La Profecía

Capítulo 14: Te tratare mejor

I went from someone you loved,
to someone you hate
 

Mi mamá me manda un mensaje para que vaya a la cabaña. Ahora nos vamos a quedar allí porque la casa ya no es un lugar seguro. Llego a la cabaña en un abrir y cerrar de ojos, las luces están encendidas en el interior, puedo ver que ella ya está aquí.

—Estoy aquí—anunció abriendo la puerta. 

Una gran y recta espalda aparece en frente de mí. No es quién yo pensé quién era.

—Bash. ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Dónde está mi mamá?

—Ella está bien. Jackson está con ella—se da la vuelta para verme.—Tenemos que hablar.

No me gusta para nada la forma en que lo dice. Se pasa la mano por su cabello respirando hondo, pensando en que decir.

—Lo que pasó ayer me hizo darme cuenta de cuánto te echo de menos y el miedo que tengo de perderte—se acerca a mí buscándome.—Jackson estaba conmigo cuando escucho como lo llamabas, pidiéndole su ayuda—calla esperando que diga algo, pero no lo hago.—Quiero que por favor me digas lo que hice mal, porque decidiste dejarme, de confiar en mí. Si hice algo que...

—No hiciste nada mal Bash—lo interrumpo tratando de aliviar el dolor que sé debe estar sintiendo.

—Entonces, ¿por qué me dejaste? He hecho todo para hacerte feliz. Yo he hecho...—me mira con esos ojos que me matan por dentro.—¿Ya no me quieres?

—Por supuesto que te quiero, pero no es eso. Lo que quieres es algo que no te puedo dar—paso saliva con fuerza antes de continuar.—Tú eres... Yo... Mis sentimientos hacía ti cambiaron, no puedo verte como algo más que un amigo. 

Puedo ver en su rostro que lo que acabo de decir le duele. No me gusta verlo así y me odio por ser la que le causa de ese dolor, pero le debo al menos la verdad de lo que siento por él. Se queda allí mirándome, esperando. Se que le debo algo más que esto, pero no queda nada más que decir. Pasa a mi lado para caminar hasta la entrada. Se detiene en frente de la puerta mirándome por encima de su hombro.

—¿Segura que no es por otra razón que estás tomando esta decisión?

—¿Qué quieres decir?

—Sé que hay otra persona, Kate—frunzo el ceño al escucharlo decir tan seguro

—¿Estás sugiriendo que te fui infiel?—pregunto molesta. 

—No, yo... —balbucea, entonces la razón me golpea.

—¡¿Has estado siguiéndome?!

—Estoy tratando de cuidarte—se vuelve para mirarme.—Por el amor de Dios Kate, ese es mi trabajo, protegerte. ¿Qué esperabas que hiciera?

—No Bash, ese nunca fue tu trabajo. Tu decidiste quedarte aquí y cuidar de mí. Nadie te hizo mi protector y aún si lo fueras, no puedes estar siguiéndome. Hay algo llamado privacidad—se queda callado por un largo tiempo.

—Tienes razón. Nadie me hizo tu protector, yo me ofrecí como voluntario para garantizar que nadie te lastimara, para arriesgar mi vida defendiéndote si era necesario. ¿Sabes por qué hice eso? No lo hice por que eres la princesa, ni por la profecía, lo hice porque te amo. Y es por eso que no puedo dejar que nada malo te pase. Así que sí, te seguí. No estaba bien por como termino nuestra última conversación. Creí que si intentaba de nuevo, si te daba un poco de espacio te darías cuenta de que me quieres tanto como yo te quiero. Pero una vez más me equivoque—abre la puerta con un pie en el pórtico.—Lo siento, no sé en lo que estaba pensando cuando decidí venir aquí.

—No, Bash...

—Tus cosas están arriba—dice sin mirarme. Desaparece dejándome sola en la cabaña. Ahora en verdad me siento como basura.

Sin ánimos me muevo por toda la casa abriendo cada puerta de aquí tratando de encontrar mis cosas. Una vez que lo hago, dejo mis cosas a un lado para poder ir directo a la cama. Me dejo caer en ella cansada de todo. Cierro los ojos deseando que este día termine de una vez. Alguien abre la puerta de la habitación.

—Kate, ¿estás dormida?—mi mamá pregunta.

No respondo. Oigo unos pequeños pasos chocar contra el suelo, después, un poco de peso cae en la cama junto a mí. Espero unos segundos para abrir los ojos de nuevo. La puerta está cerrada, Boomer está a mi lado mirándome con esos grandes y hermosos ojos que tiene.

—Hola amigo—lo acerco más a mí acariciando su cabeza.—Gracias por salvarme esta noche.

Por muy extraño que parezca parece entenderme. Se acerca lanzándome pequeños lametazos en la mejilla. 

—También te quiero. 

Se sienta a mi lado, luego se queda profundamente dormido. No puedo evitar verlo dormir, su diminuto pecho se mueve de arriba a abajo. Por más que me acomodo no puedo conciliar el sueño, las imágenes de lo que pasó hoy aún están frescas en mi cabeza y probablemente las pesadillas no me den tregua tampoco. Sin darme cuenta el sol comienza a salir de nuevo. 

Salgo de la cama directo al baño, deseando relajarme aunque sea un poco. Tarde más de lo necesario en la regadera, el agua ayudo un poco a despejar mi mente. Me pongo la ropa que mi madre me trajo de mi armario. Me paro frente a la puerta, teniendo la sensación de que tan pronto como pase por ella mi vida tal y como la conozco cambiará por completo, si es que no la hecho todavía. 




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