La princesita del Ceo

Capítulo 1: Castillo de naipes

Elena:

Mi teléfono sonó mientras conducía hacia la empresa donde trabajaba. Algo irresponsable miré el teléfono, y suspiré, era un mensaje de mi apuesto y gruñón jefe con quien desde hace seis meses tenía una intensa y ardiente relación. Aarón era su nombre, era el hombre más apuesto que conocía, alto, fuerte, carácter imponente y una voz tan seductora que de solo escuchar tu nombre en sus labios te temblaban las piernas.

—Tengo algo importante que decirte, te espero en la oficina —decía su mensaje y suspiré entusiasmada. Lo sabía: seguramente quería formalizar nuestra relación. No lo niego las primeras veces que salí con Aarón pensaba que no me quería para una relación duradera, tiene fama de rompecorazones y con ninguna mujer dura más de tres meses, pero es el tipo de hombre con el que dices que vale la pena el intento. No lo niego al principio ni yo me lo creía y no quería entusiasmarme, juré que no me iba a enamorar y aquí estoy dispuesta a comprometerme y casarme con él, que era lo que esperaba que sucediera gradualmente. Pues en mi mente lo importante que tenía que decirme es que quería hacer pública nuestra relación. Ademán hoy le daría una pequeña sorpresa a Aarón, pensaba mientras miraba el test de embarazo que llevaba en el asiento de al lado, el cual tomé en mis manos mirando feliz las dos rayitas rojas, definitivamente creo que estaba enloqueciendo, Aarón y y yo tendríamos un bebé, ese hombre que amaba y deseaba con todas mis fuerzas sería el padre de mi hijo. Detuve mi auto frente a la empresa, acaricié mi vientre y sonreí feliz, saqué mi espejo, retoqué mi maquillaje, tomé el test de embarazo y subí hasta la oficina de Aarón .

—Buenos días —dije entusiasmada sonriendo con el test de embarazo en la mano tras mi espalda para darle la sorpresa—. Tengo algo que decirte.

—Buenos días Elena—dijo extendiendo un papel hacia mí y lo tomé en mis manos sorprendida.

—¿Qué es ...

—Tu liquidación, estás despedida —me interrumpió frívolamente y mi rostro cambió totalmente. Debía ser una broma, ¿por qué me iba a despedir si yo era su novia? Seguro no quería que trabajara más porque me propondría matrimonio. ¿Sería eso?

—¿Es una broma, verdad? —me atreví a preguntar con el corazón en la mano.

—No. Me caso en tres meses Elena y como podrás darte cuenta tu cercanía solo significaría un grave peligro para mi matrimonio.

—Nosotros... —Intenté hablar.

—¿Nosotros? —preguntó con sarcasmo y apreté en mi espalda el test de embarazo,no podía saber la verdad, no quería que se quedara conmigo porque estuviera embarazada, ni tampoco quería que se burlara más de mí, eso sin contar que no imaginaba como reaccionaría ante una noticia como esta—nunca hubo un nosotros Elena. No pensarías que iba a casarme contigo, ¿verdad? Desde el principio te dejé claro que no quería nada serio —expresó y mi corazón se hizo añicos, el castillo de naipes que había construido en mi cabeza acababa de derrumbarse. Tuve que comprimir al máximo mis emociones para no echarme a llorar frente a él. Simplemente, tomé mi liquidación, le di la espalda y caminé hacia la salida sin decir una sola palabra. Con cada paso que daba, se me hacía más difícil reprimir mis emociones. Hasta que estuve fuera de su oficina y me eché a llorar, estaba sola, embarazada y desempleada y con el corazón destruido.




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