Aquella noche, en aquel castillo, donde aquella princesa reunió el valor para besarme aun en contra de lo que dictaban sus sentimientos, me hizo sentir algo más por ella. No, no era nada romántico, su determinación logró hacerme sentir admiración por ella.
No solo eso, después de saber todo lo que mi compañera me contó aquel día, era imposible que yo la viera de la misma manera, sabía que detrás esa imagen fría y superficial que nos hacía ver a todos, había una mujer valiente con un pasado bastante difícil, con suficientes razones para comportarse de la forma en la que lo hacía. Eso era muy inteligente de su parte y algo que en cierta medida yo también hacia al intentar no involucrarme con nadie.
Esa misma noche, al llegar a mi casa me percaté de que mi vecina y buena amiga Vanessa no estaba en la suya, algo raro para un domingo por la noche, pero lo más probable es que ella seguía ocupada con algo que Verónica le había encargado. No debía sorprenderme, después de todo esa había sido mi petición.
Al día siguiente, al llegar al trabajo, tenía en mente aquella nueva rutina de desayuno impuesta por la Princesa de Hielo. No es que yo esperara nada en particular, pero la idea era buena. El desayuno de la cafetería no era malo, pero yo lo comía más por su apoyo a mi holgazanería matutina que por su sabor, de manera que comer algo tan bueno como lo que preparaban en la mansión de mi compañera y encima hacerlo en su compañía no estaba nada mal.
Llegué como todos los días al edificio donde trabajábamos, me dirigí a la cafetería y ya estaba mi compañera esperándome. Eso me recordó que nunca la había visto llegar, pero ese día era distinto, desde lejos la vi algo cansada.
—Buenos días, ¿Cómo estás? —pregunté mientras me acercaba a la mesa.
—Normal, lo de siempre —contestó ella algo desganada.
—¿Estás segura de haber despertado bien? —Me senté a su lado—, Te ves algo cansada.
—No es nada, solo no pude dormir muy bien —Ella no le dio mucha importancia.
—¿Todo está bien? —pregunté un poco preocupado al no ser esa su actitud habitual.
Ella me volteó a ver con una sonrisa en su rostro, que a pesar de reflejar el cansancio de una mala noche no parecía el de alguien preocupado por algo grave, más bien parecía un poco nerviosa.
—Sí, solo tuve muchas cosas en que pensar, nada malo… —hizo una pausa y una sonrisa más marcada se dibujó en su rostro al tiempo que volteaba a otro lado para evitar que la viera —Todo lo contrario —agrego después de un par de segundos.
—¡Vaya!, pues me alegra que todo esté bien. Por otra parte, hoy comenzamos nuestra nueva rutina de desayuno ¿Cierto?
—¡Es verdad!
Ella volteó a la silla que tenía al lado, buscó un poco en una bolsa que tenía ahí y sacó dos contenedores. Estos era unos clásicos bentos, como los que se estila en Japón para llevar la comida al trabajo o la escuela.
Ella los colocó sobre la mesa junto con otros contenedores más pequeños, un termo y dos tazas. Acomodó todo de forma minuciosa, sin dejar de lado el más mínimo detalle de cada cosa que colocaba sobre la mesa. Viéndola incluso ordenar la orientación de cada recipiente llegue a pensar que ella tenía algún tipo de obsesión con el orden… o quizá era algo más.
—Oye ¿Por qué estas intentando hacer tiempo? —pregunté siguiendo un poco mi instinto.
—No, no estoy haciendo eso, solo acomodo las cosas —La seguí notando algo nerviosa.
—Ok está bien, te creo —mentí.
—Ya está, comamos —dijo tímidamente.
Dejándolo al último, la princesa colocó frente a mí el recipiente que contenía la comida que me había traído.
—En serio, muchas gracias por esto —le agradecí sinceramente.
—No es nada, espero te guste —contestó timidamente.
Comencé a abrir el contenedor, pero antes de ver lo que había dentro me llamó la atención que mi compañera estaba muy atenta a lo que yo hacía, incluso más nerviosa que antes, su vista estaba tan ocupada viendo mis manos que no se percató de que yo la estaba viendo a ella y lo hizo solo hasta que vio que me detuve antes de abrir el bento por completo.
—¿Todo está bien? —le pregunté.
—S… sí, todo bien, vamos a comer —dijo titubeando mientras bajaba la mirada y comenzaba a abrir su bento.
Sus respuestas titubeantes junto con ese nerviosismo que intentaba esconder era hasta cierto punto algo lindo, algo que me hizo sonreír mientras la veía, pero me las arregle para que la princesa no se diera cuenta.
Regresé a lo que estaba haciendo y, aunque mi compañera seguía viéndome de reojo, decidí ignorarla un poco para enfocarme en el desayuno que ella me había llevado.
Abrí el bento y lo que había dentro, a primera vista, me dejo con algo en que pensar. Todo se veía muy bien, había unos rollos de huevo con verdura, arroz blanco y otro poco de verduras al vapor. Tenía un aspecto genial, pero parecía que eso no lo había preparado la misma persona que había preparado el desayuno y la comida que sirvieron en la casa de la Princesa de Hielo el día anterior.
Comencé por el arroz, al probarlo mis sospechas tomaron fuerza. Se trataba de arroz estilo japones, una receta sumamente sencilla que constaba solo de arroz hervido y aunque el que mi compañera me había traído era bueno, podía perfeccionarse, no reflejaba la experiencia del chef de su casa. Continué con los rollos de huevo, estos eran prácticamente perfectos. Por último, probé las verduras al vapor, estas fueron las que confirmaron la situación, su preparación era muy distinta a las que había probado un día antes. Definitivamente ese desayuno no lo había preparado la misma persona y, tomando en cuenta el nerviosismo de ella, la princesa era quien lo había preparado.
Editado: 13.06.2023