Dana caminaba con paso rápido. Yo apenas podía seguirle el ritmo.
—Aun no me has dicho por qué tu padre te envió a buscarme— le dije, esquivando las raíces de un árbol que habían invadido el sendero.
—Hubo otra persona del grupo de los Antiguos que se separó de Bress: una mujer. Su nombre era Marga. Su habilidad era la de poder ver eventos en el fluir del tiempo. Era una profetisa. Escribía todas sus visiones en un libro al que llamó Manuscrito de los Orígenes. Pero sus visiones se volvieron peligrosas, y decidió destruirlas. Bress la descubrió quemando el libro, golpeó a Marga hasta dejarla sin sentido y logró salvar algunos fragmentos del manuscrito. Marga logró escapar de las garras de Bress. Mi padre la encontró vagando casi muerta por las tierras del norte. Deliraba de fiebre y estaba embarazada. Mi padre siempre había tenido un cariño especial por Marga. La trajo a vivir con nosotros y la cuidó. Cuando Marga dio a luz a su bebé, le puso por nombre Lug, que significa “El Señor de la Luz”. Todos estaban felices, pero Marga lloró amargamente porque sabía lo que iba a pasar—. Dana se detuvo un momento en el sendero y me miró a los ojos:
—Ese bebé eras tú.
Asentí en silencio, con un nudo en la garganta y los ojos llenos de lágrimas. Dana emprendió nuevamente la marcha y siguió con su relato:
—Desde tu primer minuto de vida, estuviste en peligro. Marga lo sabía, sabía que Bress vendría por ustedes dos. Lo último que quería era ponernos en peligro a todos, así que cuando tenías apenas unos meses de vida, huyó contigo de nuestra casa. Todo lo que dejó fue una carta y un libro donde había reescrito algunas de las profecías destruidas, más las visiones que tuvo después de tu nacimiento. Mi padre se puso como loco y salió a buscarlos. Encontró a Marga tres meses después, pero ya era tarde. Bress la había capturado y la había torturado horriblemente. Marga murió en los brazos de mi padre. Todos pensamos que tú también estabas muerto, pero entre las profecías que Marga había reescrito había una que decía: “El Marcado será separado del mundo y llevado al olvido para evitar que se cumpla la profecía. Pero el Marcado está destinado a encontrar el camino de regreso. Su destino es inevitable.” Tú tenías una marca en la espalda, una marca de nacimiento...
—Un círculo— confirmé con un hilo de voz, secándome las lágrimas con el dorso de la mano—. ¿Quién era mi padre?— pregunté débilmente.
—Marga dijo que era mejor que nadie lo supiera.
—¿Para que Bress no lo matara también?
—Probablemente— dijo ella, encogiéndose de hombros.
Ahora entendía por qué Gwyddion estaba en peligro. Mi mera presencia era una amenaza para su vida. Debía protegerlo. Hasta que pudiera salir del Círculo, no revelaría a nadie mi encuentro con él ni con Algericock en Kalaab.
Algo más no estaba claro...
—¿Pero por qué Bress quería matarnos?— pregunté.
—La profecía que te cité menciona a otra profecía. Esa otra profecía dice: “La destrucción del que comanda los portales, está en manos del Marcado”.
Sacudí la cabeza ante las implicaciones de aquella profecía.
—Tu destino es matar a Bress.
—No— dije enojado —, mi destino no es matar a nadie. Mi destino es encontrar el lugar a donde pertenezco y descubrir quién soy.
—Tú eres Lug y perteneces al Círculo— dijo ella simplemente.
—No.
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Editado: 24.03.2018