La Princesa del Reino Perdido

IV

La dulce melodía atraviesa la barrera del silencio, terroríficos suspiros salen de mi garganta al reconocer la dulce melodía que bien aventurada atravesaba las barreras de frialdad como cuchillo recién afilado, cortando con júbilo todas esas capas de hierro que yo misma había moldeado para protegerme del dolor, con las lágrimas saliendo sin permiso de mis ojos cerrados me levanto, no quería abrir mis ojos, no quería hacerlo y enfrentar la dura realidad. Abro mis ojos, la habitación en dulces tinieblas salpica pedazos de oscuridad a mi alma, la dulce melodía se escucha de nuevo, mi cuerpo se levanta con voluntad propia y sin importarle las negativas de mi mente se abre paso hacia la puerta de madera, los sonidos de las criaturas nocturnas se mezclan con el vaivén rasgado de las cuerdas de un violin, mis pasos son perdidos y vacíos cuando cruzó la pequeña sala de estar para dirigir mis pasos a la puerta. La luna que brillando con intensidad baila entre las traviesas olas del lago, refleja a momentos un fuerte cuerpo, sentado en la orilla del lago, entre sus largas piernas contorna la fina figura de un violin de curvas delicadas, su brazo derecho se movía con maestría, el arco vibra en sus manos a cada movimiento, creando vida que se convierte en melodía, su rostro brillaba entre los rayos de luna que caían del cielo, sus ojos cerrados y su semblante impasible pude ver, la melancolía con la que creaba la maravillosa melodía me envolvió, su dulce figura danzando entre las sombras de la tristeza, actuando para los demonios impuros que al igual que yo gozan de la maravillosa pieza. Entre los sonidos perfectos del violín un suspiro resuena al compás de la melodía, un suspiro que el viento se lleva en sus memorias para reproducirlo en el valle del silencio. Mi vista pérdida se queda ante aquella escena, la fragilidad de esta me hacía doler el alma ¿Qué pena tan grande agobia al joven? Aquello no era simplemente una pieza musical, era una mezcolanza de sentimientos que se perdían en su pecho por los días pero salian a relucir por las noches, eran demonios insólitos que no le dejaban dormir, yo sabía de aquello mejor que nadie por qué yo sufría la misma dulce tortura. El silencio se hizo presente de nuevo, otro suspiro se pierde en el aire, camino hacia su encuentro pero nota mi presencia antes de llegar a él, se levanta y comienza a caminar en dirección contraria a mi, había dejado el violín en la orilla del lago. Yo lo seguia, él caminaba, sus puños apretados marcaban las líneas de venas en sus brazos y sus hombros rígidos cual piedra en medio del camino. Paro su andar al estar en la banqueta blanca, se sentó en silencio y yo hago lo mismo a una distancia considerable.

-. ¿Qué hace aquí? .- pregunta con sus ojos de fuego perdidos en el bailar de las olas.

 

-. Su melodía .- digo viéndole y él voltea su rostro para conectar sus intensos ojos con los míos.

 

-. ¿Qué hay con ella? .- pregunta él.

 

-. Yo la conozco .- digo y él sonríe con tristeza.

 

-. Eso es imposible .- dice él.

 

-. Es una composición de violín y piano se llama "Suspiro de media noche" .- digo, el joven me mira con seriedad.

 

-. No puede saber eso ¿Cómo es posible? No hay nada que se le parezca en donde usted vive .- dice él y yo sonrió con tristeza.

 

-. Tiene razón es una melodía única, no entiendo cómo es posible que usted la sepa tocar, mi madre creo esa melodía para mi, cuando era bebé ella tarareaba la melodía y solo de esa manera podía dormir, luego la tocaba en el largo piano de cola larga que teníamos en casa, hacia mucho tiempo que no la escuchaba .- dije con tristeza, baje mi mirada para que él no pudiera ver la rebelde lágrima que se había escapado de mi mejilla. Él se quedó en silencio por un buen tiempo, yo no rompí aquel silencio, no estaba segura si mi voz sería de ayuda.

 

-. ¿Dice que su madre compuso la melodía? .- pregunta.

 

-. Ella la compuso .- dije con un susurro

 

-. ¿Por qué habla de ella en tiempo pasado? .- pregunto él y yo no supe que responder, mi corazón estaba demasiado herido para decir en voz alta aquella frase.

 

-. Feliz noche .- dije y me levanté de la banca, caminé con rapidez hasta la casa, él no me siguió y agradecía aquello, no estoy segura de si estoy lista para afrontar aquel tema de nuevo, la última vez que hable de la muerte de mis padres fue cuando Jorge tenía nueve años y fue lo más duro que he tenido que hacer en mi vida, ver la carita empapada de lágrimas de mi hermano y la tristeza floreciente en sus ojos me destrozó el alma. Me recosté en la cama con miles de pensamientos en mi cabeza, no quería pensar nada más por lo menos por lo que resta de la madrugada así que obligó a mi mente a concebir el sueno.

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Reino de Arthegón
17 de Diciembre de 1945
 


 

La luna caía en el abismo oscuro, mientras el sol salía de su propio escondite para alumbrar el día, los animales empezaban a salir y desperesar sus cuerpos, los pájaros cantan de alegría al poder presenciar el alba de un nuevo día. Siento como el cuerpo de mi hermano empieza a moverse con lentitud, abro mis ojos y miró su tierno rostro, su cabello rubio brillaba con los rayos del sol que se colaban por la ventana, sus ojos se abrieron dejando ver el azul eléctrico en ellos, enmarcados en gruesas pestañas claras, una sonrisa floja se posa en sus labios, me abraza con fuerza, yo correspondi el abrazo y con ternura acaricio sus dorados cabellos con mi mano libre.
 



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En el texto hay: misterio, segunda guerra mundial, realeza

Editado: 06.05.2020

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