La Profecía Rota - Libro 3 de la Saga De Lug

TERCERA PARTE: El Sujetador de Demonios - CAPÍTULO 129

—¿Por qué alguien tan poderoso como tú viene a mí? ¿Qué puedes necesitar de mí?— preguntó Govannon con cautela.

—Faberland está en problemas, serios problemas. Necesito ir allá para ayudarlos.

—¿Qué clase de problemas?

—Una guerra.

—¿Y yo qué tengo que ver?

—Necesito transporte.

—Estoy seguro de que Althem puede proporcionarte caballos...

—Transporte instantáneo— lo cortó Lug.

Govannon sostuvo la mirada de Lug por un momento. De pronto, sus ojos se dilataron con la comprensión.

—No— negó enseguida con la cabeza—. De todas las cosas que puedo hacer por ti, no haré esta.

—No necesito que los convenzas por mí, solo necesito que arregles un encuentro. Yo hablaré con ellos.

—No he tratado con ellos en años. La última vez...

—Govannon, hay miles de vidas en juego. Me diste a entender que odiabas la guerra, yo también la aborrezco y quiero detener ésta antes que todo quede reducido a escombros, pero necesito llegar allá antes de que sea tarde.

—¿Qué te hace pensar que los tetras querrán ayudarte?

—Tengo que intentarlo, no se me ocurre nada más.

—El intento podría costarte la vida.

—He tratado con ellos antes y salí ileso, inclusive se tomaron el trabajo de protegerme en más de una ocasión.

—¿Por qué harían eso?

—Porque me necesitaban para algo.

—Tiene sentido— murmuró Govannon—. La última vez que traté con ellos... la única vez que traté con ellos, fue porque necesitaba elementos de otra dimensión para terminar tu espada. Estuvieron a punto de aniquilarme allí mismo por mi osadía, hasta que les dije que la espada era para ti. Mencionarte fue como decir algún tipo de palabra mágica. No solo me perdonaron la vida, sino que me dieron lo que necesitaba, sin preguntas, sin cuestionamientos. ¿Qué fue? ¿Para qué te querían?

—Para que me encargara de Wonur.

—No entiendo.

—Wonur es uno de ellos, un tetra rebelde.

—Ya veo. Así que no solo el Concilio te usó para sus fines.

—Mi acción benefició a todos, no solo a los tetras.

—Como yo lo veo, todos tenían sus agendas y les viniste como anillo al dedo.

—Como sea. ¿Vas a ayudarme o no?

Govannon asintió, suspirando.

—Solo espero que sepas lo que estás haciendo.

—Me deben un gran favor, creo que me concederán lo que les pida.

—Su sentido del honor no es como el nuestro.

—Solo consígueme la entrevista.

—De acuerdo— accedió Govannon, poniéndose de pie. Lug hizo lo mismo, acomodándose la capa sobre los hombros.

—Solo una cosa más— se detuvo Govannon de pronto.

—¿Qué?

Govannon sacó la brújula de su bolsillo y la abrió, apoyándola en la mesa.

—¿Qué truco hay detrás del funcionamiento de esto?

Lug sonrió.

—Eso tendrás que tratarlo con Verles.

—No soy tonto, sé muy bien cuando un elemento no pertenece al Círculo, y éste pertenece menos que una vaca volando en el cielo. No voy a preguntarte de dónde lo trajiste, pero me gustaría saber cómo funciona.

—Verles puede explicártelo.

—¿Y tú lo sabes?

—Sí, pero es Verles con quien debes tratar este asunto.

Govannon lanzó un gruñido y volvió a guardar la brújula en su bolsillo.

—¿Qué me pedirá a cambio?

—Eso no lo sé, debes negociarlo con él.

Refunfuñando, Govannon lo guió por los túneles hasta donde Althem y Verles habían quedado esperando. Los dos se levantaron de prisa del suelo donde estaban sentados. Althem apoyó la mano en su espada.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.