La princesa sin reino

Capítulo treinta y dos: Reencuentro

Mas de uno en aquel castillo sonreía con alegría, el mal reino había terminado y algunos se preguntaban ¿Qué había pasado? Y aunque la respuesta era sencilla nadie quería admitirlo, aunado a lo anterior el nuevo rey era mucho más amable, justo e inteligente.

–¿crees que alguien sospeche? – inquirió la esposa del nuevo rey mientras acomodaba las medallas de oro de su uniforme– Tengo miedo de algún juicio.

–Algo me dice que las personas sospechan, pero estoy seguro que nadie dirá nada– dijo John con seguridad, bajo la mirada y vio a su esposa concentrada en acomodarle las dichosas medallas. – Además nadie quería a mi hermana.

–Suenas muy seguro, cariño– La rubia se alejo y admiro su trabajo, a final de cuentas nadie miraría las medallas de John si no su corona.

–Lo estoy. – se alejo de su mujer y se vio al espejo, estaba listo para su coronación– Hoy nos ocuparemos de ella.

–¿es normal que me sienta emocionada?

–No, es completamente normal, mi vida– dijo John con dulzura ya que era muy raro cuando su esposa mostrara alguna emoción positiva– Espero que no se desmaye del susto.

–Temo de su reacción.

–Se alegrará, cariño, estoy seguro.

 Del otro lado del castillo el rey de Roznok meditaba sobre su próximo plan ya que aquel cambio de gobierno lo ponía un tanto nerviosa porque ya su esposa se había ganado la amistad de la reina Rosella y para su desgracia él no conocía al hermano de la reina, al menos no formalmente.

Jasper trataba de convencerse que sería más sencillo, John parecía un hombre común, fácil de convencer.

–Se que estas preocupado– dijo Luana tocando el pecho de su esposo– Estoy segura que conseguiremos su apoyo. Verán que tienes un buen plan y que les conviene tenernos de amigos.

–A estas alturas no se si existe un plan– Jasper negó y miro a sus zapatos.

Luana admiro a su esposo y supo que, por primera vez, desde que lo conoció, se mostraba inseguro, su rey lleno de seguridad y autoestima ahora estaba a punto de tener un ataque nervioso.

–Siempre tienes un plan– Luana sonrió con cariño y beso su mejilla– Eres muy inteligente esposo y si tu plan no va bien se que encontraras alguna alternativa. Pero lo que no necesitas es estar nervioso, acaba con ellos y consigue lo que necesitas.

–¿desde cuando me apoyas tanto? – las cejas rubias de Jasper se alzaron con sorpresa y la desconfianza llego con rapidez– Pensé que no querías que conquistara Aldruan.

Luana ladeo su cabeza, que cambio tan repentino, pero aun así no dudo en contestar con honestidad.

–No estoy de acuerdo, no quiero más guerra–impero Luana clavando su mirada azul en la oscura de Jasper– Pero tu quieres Aldruan, eres mi esposo y mi deber es apoyarte. Espero estar haciéndolo bien.

–Lo haces, Luana– afirmo Jasper con una sonrisa perezosa– Y lo agradezco.

–Tu siempre me has apoyado, Jasper– Luana lo tomo de las manos– Y creo que no te he agradecido lo suficiente.

–No hace falta, cariño– La pareja termino la distancia entre sus labios y se enfrascaron un beso lleno de cariño, dulzura y apoyo.

–Sera mejor que vayamos a la dichosa coronación– dijo Jasper una vez que se separaron. Luana se alejó de él, aunque las manos de Jasper no la dejaron ir muy lejos –Dos cosas, me encantan estos vestidos de Raisen y me fascinas de color rojo, aunque te prefiero desnuda.

–¿Por qué no me sorprende tu comentario? –Luana rio negando y después miro a su esposo un poco indecisa–¿el escote no es demasiado?

Jasper detallo el rojo vestido, era rojo, con un profundo escote en “V”, una capa cubría los hombros níveos de su esposa y la falda era completamente lisa, además su cintura se veía mas estrecha gracias a un cinto dorado.

–Estas perfecta– impero Jasper. –Vamos antes de que quieras cambiarte de vestido.

Jasper y Luana bajaron al salón del trono, donde se llevaría a cabo la coronación. Se posicionaron en la segunda fila, y esperaron.

La coronación fue lacónica y básica, todo el pueblo de Raisen estaba contento, el nuevo rey reía y su esposa lo acompañaba aun sin revelar su rostro, aunque nadie parecía incomodo por aquello.

–Rey Jasper– dijo John cerca del rubio– Me gustaría que habláramos en privado.

–Por supuesto, Rey John– respondió Jasper un tanto sorprendido.

–Traiga a su esposa, los esperamos afuera del salón.

Jasper frunció el ceño, pero hizo caso, llamo a su esposa y suavemente la dirigió hacia las afueras del salón, donde los esperaban los nuevos reyes.

–Síganos, vamos hacia mi despacho– dijo John y los cuatro emprendieron la marcha.

Luana vio el despacho del rey, era pequeño a comparación del de Jasper, tal vez se debía a que él era el segundo en la línea de sucesión, aunque eso había cambiado.

John se sentó tras su escritorio mientras su esposa se situó al lado de él en otra silla y enfrente de ellos se sentó la otra pareja, los cuales se encontraban de lo mas intrigados por aquella conversación.




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