yo pensaba que ella también. Después de hablar con tu padre y poner la fecha de la boda, supuestamente Stella sufrió un aborto espontáneo. Luego supe por tu padre que Stella es estéril.

- ¿Por qué no hiciste nada entonces? – pregunté y le quité mi mano.

- Iba a hacer, quería cancelar la boda, pero me apretó Cruz, le debía dinero, con quien Stella tenía sus propios asuntos, y mi vida en general se convirtió en un infierno. Stella me dio dinero a cambio de matrimonio. Ella me manipuló hábilmente.

- ¿Como esto?

- Firmamos un acuerdo con ella que establece que no nos divorciaremos mientras su padre esté vivo. Todos decían que tenía cáncer y que le quedaban uno o dos años. Pensé que podría aguantarla ese tiempo, pero tampoco tuve suerte allí. - se rio y tomó un sorbo de cerveza. – Tu padre no piensa morir. De lo contrario, perderé todo el negocio.

¿Debo decir que me sorprendió la información que recibí? ¡Sí, esto no es nada que decir! Estaba en choque. No, podía esperar mucho de Stella, podía creer que ella estaba dispuesta a hacer cualquier cosa para conseguir a Sam, de quien no sentía ninguna pena. Él merecía lo que tiene ahora. Pero no podía entender el hecho de que mi hermana había esperado la muerte de nuestro padre.

- Bien. ¿Por qué me dijiste todo esto ahora? - pregunté al final.

- Para explicarte que todavía no podré divorciarme de Stella y casarme contigo.

- ¿Qué? ¿Estás loco? - Grité indignada. - ¡¿Qué te imaginaste?!

- No te preocupes, tu hija será como la mía. Veo que tú también me amas. - dijo y tomó mi mano otra vez. - Ese beso aún arde en mis labios.

- ¡Es el alcohol te quema los labios y el cerebro! Mi hija tiene su padre. Estoy casada. Estoy feliz con mi marido. ¡¿Qué no entiendes?! - Aparté la mano y salí corriendo de la cafetería.

¡Dios mío! ¡Qué idiota! Gracias a Dios, que encontré a Fernando.

En las escaleras me encontré inesperadamente con mi hermana. Stella acababa de regresar de la habitación de nuestro padre.

- ¿Cómo vives con esto? — pregunté deteniéndome.




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