En el mismo pueblo donde la reina Abigail fue entrevistada, se habilito un edificio para que ella y su familia pudieran alojarse ahí por un tiempo. Muchos jóvenes se sintieron entusiasmados, ya que consiguieron empleo como sirvientes o guardianes. También contrataron a técnicos para que se encargaran de instalar cámaras de seguridad y detectores anti intrusos tanto en el edificio como en las afueras de la zona urbana.
Por suerte, el rey Marco contaba con acceso a su dote, con el cual pudieron pagar a los nuevos sirvientes. Y cuando llego el día del pago de impuestos, todos los pobladores decidieron dar sus tributos a la reina y no a la princesa, logrando así hacer circular la economía sin depender de la corte del palacio.
Sin embargo, la reina estaba preocupada. Sabía que tanto la conferencia de prensa como la entrevista transmitida en todo el reino dieron mucho de qué hablar. Además, tenía la corazonada de que su hija planearía anticiparse a sus movimientos iniciando su ataque al pueblo. Al estar en el palacio, tenía acceso directo a los aviones de guerra del aeropuerto principal, cuyos últimos modelos estaban hechos de cristal absorbente de luces solares reflejadas en las nubes y armas de alto calibre con disparo laser.
- No me quiero imaginar a uno de esos aviones destruyendo el pueblo – dijo Abigail a su esposo y cunado, en una pequeña reunión privada que hicieron dentro del edificio – en el pasado podíamos protegernos de los ataques aéreos con detectores antimisiles, pero esos ya no sirven para detener los disparos con láser.
- No creo que nuestra hija llegue a tales extremos – dijo el rey Marco – eso dañaría por completo su imagen. Estoy seguro de que buscara algún enfrentamiento a campo abierto.
- De todas formas, debemos planificar algún simulacro de escape – dijo Abigail, mientras extendía el mapa de la zona sobre una mesa de madera – nuestro reino posee muchas montañas y esta región no es la excepción. Aun así, la montaña más cercana al pueblo está a unos 55 kilómetros de distancia. El camino más corto para llegar a ella está a campo abierto. ¡Los aviones detectarían a los civiles al instante!
- Tulio, será mejor que nos des alguna sugerencia – le dijo Marco a su hermano - ya que eres experto en escapes y ocultamientos.
El duque Tulio se percató de que el rey Marco hacía referencia a como logro, con éxito, escapar de la mira de la princesa Jade mediante un par de mendigos. Si bien le sentó mal lo que sucedió con ellos, sabía que en esos momentos no tenía opción. Y como ahora requería de un plan donde todos salieran vivos, lo pensó detenidamente antes de decir algún comentario.
Al final, respiro hondo y, señalando el mapa, dijo:
- Podemos tomar la ruta más larga para evacuar a los civiles. El tema está en que es un camino peligroso, con muchos desniveles y superficies resbaladizas. Pero la ventaja está en que lo cubre un gran tupido de árboles y, al llegar al pie de la montaña, hay un túnel natural donde no serán vistos. En lo personal, recomiendo que solo las personas jóvenes o con una buena condición física escapen por esta vía. En cuanto a la ruta a campo abierto...
Se interrumpió por un momento, mientras miraba al mapa, al final, chasqueo los dedos como si se le ocurriera una idea y propuso:
- Crearemos “señuelos”. Si, los soldados se harán pasar por civiles e irán acompañados por sus sargentos y tenientes, para protegerlos con sus escudos antimisiles. Con suerte, los disparos solo serán con el propósito de detenerlos o herirlos, no de matarlos. Así, los civiles que no puedan pasar por el camino largo y peligroso irán en sentido contrario.
- ¿En sentido contrario? - pregunto Abigail.
Tulio señaló el otro extremo del pueblo, que lindaba con un precipicio que caía a mar abierto, y respondió:
- Hay algunas cuevas sumergías, en donde estacionan los submarinos que fueron fabricados hace varias décadas. Según me explicaron algunos pobladores, una persona encerrada puede resistir por 20 horas. El alcalde del pueblo dijo que, por lo general, solo lo usan para recoger peces de las profundidades.
- Creí que los peces se habían extinguido hace milenios – dijo el rey Marco.
- No se extinguieron, solo nadaron más profundo – dijo el duque Tulio – la naturaleza es sabia y, de alguna manera, supo subsistir de los avances tecnológicos decadentes de la antigua civilización humana. Pero dejando de lado eso, he de reconocer que admiro como estos pueblos remotos han logrado subsistir con estas técnicas, casi sin ningún apoyo o sustento de la corona.
- Recuerdo que, en mis primeros años de reinado, algunos alcaldes me solicitaron permiso para fabricar submarinos – dijo Abigail – mi madre dijo que era una pérdida de tiempo, pero yo decidí apoyar el proyecto. Me alegra saber que les ha beneficiado.
- Es por eso que usaremos esos submarinos para refugiar a los ancianos, enfermos, embarazadas y niños pequeños – dijo el duque Tulio – si seguimos con este plan, lograremos distraer a los aviones y podremos salvar muchas vidas.
Durante varios días, los reyes y el duque explicaron a los pobladores los métodos de escape para evitar ser alcanzados por los aviones. En una de esas, cuando mencionaron a los soldados que se harían pasar por los civiles, un grupo de hombres se ofrecieron de voluntarios para ayudarlos, pero la reina rechazo esta petición diciéndoles:
- Sus esposas, madres e hijos llorarían si les pasase algo, caballeros. Además, necesitaremos de hombres fuertes para reconstruir las casas después del ataque. He jurado protegerlos a todos, sin excepciones. Como son más saludables, podrán ir por el camino peligroso junto a sus mujeres, salvo las que están embarazadas.
