A la mañana siguiente, Mariam se encontraba en las puertas del colegio cuando, de pronto, sintió que alguien la haló del brazo y la arrinconó a un costado del portón.
—¿Qué haces? ¡Suéltame, me lastimas! —exclamó Mariam, tratando de zafarse.
Lion la miró con furia, sosteniéndola con una mano mientras con la otra sacaba su móvil y le mostraba una publicación. En la foto, se veía a Mariam y Ricardo caminando hacia un auto, pero la descripción escrita al pie de la imagen decía: “Nuestra bien aclamada joven pura del colegio se encuentra con su novio en un hotel a plena luz del día”. Los comentarios eran aún más humillantes, tildándola de cualquiera. En un pequeño colegio donde solo quería pasar desapercibida, la publicación se había esparcido como pólvora, y ahora todos la miraban cuando pasaba. Claramente, el resto del año sería muy difícil.
—¿Y qué vienes a reclamarme? ¿Ya creíste todo lo que dice o vienes a consolarme? —dijo Mariam, intentando mantener la calma.
—Puedes ser un poco más seria... Te hablo porque quiero preguntarte qué hacías con Ricardo. Sé que el acuerdo no fue hablado, pero al menos puedes respetar el hecho de que Ricardo es mi amigo —respondió Lion, irritado.
—Si te pones en ese plan, no deseo hablar. Ahora suéltame, que me voy —replicó Mariam, firme.
—No... Tú no te vas hasta que me digas qué pasó. ¿Ese idiota te dijo algo? —insistió Lion, sin soltarla.
—Ah, ¿era eso...? ¿Acaso había algo que contar de ti? Yo creí que pensabas que me acosté con tu amigo, por eso la furia —dijo Mariam con sarcasmo.
—Ese no es el problema, es tu vida. Pero no te voy a negar que me molesta que te metas con mi amigo —confesó Lion.
Mariam comenzó a reírse sin razón aparente, dejando a Lion perplejo.
—¿En serio crees que puedo meterme con alguien que me ve como su hermanita menor? No seas ridículo. Ahora suéltame, que te ves como un novio celoso y solo llamas la atención de los demás.
—¿Qué dijiste? —preguntó Lion.
—Que te ves como un novio celoso.
—No, lo anterior.
—Que Ricardo me ve como su hermanita.
—Sí, eso. —Lion murmuró para sí mismo— Maldito idiota, ¿qué demonios está pensando?
Mariam, que escuchó aquello, se preguntaba qué demonios escondían ellos, pero en ese momento no quería saber más. Solo quería irse.
—¿De qué hablas? ¿Me vas a dejar ir o no? Me hago tarde para las clases —dijo Mariam, tratando de zafarse.
—Conversemos con calma al receso, ¿sí? —dijo Lion, soltando su agarre y tomando su mano.
Mariam no quería escuchar sus quejas y solo quería irse en ese momento. Para su suerte, a lo lejos vio a Blanca que venía llegando y vio en ella una oportunidad para escapar de Lion, así que llamó fuerte:
—¡Blanca! —tal y como lo predijo, la joven volteó y cuando vio a Lion se acercó a él, tomándolo del brazo para empezar a hablar y coquetear. Mariam aprovechó esta oportunidad para escapar de la vista de Lion. Ya luego pensaría qué decirle.
...
En el receso, Mariam y Fernanda se dirigieron al comedor del colegio.
Fernanda no preguntó qué había ocurrido con Lion ni por qué habían discutido, pero sabía que la publicación solo empeoraba la relación o al menos los mantenía en conflicto. Sabía que la persona en la foto era un amigo de Lion y eso tal vez lo molestaba. Tenía un enredo en la cabeza, pero no se atrevía a preguntar. Tal vez luego Mariam se lo contara. Eso quería creer, pero al mismo tiempo se sentía lastimada. Su mejor amiga le estaba ocultando cosas últimamente y se sentía excluida.
—Sentémonos acá —dijo Fernanda, señalando una mesa cerca de la ventana y pidiendo algo de comer para ambas. Tomó los pedidos y se sentó junto a su amiga, que parecía estar en cualquier lugar menos en la tierra—. Ahora sí, ¿me contarás por qué esa cara? Te ves mal. ¿Me dirás qué pasa o seguirás evadiéndome todo el tiempo? Sé que es personal, pero soy tu amiga y de verdad me preocupa tu estado. Estás aquí sin expresión alguna, ¿qué se supone que deba hacer al verte así?
—Nada... no hagas nada. Son mis problemas y yo los voy a resolver. ¿OK? —respondió Mariam, evasiva.
—¿Seguirás así? Soy tu amiga, ¿no crees que al menos merezco saber qué pasa? Si te lo guardas todo será peor —insistió Fernanda.
—¿Qué quieres saber? ¿No viste que estoy en boca de todos? Esto es horrible... Tú también crees en la publicación, igual que el idiota de Lion —dijo Mariam con la voz entrecortada. Ser juzgada por personas cercanas era peor que los comentarios ofensivos de desconocidos. Eran como puñales que atravesaban su interior.
—Claro que no creo en eso, pero si no me cuentas qué pasó no podré ayudarte y solo te vas a lastimar si esto continúa —respondió Fernanda, preocupada.
—Está bien. Lo que pasó fue que ayer, después de que te fueras, apareció Ricardo con su auto y... —Mariam relató lo sucedido.
—¿Por qué no se lo contaste a Lion y esperaste a que hiciera un mal razonamiento de ti y su amigo? —preguntó Fernanda.
—¿A quién le importa lo que piense? Él y yo no tenemos nada. Además, no le molestó que me reuniera con su amigo, sino que tienen algo que esconden muy bien y no tengo ganas de saber qué es. Por lo visto, desean ocultármelo. Él tenía miedo de que su secreto me fuera revelado —explicó Mariam.
—Bueno, creo que necesitas resolver tus malos entendidos con él. Ahora me voy porque ya viene —dijo Fernanda, levantándose.
—Está bien. Cuando todo esto se aclare, espero poder contarte... todo en su debido momento. Nos vemos.
Lion se encontraba caminando hacia Mariam. Por la mañana había dicho que quería reunirse con ella, pero antes de decir el lugar, ella había huido usando como excusa a Blanca. Ya al estar a su lado, retiró la silla y se sentó frente a ella.
—No sé qué pasó ayer ni por qué estuvieron juntos, pero si me lo explicas, lo voy a entender... Lamento haber reaccionado de esa manera. Solo que hay cosas que por el momento es mejor que no sepas —dijo Lion, arrepentido.