Cuando termino de decir sus últimas palabras, me dio una ligera sonrisa, Sus ojos permanecieron abiertos, en forma de media luna, mirándome fijamente. Tarde un poco en reaccionar, pero ya era tarde, ella ya se había ido.
—¿M-mamá?
Ella no respondió, incluso la mano que me acariciaba mi mejilla, cayo repentinamente. No sabía que hacer, tenía miedo. Su corazón dejo de latir. La llame innumerables veces, simplemente quería aferrarme a esa persona, quien me mostro afecto. Mis lagrimas no tardaron en salir.
—Prometiste no abandonarme.
Lloraba desconsoladamente, había perdido a la única persona que tenía a mi lado, no paraba de preguntarme ¿Por qué la diosa Nisha, quiso arrebatarme a mi madre?, ¿Tanto me odia? Como para arrebatarme mi única luz, en mi mundo lleno de oscuridad. Me sentí impotente de no poder hacer nada para ayudarla, me sentí una niña inútil.
No recuerdo por cuanto tiempo llore, no obstante, recuerdo a la perfección que ese día me acurruque en su cuerpo frio, no quería separarme de ella. Por más que intentara sentir su calor, los intentos eran inútiles.
De tanto llorar, sin darme cuenta quede profundamente dormida, los rayos de sol que atravesaban la ventana lograron despertarme. En cuanto recordé los sucesos de ayer, por instinto mi atención se dirigió al delicado cuerpo, ya muerto acostado a un lado mío.
En cuanto vi su cuerpo, un vacío se apodero de mí, Ni siquiera lloré cuando vi de nuevo su cuerpo, era como si las lágrimas se hubieran desvanecido. Era igual a estar en estado de trance. Me quede mirando su cuerpo, los minutos parecieron una eternidad.
En cuanto una parte de mi recobro el sentido, arroje un florero de mármol, que se encontraba sobre uno de los muebles, dentro de la habitación. Debido al impacto, se rompió en pedazos, no dude en tomar uno de los trozos, mi agarre provoco un ligero sangrado en mi mano. Ni siquiera, titubee, aun con dolor en mi mano. Mire mi mano ensangrentada, para luego apuñalarme en mi muñeca izquierda, la herida fue tan profunda que no tardó mucho en salir un color carmesí. Lo iba hacer de nuevo, sino fuera por Balder, quien me abrazo por detrás, sosteniéndome con ambas manos.
—Detente Amaris. Tranquila yo estoy contigo.
A pesar de escuchar su voz melodiosa, intente soltarme de su agarre, grite con desesperación, al sentir mis esfuerzos en vano. Terminé perdiendo el conocimiento, en cuanto sentí una aguja atravesar mi piel de mi brazo.
En cuanto abrí mis ojos, noté que me encontraba en la habitación de Balder. Alce mi muñeca para poder verla, sin embargo, esta se encontraba llena de vendas. Eso me recordó a lo que intentaba hacer. Intente seguir a mi madre, ignorando totalmente sus palabras.
—¡Amaris!, me alegro de que hayas despertado. Lamento no haber llegado a tiempo.
—No son necesarias tus disculpas.
Balder se sorprendió, escuchar una voz sin vida, muy diferente a la de ayer. Su tono de ayer era soñador, típico de un niño. Balder no pudo evitar sentirse impotente. Aún más porque los ojos de aquella niña habían perdido su brillo.
<< Si tan solo hubiera conseguido el medico a tiempo. >>
Balder no podía darse el lujo de usar a un médico imperial. Debido a que le puede informar a la emperatriz, eso provocaría que le hiciera daño a una niña indefensa y débil. Pero ella no sería la única que saldría herida, a él también lo lastimaría la emperatriz, ella puede tomarlo como un acto de traición. Podría desterrarlo del imperio, o peor aún matarlo.
<< A pesar de que sea su propio hijo, esa mujer solo me ve como un objeto. A la cual puede usar y desechar cuando ella quiera. >>
Balder apretó con fuerza su puño. Trato de guardar toda emoción y pensamiento negativo, en lo más profundo de su ser. Después de todo, él es un experto en eso de ocultar emociones.
—Te equivocas. Soy tu hermano mayor, y es mi deber cuidar de ti.
Me tomo la mano, con ambas de sus manos. En sus ojos se podía ver un cariño y amabilidad, innegable. Pero por alguna extraña razón, no me hacía sentir feliz, o alguna otra emoción. Simplemente no podía sentir nada. Lo único que podía sentir en ese momento era un vacío en mi corazón.
—Ya veo.
Aprete con fuerza la sabana, la cual cubría mi pequeño cuerpo. Esas palabras no tienen ningún sentido para mí. Pues eso nunca existió, la única persona que era mi apoyo era mi madre.
<< Además ¿Qué caso tiene ser un hermano mayor ahora? >>
Eso pensó mi yo de en se entonces.
—¿Por qué lo harías?
Balder se quedó en silencio unos minutos. No sabía lo que pensaba, después de la muerte de mi madre, empecé a dudar de él. Tras unos minutos el empezó a hablar.
—Lamento si esto te suena a una excusa. Pero, fue apenas que te vi pude enterarme de tu existencia. Solo sabia de la existencia de tu madre, pero no sabía que ella había dado a luz a una niña.
En su disculpa podía encontrar pesar y culpa. En ese instante me pregunte ¿Está bien, que me apoye en el?, Después de todo ya no tengo a nadie a mi lado.
—A parte, no puedo mantenerte aquí durante mucho tiempo. Si la emperatriz se entera, ella seguro te matara.
—¿A qué te refieres?
¿No se supone que la emperatriz es la mujer más noble del imperio?, escuche que ella es alguien amable. Considero que ella nunca le haría daño a un niño débil e indefenso.
—La emperatriz es una mujer despiadada, ella no tendrá lastima por una simple niña. En pocas palabras, ella puede matarnos a ti y a mí.
—Pero tú eres su hijo.
—Esa mujer solo me ve como un objeto a la cual se puede deshacer en cualquier momento.
Eso me sorprendió mucho. Siempre pensé que la emperatriz era una mujer amable.
—No puedes quedarte mucho tiempo aquí.
Balder sin duda fue muy amable conmigo al dejarme aquí, el me menciono que cuando recupere algo de fuerza, me llevara a un lugar seguro.
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Editado: 22.11.2024