La Promesa de Cupido

Capítulo XXIII

Al día siguiente se reunió con su tío en una de las tantas habitaciones del departamento. Esta parecía una oficina en concreto. No dijo nada mientras su tío caminaba inquietamente alrededor del pequeño cuarto, se limitó a observarlo con atención.

Se veía mucho mejor que cuando lo había visto por última vez, la noche anterior, tumbado en el piso, hirviendo de la fiebre y sangrando por la nariz. Se había duchado y cambiado de ropa, sus ojos no se veían cansados y en general, se veía bastante bien.

Amor, en cambio, se había despertado muy temprano con Aidan revolviéndose como un cachorro entre sus brazos y los de David, se había levantado cuidadosamente para no molestar a ninguno de los dos. Caminó por la sala, algunos que también se encontraban despiertos le devolvieron una mirada inexpresiva, el sol ni siquiera había salido.

Antes de entrar en el baño se había fijado en el aspecto que predominaba entre la gente que habían rescatado. Todos tenían la mirada turbia, se estremecían cada tanto quizás recordando sus días en los calabozos, y una suciedad pegada en la piel que parecía reacia a desaparecer.

Eso mismo fue lo que Amor vio al pararse frente al espejo del baño. Vio, de alguna forma, a la chica que había vuelto a la Tierra después de tener que huir de su hogar. No estaba tan malherida como esa vez, pero notaba de igual forma el cansancio en sus ojos, la mirada turbia.

Se metió a bañar, observando como el agua sucia caía sobre las baldosas del piso. Tomó una esponja, la empapó con jabón líquido y la restregó repetidamente sobre su cuerpo, hasta que las áreas comenzaron a volverse rojas y palpitar. Incluso encontró algo de ropa, husmeando entre las habitaciones, y cuando volvió al baño se dio nuevamente un vistazo al espejo.

Nada parecía haber cambiado.

De pronto se inclinó y vomitó la cena del día anterior en el inodoro. Cerró sus ojos, sintiendo lágrimas calientes liberarse y caer furiosamente por sus mejillas. Cuando estuvo segura de que se sentía mejor, se sorbió los mocos y se levantó, intentando ignorar las arcadas que venían de cuando en cuando.

Había matado a un hombre.

Y no había vacilado al hacerlo.

Había vacilado antes de hacerlo, pero después… Ni la más mínima duda. Y luego, habían dejado a una mujer moribunda que había recibido un disparo en la cabeza sola, desangrándose en el horrible y maloliente lugar. Ni siquiera había pensado en eso, ni un segundo hasta que despertó esa mañana, sintiéndose incómoda y llena de suciedad, con un vacío en la boca de su estómago que no parecía querer desaparecer.

Ni siquiera con el baño se había sentido limpia. Su reflejo le había regresado la misma visión de momentos antes, la mirada perturbada seguía ahí y aunque su piel ya no estaba llena de polvo y suciedad, seguía sintiéndose así por dentro.

Y esa suciedad la persiguió desde entonces, no la dejó, ni siquiera en la oficina de su tío esperando por que dijera algo.

— Bueno —dijo después de unas vueltas más, sobresaltándola— podemos decir que la misión fue un éxito.

— Yo no me siento así.

Su tío empezó arrugando la frente, como si no la entendiera, como si tuviera preguntar el por qué. Pero luego, se sentó en una silla y enterró su cara entre sus manos, asintiendo lentamente.

— Es decir —se escuchó a sí misma derramar las palabras que estaba reteniendo desde hacía muy temprano—, sé que es bueno que hayamos liberado a esta gente, pero ¿qué hacemos ahora? Además, estoy un poco inquieta de encontrarme con Jacinda en una esquina, tengo miedo de que venga aquí, preferiría intentar vencerla en mi territorio y no aquí donde hay millones de inocentes que podrían salir perjudicados… Y yo maté a un hombre, creo que aún puedo sentir su sangre explotar contra mi mano, pero él iba a matarme… Pero él bien podía ser un padre de familia y dejamos a una mujer morir en esos túneles y yo…

Los brazos de su tío la tomaron fuertemente de los hombros. Ella no podía parar.

— Vi a papá… —continuó, cada vez más rápido— Es como que alguien lo ha minimizado, en serio, como una figurilla de acción. Lo tienen en una mini jaula en el cinturón de ese alguien y luego lo meten en una cápsula que suelta un gas y él… se ve tan… cansado, como un vivo que intenta aferrarse con todas sus fuerzas a la vida… Él está peleando con uñas y dientes y no estoy segura de que pueda ganar…




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