Un casino recién inaugurado sin ningún valor actual en el mercado fue el lugar donde se realizaría la fiesta de despedida. Aunque todos podían asistir, eran muy pocos los que realmente eran esperados con ansias; para el espectáculo, la mayoría eran simples espectadores.
A pesar de ser una fiesta casual y sin mucha relevancia para el exterior, para estos jóvenes era lo más esperado del año. Como en cualquier grupo social, a las personas les encantaba el chisme y hoy no era la excepción.
Lo más esperado de la noche era la aparición de Blanca y su rivalidad con Mariam. Muchos tenían curiosidad sobre quién sería la reina de la noche, la dama que más brillara.
Blanca estaba segura de que sería ella. Sería un honor terminar su secundaria siendo recordada en una noche como esta, como la joven más hermosa y prometedora de su promoción.
El salón era enorme, adornado para una grandiosa ocasión. Un escenario se encontraba al frente y, a la derecha, bocadillos y bebidas esperaban a los invitados.
La fiesta estaba en su mejor momento, y las personas esperadas iban llegando una por una. Entonces, la figura crucial de la noche se presentó.
Blanca, con un vestido coral largo de hombros descubiertos, un peinado refinado y un maquillaje exquisito, parecía una flor primaveral. Su acompañante, Zack, el líder estudiantil y exnovio de Fernanda, era un joven alto y apuesto. La pareja hacía alarde de su entrada, mientras Lion y Fernanda observaban desde un costado, con una copa en mano.
La relación de Zack y Fernanda no fue la mejor, y se deterioró aún más cuando Blanca llegó al colegio hace un año. Blanca sedujo a Zack, y no pasó mucho tiempo antes de que él dejara a Fernanda por ella. Posteriormente, Blanca también dejó a Zack por Lion.
—El karma existe, entonces ¿por qué esas dos ratas están juntas de nuevo? —murmuró Fernanda, enojada y humillada. Tener que ver a la persona que quiso de la mano con la persona por la cual la había abandonado no era el mejor escenario. A pesar del tiempo transcurrido, todavía le dolía.
—¿Estás bien? —preguntó Lion.
—Sí, solo voy al baño un rato —respondió Fernanda.
—¿Estás segura de que estás bien?
—Sí.
Fernanda no pudo contener todas las emociones encontradas y se retiró. Los sentimientos que creyó enterrados hace mucho aún permanecían, y ver a Zack y Blanca juntos solo trajo dolorosos recuerdos.
La multitud rodeaba a la pareja recién ingresada cuando una conmoción comenzó.
Mariam se bajó del auto y se preparó para su entrada.
Con paso firme, como un hada, se dirigió al pasillo que la llevaría al salón. Llevaba un hermoso vestido azul marino corto con tirantes, adornado de la forma más delicada y sencilla, unos tacones altos, el cabello suelto y una trenza en forma de tiara. Un maquillaje ligero la hacía ver como un hada irreal. Si Blanca parecía una flor primaveral, Mariam sería una rosa encantada que con el más mínimo toque de impureza podría marchitarse. Algo tan hermoso solo era para contemplarse.
La multitud, dispersa, le abrió paso y cuando los ojos de Mariam se encontraron con los de Lion, se pudo notar una enorme química.
Era como ver una pareja única, especial e irreal.
Lion se acercó y, con cada paso, sentía su corazón latir con fuerza. Hoy, Mariam se encontraba más hermosa de lo habitual y eso solo hacía que sus emociones fluyeran de una manera natural. Llegó a su lado y la rodeó en un abrazo. Aun si no se hubiesen puesto de acuerdo en el conjunto de la ropa, ambos llevaban el mismo color, lo que lo hacía ver aún más romántico.
—¿Cómo es que mi amada primera dama está tan hermosa hoy? —susurró Lion.
La llevó a su sitio para continuar su conversación.
—¿No debería estarlo? —respondió Mariam.
—No lo sé, eres demasiado brillante como para presentarte de esta forma y llamar más la atención de los presentes, ¿no te parece?
—No… esto es cosa de chicas, a todas nos gusta vernos bien.
—Pero te ves tan hermosa que no te pueden quitar los ojos de encima, y es agobiante.
Mariam giró aun estando sujeta por Lion y puso su índice en sus labios.
—Shhh, estoy hermosa por una razón y esa razón eres tú.
Habló Mariam con sorna y burla hacia Lion, aún sin acostumbrarse a su forma de ser y sin querer tomar en serio sus palabras.
—¿Cómo puedo saber si es cierto?
—No es Blanca, después de todo, tu ex y la persona que me retó.
—Es mi ex, se podría decir… pero quien la retó fuiste tú.
—Todo iba bien. Qué pesado eres. ¿Dónde está Fer?
—Ves allá.
—¿Dónde?
—Al otro extremo.
Mariam giró y, al otro extremo, se encontraban Blanca y Zack. Al mirarlos de reojo, se dio cuenta de que Blanca estaba furiosa por haber sido dejada de lado con su presencia.
—Ya veo, ¿dónde está?
—Fue al baño. Bien, la iré a ver y luego me encargaré de ella.
...
En el baño, Fernanda se encontraba lavándose la cara que aún tenía restos de lágrimas y los ojos enrojecidos. No supo qué decir cuando vio a Mariam.
—¿Y cómo estás? —preguntó Mariam.
—Bien, supongo —dijo Fernanda, acomodándose el cabello.
—Si te encuentras bien, volvamos al salón. Aún hay un espectáculo que ver.
Mariam sabía que, si sacaba el tema de Zack ahora, solo removería viejos sentimientos y su amiga no sería capaz de resistir.
—Ok.
—¿Qué te parece si llamas a tu mamá y le dices que vas a pasar la noche conmigo? Así hablamos de todo y Ricardo nos puede llevar… mmm.
—¿Es en serio?
—Claro que sí, hablaremos de hoy luego.
—Gracias.
Al regresar al salón, Blanca y Zack estaban rodeados por personas de su promoción. Por el momento, Mariam pensó en dejarlos tranquilos hasta que la fiesta alcanzara su clímax, para ver cómo reaccionaría Blanca cuando se convirtiera en el centro de atención y robase su puesto como reina de la noche.