...
CHAD
Día 1
El sobresalto que me dio cuando desperté entre arena húmeda y negra, me asustó demasiado, mi cabeza tenía una leve punzación que parecía extraña.
La pesadez en mi cuerpo era increíble, y no sabía qué clase de droga habían inyectado en nosotros, ni cuanto llevaba inconsciente.
Mi cerebro proceso lentamente lo que estaba ocurriendo.
La prueba.
Mery...
—¡Mery! —grité, asustando las aves que se posaban en los arboles cercanos.
Todo era árboles, por más que intentaba guiarme con algo, no lograba ni siquiera comprender que estaba haciendo aquí.
Me levanté, tambaleándome como si estuviese ebrio.
Caí al suelo, golpeando mi rostro sobre el fango de la jungla.
Todavía me sentía mareado a causa de la sustancia suministrada; había sido muy fuerte.
—M-Mery —tartamudeé, volviendo a caer al suelo en mi segundo intento de estabilizarme.
Todo llegó a mi cabeza, el trato, la prueba, tener que asesinar, Mery.
En mi tercer intento, pude sostenerme de los arboles más cercanos, estabilizándome mientras avanzaba.
Caminé, y caminé, solo árboles, aves, tierra negra y húmeda. Tomé aliento, enderezándome cuando mis sentidos comenzaron a volver en sí; los ruidos se hicieron más vigoroso, el olor a mojado entró por mis fosas nasales.
Un sonido llamó mi atención, era muy claro: zumbidos.
Caminé lentamente hasta el ruido, siendo discreto por si se trataba de algún peligro. Detrás de un matorral estaba un cuerpo, lleno de sangre, con cientos de moscas negras volando a su alrededor.
Sentí arcadas, y me retiré lentamente, cubriendo mi nariz por su fétido olor.
Me incliné sobre un árbol, tiré la bilis.
Creí que nadie comenzaría a matarse, pero ya había comenzado, y esto era en serio.
Limpié mi saliva con mi antebrazo, sintiendo el corazón golpear mi pecho con fuerza.
Mery, ¿en dónde te encuentras?
Busqué, sin poder despegar los ojos de ningún sitio, moviéndome rápidamente, pero con sigilo. Tratando de meter mis manos entre la tierra, buscando algún arma.
Los pequeños troncos chirriaron a pocos metros de mí.
Me metí tras unos matorrales, tomando una gran bocanada de aire.
Un grupo yacía entre los árboles, con armas, riendo.
Ya había alianzas.
Miré un poco por el borde, y dándome cuenta que realmente estaban asesinando secundarios; sus armas estaban sucias.
Solté el aire, tomando otra bocanada para poder observar un poco más.
No reconocía a todos, solo un chico que entrenaba con un machete, y justo eso, llevaba entre sus dedos.
Otro rechinido de troncos, me metí detrás del árbol, y pude apreciar voces.
Me animé a mirar, el chico que venía corriendo ya era sometido, entre tres lo tomaron y pude apreciar como degollaban su garganta.
Cerré los ojos, metiéndome detrás del árbol.
Eran ocho, todos con armas, no podría dar mucha pelea a puro puño.
Mi corazón me estaba torturando, y las arcadas habían regresado; no podía moverme mucho, me escucharían.
Y mi cabeza solo se invadía con el pensamiento de encontrar a Mery, con vida.
...
MERY
Abrí los ojos, atragantándome con mi saliva, volviéndome de lado para toser.
El flashazo de todo llegó a mi cabeza, y me incorporé de inmediato, dándome cuenta que ya estaba dentro de la prueba, viva, pero perdida.
Chad
Chad
Repetí en mi cabeza; me levanté, caminando en zancadas. Comencé a correr, sin detenerme, soportando el nudo en el estómago y la garganta; necesitaba un arma y pronto.
No sabía cuánto tiempo había pasado, cuantos habían muerto, o si acababa de iniciar la última gran prueba.
Tropecé sobre el fango, cayendo sobre mis glúteos. Me mordí el labio para atrapar el quejido en mi boca.
Miré del lado izquierdo, un objeto brillante llamó mi atención; me arrastré hasta él, metiendo mi mano entre la tierra, sacando el artefacto filoso. Un cuchillo puntiagudo, largo y ligero.
Por lo menos, ahora, tenía algo con que defenderme.
¿Estaba dispuesta a asesinar a alguien?
Sí, solo si estaba en peligro, yo o alguien que aprecié. Y, de todas formas, ya lo había hecho con anterioridad, pero, a un criminal.
Me moví lentamente, sintiendo cuando el dolor disipó, y pude ponerme de pie nuevamente. Di un respingo, y al mismo tiempo una bocanada; no tenía un mapa de este sitio, y no sabía ni por donde comenzar a buscar a alguien de mis compañeros.
¿Cuántos quedarían vivos?
Las raíces de los arboles estaban muy al borde, cualquier paso en falso, y me caería sin aviso. Sentí los grillos hacer ruido, y supe que la noche estaba cerca, tenía mucho miedo del quedarme sola, dormida. No confiaba en nada dentro de este sitio.
Apreté el cuchillo entre mis dedos, siempre en alto, esperando ser atacada en cualquier momento.
Cansada, me senté detrás de un árbol, tratando tranquilizar mi respiración. Mi boca estaba seca, y el calor parecía volverse más húmedo conforme avanzaba la tarde; los mosquitos estaban al asecho; y no tenía no una pista de alguien cercano.
Pensé en Lynn, estaría muerta, viva, ¿se lo tomaría muy personal?
Pasé saliva, tratando de sentir algo liquido entre mi lengua; un lago, por lo menos debía encontrar eso hoy.
Peiné mi cabello hacia atrás, era bueno que estuviese corto.
Las ramas crujieron y cerré la boca, mirando por el borde, un ave grande se pavoneaba del otro lado.
Podría atraparla, matarla... y comerla. El pensamiento me dio nauseas, pero en algún momento tendría tanta hambre, que ni siquiera me importaría que esté cruda, o llena de viseras.
Lo había pensado demasiado, el ave voló sin saber que iba a ser parte de mi supervivencia. Cerré los ojos, pensando en lo mucho que quería salir, pero también, en lo poco que quería vivir en la perfecta sociedad, como lo llamaba la presidenta.
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Editado: 02.12.2021