Capítulo 10: El evento.
-Esa no soy yo. —Digo viendo a la mujer reflejada en el espejo.
-Claro que sí, tonta. Esa eres tú, aunque más arreglada. —Contesta Carolina.
-No puedo creer que aceptara ese dichoso cambio. —Hablo de manera un tanto arrepentida.
No dejaba de mirarme en el espejo, el reflejo de esa mujer hermosa, discreta pero a la vez coqueta, sin duda alguna las horas que mi amiga se había tomado para arreglarme no habían sido en vano. El vestido rojo me quedaba a la perfección al igual que los tacones negros, me hacían ver un poco más alta. Mi cabello suelto y un toque de ondulado; era simplemente perfecto, el labial rojo acompañado de una sombra de ojos discreta, hacía que todo fuera espléndido y único.
-De que consigues novio está noche, lo consigues. —Expresa Carolina con una sonrisa.
-¿Estoy a tiempo de arrepentirme? —Pregunto incómoda.
-No. En cinco minutos pasa la limosina. —Informa.
Respiró profundo antes de bajar las escaleras, no era la primera vez que asistía a los eventos, pero estaba nerviosa, precisamente porque me sentía incómoda cargando un vestido de este tipo de marcas. La cara de mi madre fue un completo poema, su mirada trasmitía asombro y ternura a la vez.
-Pero mira que hermosa y guapa estás. —Alaga acercándose.
-Gracias. ¿De verdad no me veo mal? —Pregunto dudando de mi aspecto.
-No pienses de esa manera, estas hermosa y fin de la discución. —Regaña.
-Lo siento, pero es que de verdad me siento incómoda.
-Lo siento Cenicienta, pero tu carruaje a llegado. —Habla Carolina con una sonrisa mientras se aleja de la ventana.
-Bien, que pase lo que tenga que pasar —susurro. —Cuídala Carolina, por favor.
Mi madre es el tesoro más valioso que tengo.
-No te preocupes, la sabré cuidar y mimar. —Contesta segura.
Volviendo a respirar profundo, me dirijo a la puerta y la abro, encontrándome con el chofer.
-¿Señorita Corney? —El asombro del hombre era más que evidente.
Estás a tiempo de devolverte.
-La misma. —Contetso.
-Permítame decirle que se ve usted muy bien. —Alaga.
-Gracias. —Contesto una tanto incómoda.—¿El señor Miller? —pregunto por mi jefe.
-Ha tenido inconvenientes y le ha tocado llegar antes. —Informa.
Sonrío mientras les hago un ademán a las dos mujeres que se encontraban dentro de la casa, en señal de despido. Finalmente, cierro la puerta y me adentro a la limusina negra que esperaba.
Como decía, me sentia incómoda com todo esto. Era la primera vez que dichos carros o como se llamaban, aparecían por mi casa y esto no pasaba desapercibido por los vecinos, se confirmaba porque la mayoría estaban asomados a la ventana.
Antes de terminar de ver el vestido anoche, otra nota salió de dicha caja en donde Miller informaba que una limosina iba a pasar por mi casa, no me era extraño porque siempre asistíamos a los eventos en este tipo de vehículos, pero siempre Harry y yo no íbamos juntos y no recogían en la empresa.
Dejo mis pensamientos a un lado y me concentro en el camino, estaba haciendo un clima bastante fresco; cómodo.
Calma Stella. —Pienso una y otra vez.
Estaba a punto de darme un ataque, ya estaba afuera del evento pero me negaba a salir del vehículo. La prensa estaba allí, yo no era nadie importante pero de todas maneras había algunas personas que tomaban la foto con el fin de al día siguiente juzgar los atuendos de todos aquellos que ponían un pie por esos lados. -Señorita, ¿no piensa salir? —El chofer habla haciendo que un rayo de valentía me invada y cómo puedo yo misma abro la puerta del vehículo y salgo.
Las miradas de la prensa no se hacen esperar. ¿Quién era yo? De seguro esa era la pregunta que pasaba por sus cabezas. Levanto la barbilla, segura de mí misma. Camino a paso firmó, cuando llegó hay un vigilante, doy mi nombre y el de acompañante, rápidamente confirma mi asistencia y antes de entrar un flash inunda mi rostro.
De alguna manera, con mi respiración agitada, entro a el lugar; simplemente fascinante. El lugar estaba decorado con la temática de lo que iba a hacer la ropa diseñada, la pasarela estaba completamente decorada, lista para las modelos que en unos minutos iban a estar mostrando dichos atuendos. Personas arregladas con sus trajes de etiqueta, sus vestidos fabulosos, mujeres elegantes, todo estaba perfectamente arreglado.
-¿Señorita Corney? —Un mesero se acerca a mí. Asiento levemente ante su pregunta. —Vuestra mesa es la primera.
Ubico el lugar que el chico había mencionado, la mesa estaba cerca de la pasarela, en primera fila. En ella se encontraba Heily, sentada con un vestido negro que le quedaba un poco arriba de sus rodillas, pero Miller no se encontraba por allí. A paso firme, camino hasta llegar a ella.
-Buenas noches, señorita Miller. —Por alguna razón quería molestar a la chica. Ella iba a protestar pero se calla al verme.
-¡¿Stella?! —La chica prácticamente grita.
-Hola. —Saludo algo avergonzada.
-Te ves hermosa. —Dice parándose de su asiento y dándome un beso en la mejilla.
-Gracias. Tú también.
-Muero porque Harry te vea. —Dice dando saltitos de emoción.
-Dime que no tuviste nada que ver. —Hablo de manera seria, conociendo las cosas que a la chica se le pueden ocurrir.
-No mucho. Simplemente a mi hermano se le ocurrió llevarme de compras para contentarme, yo sin duda alguna acepté. Mientras andábamos en el centro comercial, él me comentó sobre el evento, pregunté que si podía asistir y él no se negó —empieza a explicar. —Mientras buscaba el vestido que usar, vimos ese que traes puesto y sin duda alguna te podía imaginar allí metida, le pregunté que si que le parecía el vestido, respondió que estaba hermoso pero que eso no me podía venir, le dije que no era para mí y al parecer te le viniste a la cabeza y ya ves. Ahora te encuentras aquí, con un hermoso vestido rojo que te queda a la perfección.