Lion la miró con una intensidad que la dejó sin aliento.
—Acompáñame en esto como mi primera dama —dijo.
Mariam cayó sentada en su asiento, incapaz de creer lo que estaba escuchando.
—Lion, no estamos en la era antigua. ¿Te das cuenta de la gravedad de lo que estás diciendo? Somos amigos, te apoyo, pero ese título le corresponde a la mujer que te acompañe por amor. Ahora estás así, pero en un tiempo te enamorarás... ¿Para qué me quieres a mí a tu lado? —Estaba frustrada por su comportamiento, y Lion, lejos de reaccionar, solo la observaba con una sonrisa cínica.
—Escúchame, muñeca, tú eres perfecta para ese puesto. Si te esforzaras más en los estudios, eso es todo. Además, tú misma me dijiste que no deseas casarte por amor y que, llegado el momento, tus padres te casarán con alguien que ni conoces. ¿No es mejor salvarse de ese destino casándote conmigo, que soy tu amigo? Me conoces, Mariam, sabes que no soy de enamorarme.
—Ok... Quieres casarte conmigo porque soy la mejor tapadera para tus cochinadas, ¿no es así? Bien, nos apoyaremos mutuamente. Tú puedes seguir haciendo lo que quieras.
Lion sonrió, complacido.
—Sabía que me apoyarías. No te dejas llevar por los sentimientos, sino por los beneficios. Eso me agrada de ti. Creo que tendremos una feliz cooperación, ¿no es así, cariño? —dijo tomando su mano y depositando un beso en ella.
Mariam retiró su mano sin ser grosera y solo asintió. Estaban por establecer las reglas cuando llegaron dos personas que, por lo visto, Lion conocía. La situación era confusa, ya que estas personas no eran comunes: todo lo que llevaban puesto eran artículos de lujo. Una señorita de su misma edad, o quizás un año mayor, y un joven muy apuesto de la edad de Lion. No tardaron mucho en saludarse y Lion la presentó.
—Mariam, te presento a Ricardo y Regina, mis amigos de mi antiguo colegio. Ricardo, Regina, ella es Mariam... una amiga —titubeó al presentarla, sin saber cómo calificar su relación en ese preciso instante. No podía presentarla como "mi prometida", sería absurdo.
—Mucho gusto en conocerlos. Bueno, Lion, yo me retiro. Sabes que debo llegar temprano. Nos vemos mañana —dijo Mariam, acercándose a él y dejando un beso en su mejilla antes de marcharse.
Estaba por tomar un auto cuando escuchó que alguien la llamaba. Giró y no pudo creerlo: era Ricardo.
—Ricardo, ¿qué pasó? ¿No estabas hablando con Lion? ¿Qué te trae acá?
—No podía dejar que te fueras. Quería hablar contigo... ¿Te parece si caminamos un poco mientras platicamos?
—Claro, solo que me sorprendió verte.
—No fue mi intención, pero verte tan frágil y hermosa me trajo recuerdos del pasado.
—Entiendo. Pero dime, ¿qué quieres decirme? No creo que me siguieras por una simple curiosidad.
—Veo que eres muy perspicaz. Tal vez por eso le gustas a Lion. ¿Qué tipo de relación tienen?
—Vaya, vamos directo al grano. Eres un tipo realmente interesante, lástima que no seas tan inteligente. Respondiendo a tu pregunta, solo somos amigos.
—No lo creo. Él no tiene amigas, a excepción de Regina. Solo te digo que te alejes de él porque te puede lastimar.
—¿Eres su amigo o enemigo? No logro diferenciarlo. Es algo absurdo. ¿Por qué razón me alejaría de él? ¿Qué beneficios te da a ti? Porque no creo que seas un caballero rescatando a damiselas en peligro. Sé cuidarme perfectamente.
—Digamos que soy ambas cosas, amigo y enemigo, según las circunstancias.
—Así, ¿y cuáles son esas circunstancias? Si te dijera que puedo darle la felicidad a tu amigo, ¿aun así me alejaría de él?
—No lo hago por él, lo hago por ti. Lo único que vas a conseguir al pasar más tiempo con él es que te destruya. He conocido a muchas de sus enamoradas, pero tú eres diferente. Solo no quiero que te lastime.
Mariam sintió que Ricardo quería salvarla de algo, pero no iba a dejar que sus intrigas la alejaran de un amigo y posible salvador. Si él se iba, ¿cómo se suponía que lidiaría con sus padres en el futuro?
—Lion solo juega con las mujeres. Nunca va a tomar a nadie en serio —dijo.
Se volteó y siguió caminando, esta vez dispuesta a irse. Estando cerca de la pista, giró para despedirse.
—Gracias por el aviso, pero sé cómo cuidarme. Gusto en conocerte, Ricardo. Espero que la próxima vez que nos veamos sea en mejores términos.
Ya en el auto, se puso los auriculares y comenzó a escuchar música. Por pura curiosidad, volteó y ahí estaba él, con una mano en su bolsillo y otra masajeando su frente. Se notaba que estaba frustrado. La pregunta era: ¿por qué quería que se alejara de Lion? ¿Qué había pasado entre ellos para que la relación se volviera así?
Al llegar a su casa, corrió a su habitación y llamó a Fer.
Llamada telefónica
—Hola, Fer. ¿Qué haces?
—Hola, loca. Nada, estoy aburrida en casa.
—Mmm ... ¿Y por qué no viniste a clases hoy?
—Ya vi lo que pasó, perdimos, ¿verdad?
—Sí, es cierto, pero ni al caso. Ellos se lo pierden.
—Tienes razón. Espero que Lion te haya acompañado, de lo contrario mañana le parto las bolas.
—Jaja... cálmate. Él estuvo acompañándome. Perdimos las primeras clases por eso, pero lo bueno para nosotras es que era arte. Después, a la salida, fuimos por un pastel. Ya sabes cómo me encantan los dulces.
—Me compadezco de Lion si le tocó pagar la cuenta.
—Bueno, él pagó, pero no compré mucho ya que llegaron sus amigos.
—¿En serio? ¿Y cómo son? ¿Guapos? Dile que me presente a alguno.
—Tú no cambias. Eran una chica y un chico. Sí, eran atractivos, pero aun así tienen aires de superioridad.
—Qué desperdicio. Bueno, mañana hablamos porque debo ayudar a mi mamá.
—Ok, cuídate. Te quiero.
—Yo igual. Besos.
Fin de la llamada
Mariam ni siquiera pudo contarle todo a Fernanda. ¿Qué pensaría ella si se lo ocultaba por mucho tiempo?