- Hay otra ruta que no figura en el mapa, majestad – dijo uno de los hombres del grupo – es un túnel subterráneo, que termina en un pequeño lago de agua potable situado bajo la montaña. Ya hemos hablado con nuestras mujeres para que escapen por ahí, porque no queremos que ellas pasen por el camino peligroso a la montaña. Además, tampoco hay garantía de que los disparos con láser no nos alcancen hasta ese punto.
- Como no están embarazadas ni enfermas, el submarino quedaría descartado para ellas – dijo otro hombre – así es que, si algo nos sucede a nosotros, ellas podrán ayudarla a reconstruir el pueblo, majestad. Son muy trabajadoras e ingeniosas, lo podemos asegurar.
- Me alegra ver que cuidan bien de las mujeres – dijo Abigail – en ese caso, iré con ellas. Mis guardias las protegerán en caso de que descubran el escondite. Aunque si no figura en el mapa, dudo mucho que nos encuentren.
El día del ataque llego. Todos se prepararon según sus propias condiciones. La reina fue junto a las mujeres en el camino subterráneo; el duque acompañó a los hombres por el camino largo en dirección a la montaña; el rey y la princesa fueron con los enfermos y débiles a los submarinos.
La llegada de las tropas no se hizo esperar. El pueblo estaba vacío, pero si alguien se hubiese quedado, habría presenciado la destrucción completa del lugar. Los soldados entraban en las casas y saqueaban todo a su paso, los aviones rondaban por las zonas y, con los láseres, destruían cualquier tipo de barrera protectora para dar paso al enemigo. Lo único que no consiguieron derribar fue el edificio donde se hospedaba la reina, ya que fue doblemente reforzado con aleaciones de metal y cristal, además de contar con detectores anti intrusos y un fuerte sistema de capas protectoras para resistir, aunque sea poco, el rayo láser.
Los aviones rastrearon a los soldados que se disfrazaron de civiles y los dispararon sin piedad. Si bien no hubo muertos, si hubieron heridos de gravedad. Muy pocos consiguieron llegar hasta la montaña a salvo.
El ataque duro unas cinco horas. Cuando se retiraron las tropas del palacio, los civiles regresaron poco a poco al pueblo, encontrándolo destruido.
Es así como avistaron un barco proveniente del virreinato.
La tripulación rescato a las personas que quedaron en los submarinos, encontrándolos en excelentes condiciones gracias a que fueron proveídos de alimentos y oxígeno para resistir por largas horas sumergidos en el mar.
la reina Abigail y Jonás recibieron a los visitantes, que estaban conformados por las tropas de la virreina y los representantes de los lideres de las tribus del “Viejo Mundo”, que decidieron cooperar en pos de un acuerdo para vivir todos en paz y armonía.
- Bienvenidos sean todos – dijo Abigail a los recién llegados – soy la reina y la verdadera dueña del reino del Norte, el cual me fue arrebatado a la fuerza por una de mis hijas.
- Jonás nos puso al tanto, majestad – dijo uno de los representantes – y como usted jamás pretendió invadirnos, decidimos apoyarla para derrocar a la impostora que arruino muchas vidas.
- Hablo por ellos al decir que solo queremos vivir tranquilos – dijo Jonás a la reina – Si les ayudamos, prométanos que no nos cazarán como animales ni nos exhibirán como fenómenos de circo. A cambio, nosotros nunca más intentaremos sabotearles el comercio ni atracar barcos o vehículos de comerciantes.
- Que así sea – dijo Abigail – Bien, pueden descansar. Tenemos mucho por hacer y aún hay un palacio que tomar.
Mientras los pobladores reconstruían sus casas y proveían a los recién llegados de comida y agua, la reina se reunió con el rey, el duque y Jonás para establecer su siguiente movimiento. Abigail señaló en el mapa el pueblo y señaló otras zonas urbanizadas situadas en las proximidades, diciendo:
- Es probable que mi hija planee atacarlos también, con el fin de dejarnos sin ninguna vía de escape para acorralarme más rápido. Pero, esta vez, planeo anticiparme a su movimiento. Por las laterales de la Capital, hay una ciudad muy importante y que está bajo el control de la corte.
- Se refiere a la ciudad X, ¿majestad? - le pregunto el duque Tulio – sí, ahí tienen la antena que conecta los dispositivos comunicadores para estabilizar la conexión sin cables.
- Si nos apropiamos de esa antena, nos apropiamos de todo – dijo el rey Marco – estoy seguro de que Jade extremara la seguridad en esa zona.
- Pero ahora somos más fuertes – dijo Abigail - ya contamos con las tropas de la virreina y las tribus del “Viejo Mundo”. Quizás sin un avión sea más difícil, pero no por eso imposible. Solo debemos planearlo muy bien teniendo en cuenta nuestros recursos actuales.
Así, el pequeño grupo comenzó a planificar lo que harían a continuación. La guerra ya había empezado y no pensaba detenerse hasta lograr que Jade se entregara a la justicia por los crímenes que cometió en los últimos cuatro años de su vida.
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Editado: 16.02.2024