Mía tomo unas lápiceras y unas hojas, se pasó toda la noche escribiendo y borrando. Al día siguiente se despertó muy temprano, preparó el desayuno para Rosario, se lo dejó en la mesa con una tarjeta.
Mía tomó los dólares que le había dado aquella vez el narco; y se marchó.
Al rato Rosario se había levantado y tomó el desayuno que Mía había preparado y se le hacía raro que haya dejado una tarjeta. Cuando estaba a punto de abrir la tarjeta su celular sonó y ella tuvo que ir a atender. La llamada era del colegio de su hermanito, el niño se había golpeado en clases de gimnasia y Rosario debía ir de urgencia. Rosario se abrigó y dejó la carta sobre el mueble de la alacena.
......
Mía llegó al banco de la cuidad y hizo una extensa fila. Al llegar su turno pidió al señor de la caja que quería pagar una deuda de su madre. El señor ingresó los datos y le dijo el saldo a pagar. La deuda era en pesos colombianos y Mía pagó en dólares, por lo cuál le había sobrado bastante de esa plata.
Mía tomo los recibos y se marchó.
Ella pasó por la tienda del barrio y pagó las deudas que tenía su madre.
Luego pasó por su casa y quedó parada afuera mirando con tanta tristeza, y los recuerdos pasaban por su cabeza.
Se asomó a la puerta y cerró los ojos, estaba a punto de tocar la puerta pero no, no pudó.
Mía sacó de su bolsillo una carta, la dejó en la entrada de la casa.
Una lágrima le cayó encima de la carta.
Al salir, Mía, volteó una vez más a su casa y se mojó los labios con su sáliva y se marchó.
Mía camino por la ciudad durante horas, su mirada estaba pérdida, sus lágrimas caían una a una. Mía llegó a un puente, era el puente más alto de la cuidad, debajo corría el río que no estaba en muy buen estado, su color era amarronado. Mía caminó deslizando su mano en la baranda del puente. Sus mejillas estaban mojadas por sus lágrimas. Los recuerdos de Mía pasaban por su mente, cuando su madre la levantaba para ir al colegio y preparaba el desayuno. Cuando sus amigas la esperaban para entrar al colegio. Cuando su hermano jugaba con ella. Pero los recuerdos malos comenzaron a llegar, recordo cuando conoció a Fernanda y le dijó que era representante de modelos, y cuando la llevó a la finca del narco. Recordó como ese hombre la abusaba. Cuando logró escapar pero no podía mover bien su cuerpo por las drogas que le pusieron. Y lo peor de todo, ver como la sociedad la rechazó, sin saber cómo fue todo, sin poder escuchar lo que en verdad sucedió, incluso su madre, recordó y sintió nuevamente la cachetada que le había dado y como la lanzó a la calle, como una bolsa de basura.
Mía se sentía devastada, se paró en el puente miró hacía el río y hacía los costados. Ella se subió a la baranda y paso para la orilla del puente, se agarro fuerte de las barandas y llorando dijo:
-Lo perdí todo, mi familia, mi educación, mis amigas, mi... mi respeto. Perdón, perdón mamá-. Mía lloraba desconsoladamente. - Yo jamás quise fallarles. ¿Y de que vale mi vida? ¿DE QUÉ?.
Un hombre que estaba pescando vio a Mía en la orilla del puente. Y se dijó a si mismo:
-Esa es la hija de Doña María. ¡Mi Dios!.
El hombre quisó correr a ayudarla.
Mía se secó las lágrimas y cerró sus ojos, un viento seco le sacudió el pelo. Ella respiró profundamente, cerró sus ojos, una última lagrima cayó por sus mejillas, y se lanzó del puente. Sí, se suicidó. Cayó a una velocidad muy rápida, creyó que ya estaba todo perdido o al menos eso le demostraron todos. El hombre no pudo hacer nada, cuando llegó al borde ya se había lanzado, sólo vió como su cuerpo se caía.
....
A la mañana siguiente en los noticieros y diarios de la cuidad salió la noticia de que una joven se había lanzado del puente. María sintió algo en el pecho al ver esa noticia, y pensó en su hija, pero ya era demasiado tarde.
Alguien tocaba la puerta, María se asomó a ver y Rosario estaba afuera, ella preguntó:
-Hola señora ¿Mía anduvo por aquí?
María miro a Rosario y le contestó:
-No, ella no anduvo por acá. ¿Y tú quién eres?.
Rosario dijo:
-Soy amiga de ella, estoy muy preocupada, desde ayer que no regresó a mi casa.
Un hombre, el mismo que estaba pescando y vió a Mía tirarse del puente, venía corriendo y se paró en frente de María y le dijo:
-Doña, ¿vió las noticias?
María pensante le dijo:
-¿De qué noticias me está hablando usted?
El hombre le respondió:
-La jovén...la que se lanzó del puente, es... era... su niña, Mía.
María se pusó pálida y Rosario gritaba "¡NO! ¡No puede ser! ¡Dios!". María lloraba desconsoladamente.