La Profecía Rota - Libro 3 de la Saga De Lug

CUARTA PARTE: El Señor de la Luz - CAPÍTULO 156

Al volver sobre sí mismo todo el tiempo, el Círculo mantiene su estabilidad, su armonía. Una y otra vez, una y otra vez, los eventos giran a su alrededor en ciclos de luz y oscuridad. Todos estamos atados a repetir los mismos errores por el bien de la estabilidad del Círculo. Pero esta forma estable y armónica no permite progreso, no permite avance. El Círculo es un mundo estancado, repitiendo su estructura hasta el infinito.

Es por eso que el Enviado debe regresar, porque él es el único que puede romper el Círculo y convertirlo en Espiral. Continuar es avanzar, avanzar es regresar: el regreso del Enviado es necesario para destruir la estabilidad de una estructura estancada. Solo cuando el Círculo se rompa y se convierta en Espiral, podrá llegar a su estado de perfección, porque cada vez que el Espiral regresa sobre sí mismo, avanza hacia otro nivel. Si el Espiral es guiado por la Luz, los nuevos niveles escalarán hacia la perfección. Pero si el Espiral es guiado por la Oscuridad, toda la vida descenderá al negro abismo de la muerte, un nivel a la vez.

Es el Undrab, el Señor de la Luz, el Matador de Serpientes, el que está destinado a librar la batalla final. En esa batalla se juega el destino de todo el Círculo, un destino sublime gobernado por la Luz o un destino sombrío gobernado por la Oscuridad.

 

Cuando Lug terminó de recitar las palabras del Manuscrito de los orígenes, se hizo un largo y solemne silencio en la tienda de Nuada.

—Entonces, no es tan malo—. Fue Dana la que primero habló.

—¿No es tan malo?— repitió Calpar, irritado ante la ingenuidad de Dana.

—Mientras existió el Círculo, tuvimos certeza, tuvimos guía— comenzó Nuada—. Sabíamos lo que iba a venir a través de las profecías de Marga, pero ahora sus profecías han sido rotas, todo lo que nos queda por delante es la oscuridad de lo desconocido. Avanzaremos sin rumbo, como ciegos…

—Es el camino a la destrucción— comentó Calpar.

—Es el camino a la libertad— lo corrigió Lug—. Que el camino sea desconocido no significa que sea malo, significa que ahora todos somos responsables de nuestras propias acciones puesto que nuestros destinos ya no están marcados sin remedio—. Luego se volvió hacia Dana: —Lo que tu padre y Calpar temen es que de ahora en más no podrán culpar a Wonur por las acciones que generen consecuencias negativas en la vida del Círculo. Ya no habrá excusa para la intolerancia o para eliminar agentes indeseados.

—¿Qué libertad puede haber cuando tú has pactado con los congéneres de Wonur?— le retrucó Nuada.

—Un momento, ¿Congéneres de Wonur?— interrumpió Dana— ¿Hay más de un Wonur?

—Wonur es un tetra— aclaró Lug.

—Ahora todo queda claro— intervino Calpar—. Ahora se explica por qué unas criaturas que despellejarían vivo a cualquiera de nosotros, a ti te protegen y te hacen favores.

—Me protegieron porque les convenía. Me usaron para atrapar a uno de los suyos que ni ellos podían controlar. Wonur es llamado “el Viciado” por ellos.

—Y dices que no pactaste con ellos…

—No.

—Y sin embargo, hablas de que ellos te hicieron un pago por tus servicios— le espetó Calpar.

—No, no es lo que piensan, lo que sucedió fue que…— intentó Lug.

—¿Qué te pasó, Lug? Esos diez años te cambiaron, no eres el mismo de antes— lo confrontó Nuada.

Lug resopló, enojado:

—En eso tienes mucha razón, ya no soy el muchachito ingenuo que cayó en sus manipulaciones.

—¿De qué hablas?

—Ustedes también me usaron, al igual que los tetras con Wonur, me usaron para deshacerse de Bress y de Hermes.

—Tu destino estaba claro, tú…

—Sí, exacto, mi destino estaba marcado por las profecías de mi madre, la excusa perfecta para tenerme bajo su control.

—Lug, nunca te engañamos, tú mismo trataste de evitar las profecías, Dana lo intentó, y sin embargo, se cumplieron inexorablemente— intentó explicar Calpar.

—Eso es cierto, Lug— lo tomó Dana suavemente del brazo.

—¿No te das cuenta, Dana?— le cuestionó él—. Lo que en verdad temen no es la falta de guía de las profecías, lo que los tiene terriblemente preocupados es que me he vuelto demasiado poderoso y ya no tienen con qué mantenerme bajo su control. Temían a Bress porque su poder estaba fuera de su control, temían a Wonur porque tampoco podían dominarlo o dirigirlo, excepto con sus pactos que los llevaron a la destrucción de sus almas. Ahora soy yo el que está en ese temible lugar, y con el Círculo roto, ya no hay profecías que me contengan.




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