Capítulo 11: "Cara a Cara"

Rosario se estaba vistiendo para irse a trabajar, pero le pide un favor a Mía y le dice:
-Amiga, yo sé que vos sufriste con el tema de la prostitución y eso, pero hoy necesito tu ayuda.
Mía mira a Rosario y le pregunta que sucede.
Rosario le dice:
-Hoy la chica que se encarga de juntar la plata no puede ir, enfermó, y pensé que quizás tú puedas hacer eso, solamente es tener la plata, no te va a pasar nada, nadie se va a acercar a vos.
Mía comienza a pensar de que no quiere saber nada de ese mundo pero Rosario le ha hecho tantos favores que no podía negarse. Mía aceptó ir pero con la condición de que no se iba a involucrar con nadie.
Mía y Rosario van hasta la calle donde debía trabajar Rosario, y estaba lleno de prepagos. Todas miraban a Mía y una le dice a Rosario:
-¿Y qué está muchachita piensa trabajar así...así de vestida?
Rosario le dice:
-Ella no viene a trabajar, solo viene a guardar la plata que nos paguen ya que Laura no puede venir esta noche.
Pasó el tiempo. Un auto se llevo a Rosario, y ésta le dió la plata que le pagaron a Mía, y se marchó en el carro.
Luego de un rato, un carro paró y dos prepagos se le acercaron.
El señor del auto miro a todas las mujeres disponibles pero señalo a Mía y dijo:
-Quiero a ella.
Las mujeres le dijeron:
-Ay no papi, esa muchacha no esta en servicio.
El hombre insistió y dijo:
-Solo quiero hablar con ella, por favor.
Las mujeres fueron y buscaron a Mía, y ella les dijo:
-¿Qué pasó? ¿Traen más dinero?
Una de ellas le respondió:
-Ojalá mami, pero vinimos por vos, ese hombre del carro todo lujoso quiere hablar con vos.
Mía puso cara de temor y dijo:
-Pues yo no pienso hablar con ninguno de esos.
Las mujeres le dijeron que el hombre sólo quería hablar.
Mía grito y dijo que no quería hablar con nadie y tomo la plata de Rosario y salio caminando para la casa de Rosario.
El hombre del carro aceleró y paro cerca de Mía y bajó del carro. Y le dijo:
-¡Mía! ¡Para por favor! necesito hablar con vos.
Mía al escuchar esa voz quedo quieta y volteó para atrás, y vio la cara del hombre. Sí, era Chomba. Mía comenzó a suspirar del miedo y gritar:
-Usted maldito, hijo de p... me arruinó la vida,¡maldito! ¡MALDITO!. Vos me violaste, mientras yo estaba drogada e inconsciente.
Chomba dijo:
-Perdón, ¡Perdón! En serio perdón. Yo no sabía eso, te lo juro. Jamás quisé abusar de vos, a mi también me engañaron, me dijeron que vos te pusiste ebría para festejar, pero que deseabas acostarte conmig...
Mía interrumpió a Chomba y dijo:
-¿Acaso ver a una mujer borracha es excusa para abusar de eso? ¡No! Aún así, a mi, la mal parida de Fernanda me engañó, me dijo que iba a modelar para unos diseñadores, yo necesitaba un empleo y ella me mintió, y luego me subió a un carro y me drogó ¡para que un perro como vos, me abusará!
Mía lloraba de irá y tristeza al recordar todo eso.
Chomba le pidio que lo perdonará, dijo:
-¡Perdón Mía! Yo no sabía eso, y voy a buscar a Fernanda para vengarme de lo que te hizo. Pero Perdóname por favor.
Mía le preguntó:
-Pero ¿Por qué un  narco como vos me viene a pedir perdón? Si de seguro te acostaste con miles de prepagos. Y vaya a saber uno cuantas estaban inconscientes.
Chomba dijo:
-Porque vos, vos sos diferente, yo lo sé, tenes algo que... que me... me atrae-. Chomba comienza a tener una voz de nervios y agregá. -Pero sé que me equivoqué-. Chomba toma la mano de Mía y le dice -Perdón, en verdad te pido perdón.
Mía saca su mano rápidamente y le dice:
-Jamás vuelva a ponerme un dedo encima.
Mía se va corriendo hacía la casa de Rosario, pero una pulsera se le cayó.
Chomba queda parado en la calle viendo hacía donde fue Mia y se lamenta por lo sucedido. Luego mira hacía abajo y vió la pulsera de Mía, la tomó y la miró y se la asomó al pecho. Y dijo:
-Dime que me hiciste niña, para dejarme así. Chomba guardó la pulsera en su bolsillo de la camisa y se marchó.