La propuesta del Sr. Miller.

Capítulo 45: Reunión Familiar (Parte II)

—No quería que tomaras mis palabras de esa manera.

—¿Entonces como las tomaba? ¿Acaso había otra manera?

—La hay, Stella. 

—¿Cuál?

—No me vas a entender —comento.

—Quiero entenderte.

—No podrías entender algo  que ni yo entiendo.

—¿Ves? Eres un asunto inconcluso.

—¿Solo yo?

—Yo puedo estar segura que no lo soy.

Freno cuando el semáforo cambia su color a rojo, voltea a verla y me inclino a su cuerpo.

—¿Ah no? ¿Segura de tus palabras?

Ella aumenta la intensidad del ambiente cuando repite mis acciones.

—Muy segura, señor Miller.

Ahí estaba otra ves el Señor.

—Ok nena, ok. Te la dejo pasar, más no me convences —río y vuelvo a acomodarme en mi asiento para seguir nuestro camino.

—¿A donde vamos? —Curiosea luego de varios minutos.

—Es una sorpresa —respondo.

—No me traman las sorpresas, Harry —me hace saber.

—Esta de seguro te tramará mucho —le aseguro.

—¿Qué es? —Pregunta.

—Si te lo digo no es una sorpresa —le hago saber lo obvio.

—Pero si no me lo dices seguirá aumentando mi angustia.

—No, no te lo diré —repito.

—Por favor —la volteo a mirar y sus ojos que ven lindos que te invitan a darle una respuesta, sabiendo a que quiere llegar, dejo de mirarla y fijo mi vista en la carretera.

—Esa mirada no logrará nada, te toca esperar para averiguarlo —finalizo.

—No me caes bien, para nada bien —bufa y de reojo veo como cruza sus brazos.

—El sentimiento es mutuo —la molesto.

—Eres un bipolar —ataca.

—Tú una cascarrabias.

—Mentiroso —continua.

—Dramática.

—Adicto al trabajo.

—Adicta a los dulces.

—Yo no soy adicta a los dulces —se defiende.

—Una persona normal no come dulce a las nueve de la mañana —la sigo molestando, ver su cara roja de la rabia es entretenido.

—Eso no me hace una adicta a los dulce —sigue defendiéndose. —Por lo menos yo no trabajo más de doce horas.

—Por lo menos trabajar doce horas sirve para algo —continuo, veo como aprieta su mandíbula.

—No pierdes ni una ¿cierto? —Se da por vencida.

—Nunca, nena —río —Solo la de esta mañana en el gimnasio, esa ha sido la única excepción.

Verla sonrojarse nuevamente no tiene precio, con estás últimas palabras la dejo completamente callada haciendo que no pregunte nada más.

—¿Sabes algo? De verdad que —se detiene de hablar repentinamente —Nada, olvídalo.

—No —sentencio —No hagas eso Stella, sabes muy bien que no me gusta cuando no dicen las cosas y me dejan con la duda.

—Es algo absurdo —excusa.

—No, nada es absurdo, sea lo que sea; dímelo —pido.

—Ya esto es algo que teníamos claro, pero es necesario recalcarlo cada vez que sea posible —comenta —Nicolás está buscando cualquier manera para encontrar algo en contra, y presiento que hay que tener cuidado. Ya teníamos claro esto, no quiero sonar cansona con el tema pero sabes que me gusta ser prevenida.

—Nicolás está dispuesto a hacer lo que sea necesario para molestarme y posicionarse un puesto en la empresa, que por cierto le corresponde por vía legar. Pero no confío en él, y puede hacer algo en la empresa.

—¿Si le das el puesto que le corresponde puede bajarle a la marea? Tú entiendes, tanto pleito y eso puede terminar mal. Sé que no me corresponde meterme en esos asuntos de familia, pero es fundamental cuando pueden destruirse entre sí.

Con una mano sostengo el volante y la otra la pongo encima de su mano.

—Esto te corresponde y puedes dar tú opinión siempre, desde que llegaste has sido parte de esta familia y eso nunca va a cambiar. Y respondiendo a tú pregunta, no, donde yo le llegue a dar el puesto a Nicolás en la empresa él no se va a conformar y va a querer administrar más a fondo. 

—¿Por qué estás tan seguro?

—Porque la ambición corre por nuestra sangre Stella, y desde que yo tomé las riendas de la empresa Nicolás me lo dijo. Él quiere hacer parte de la junta y desea tener su puesto dentro de la Corporación, pero no se conformará —explico —Cuando el abuelo murió y dejó esas absurdas clausulas, Nicolás no tardo más de un mes en anunciar que estaba comprometido y enamorado; algo ilógico cuando hay dinero y poder en el medio.

—¿Piensas que entre ellos también puede haber un contrato de por medio?

—No lo pienso, estoy seguro. Para nuestra mala suerte, Nicolás tiene la audacia de un Miller y esto es algo que haría sin dudarlo —continuo —Pero van a perder, nosotros nos adelantamos y el dinero ya está de nuestra parte, no hay nada que ellos puedan hacer con ello.

—Si ella queda embarazada y es un niño, quedan con la mayor cantidad de dinero.

—Pero por lo menos no con todas las ganancias, ahí si hubiese sido peor.

—Estoy confundida —confiesa.

—¿Por qué? —Pregunto.

—Contigo y ese contrato, cada vez me confundes más —explica —Primero dices que esto es por Nicolás, luego que es por Catalina; darle celos, vengarte y no se que más, me entero de que si Nicolás llega a obtener su parte de la empresa, tú la puedes recuperar fácilmente... ahora dices que no, me dices que Nicolás puede tener un mayor poder en la Corporación y esto traería problemas, él en sí puede traer problemas. ¿Puedes explicarme que es lo que en realidad está pasando y cuál es el objetivo al fin de cuentas de ese contrato? —Pregunta.

Desvío mi mirada un segundo de el camino, la observo por micros segundos y finalmente alejo la mirada de sus ojos.

Si supieras cual es el fin de este contrato me podrías odiar, Stella Corney.

No es Nicolás, no es Catalina, es...

—Olvidémonos de ese tema por ahora ¿sí? Por favor —pido —Además, ya llegamos.

Freno entre los diferentes autos, el olor a café inunda nuestras fosas nasales. Veo su carita de emoción al ver la cafetería de aire libre a donde la he traído, debo admitir que alejarse la ciudad vale la pena por recibir una paisaje pacífico como este.




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