La princesa sin reino

Capítulo cuarenta y uno: El espía de la reina

Jasper ayudó a su esposa a levantarse, la tomó por los hombros y juntos salieron de aquella habitación. En el pasillo los esperaba Brandon quien bien sabía que su amigo no tomaría aquella situación a la ligera.

–Majestades–dijo Brandon cuando los vio salir, hizo una leve reverencia y miro con preocupación a la reina.

–Quiero a todos los guardias en la arena– impero Jasper viendo a Brandon, y como bien pensó Brandon, el rey estaba furioso y con justa razón– Prepara tu arma.

–¿Qué? – susurró Luana consternada.

–Hazlo Brandon, nos vemos en diez minutos.

Luana seguía temblando por la conmoción de los anteriores acontecimientos. Nunca había pensado en matar a una persona, quizás aquel acto atroz es justificado, era su hermana o aquel hombre, pero si había sido en defensa de su hermana ¿Por qué se sentía tan mal? Ella estaba segura que aquel hombre no hubiera sentido ningún remordimiento si las hubiera violado y después aniquilado, aun así, ella no podía tranquilizarse y al parecer aquello lo noto Jasper.

–La primera vez es la más difícil– dijo Jasper cuando entraron a sus aposentos.

Luana se abrazó a sí misma, en su mente no conectaba lo que decía su esposo. Las personas no deben tener derecho a matar a otras, en un acto vil y que solo el destino debía hacer acto de cobrarse la vida de las personas, tanta violencia no debía llegar a ningún lado bueno, aunque tal parecía que eso no pensaba Jasper.

–Todas las veces deberían ser difíciles– susurró Luana consternada– Las personas no debemos tener el poder de matar a otras.

–No, pero debemos defendernos y es lo que has hecho tu– Jasper descansó sus manos en los hombros estrechos de su esposa y la observó con preocupación–Eras tu o él y créeme cuando te digo que me alegro que haya sido él. Sobrevive el más fuerte.

Luana frunció el ceño al escuchar las palabras de su esposo, estaba tan ciega que en numerosas ocasiones olvidaba quien era su esposo, un conquistador y ella solo era una pieza más en su juego de poder.

Aun y con todos esos pensamientos invadiendo su mente, se dejó abrazar por su esposo, ese hombre que le despertaba las sensaciones más puras de su corazón, pero a la vez la hacía pensar que su ambición no tenía límites.

–tengo que resolver este asunto–mencionó Jasper sobre su cabeza. –No demorare demasiado.

Luana observo a su esposo, a simple vista se notaba tranquilo, pero Jasper siempre intentaba ocultar sus sentimientos, pero sus ojos eran los que no podían mentirle, al menos no a ella, sus pupilas estaban dilatadas y aunado con la vena que sobresalía de su cuello le dijeron lo furioso que estaba.

–¿Qué vas a hacer? – Se hacia armado de valor para hacerle una pregunta, aunque temía de su respuesta, debía saber el paso que daría Jasper a continuación.

–Lo que debí hacer en un principio– dijo Jasper besándole su frente–Volveré pronto, le diré a Ariana que venga a hacerte compañía.

–No la molestes, quiero estar sola. –Luana le dio la espalda, caminó hasta su cama donde se sentó abatida.

Jasper la observó con cierto pesar, quiso acercarse y consolarla, ayudarla porque él había matado personas desde hace tiempo y tenía una idea muy clara de cómo se sentía, pero tenía un deber garantizar la seguridad de su esposa y de su pueblo.

El rey de Roznok salió de los aposentos que compartía con su esposa. Caminó rápido por aquellos pasillos que se sabía de memoria y llegó hasta la arena, la cual solo era un espacio abierto, un poco retirado de las demás áreas del palacio, el lugar lo usaban para entrenar a los de seguridad, los cuales estaban formados y frente a ellos estaba Brandon con su arma.

Era media noche y todos estaban cansados y un tanto nerviosos, muy pocas veces el rey daba la orden de reunirse todos en la arena, algo había pasado y era malo.

–¿están todos aquí? – preguntó Jasper a Brandon quien asintió. –Bien, comencemos. Carga tu arma.

Brandon no dudo en hacer lo que le pedía su rey, conocía el método de Jasper y le gustaba, lo disfrutaba.

–Saben que no me voy por rodeos, señores y señoritas– dijo Jasper viendo hacia las pocas mujeres de seguridad que había entre el grupo de seguridad del palacio– Han entrado al palacio… por segunda vez. Han atacado a mi esposa, su reina y exijo que en este momento me digan quien es el responsable.

La arena se quedó en completo silencio. Todos los guardias evitaron mirarse a los ojos mientras que Jasper los analizó y seguido de eso le dio una mirada a Brandon y este se acercó.

–Señor Caster de un paso al frente–. El susodicho hizo una leve inclinación y susurró un “su alteza”, Jasper era bueno recordando caras y nombres, el señor Caster era de sus más fieles guardias, pero debía empezar por lo seguro –Su turno terminó a las 8:00 pm ¿A dónde fue al terminar su turno?

–A mi habitación, señor. –dijo Caster viendo directamente a Jasper a los ojos, esto con el fin de que viera su sinceridad en sus ojos.

–un paso atrás, señor Caster. – imperó Jasper y después recorrió cada rostro hasta que llego a uno en específico. –Un paso al frente señor….

–Ruffus– completo el joven.




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